Ofrenda a la eternidad [Eimiko]

Capitulo 2: Mensaje Sangriento

*Anteriormente*

El cuerpo de Kujou Sara quedo en la arena, en su espalda estaba clavada su Katana, sus alas habían sido arrancadas por el onceavo heraldo Fatui.

Dos personas encontraron el cuerpo de la Tengu, por suerte no tenían malas intenciones, solo buscaban sobrevivir a la crisis que Inazuma enfrentaba

-Jefe, mire es una de las hijas de la todopoderosa- Una voz femenina desconocida exclamo al ver el cuerpo de Sara

-Joder, el dinero que podemos tener al llevarla con la Shogun- una voz masculina gritaba con felicidad

-El dinero que podríamos conseguir si vendemos esta Katana, es acero del clan Raiden- la voz masculina habla mientras ve el sable en la espalda de kujou Sara

Aquel hombre sacó el sable del cuerpo de la tengu, a la mujer le molestó bastante, no se dio cuenta de cuando su jefe lo hizo

-¡Estúpido, ahora no sabemos si estaba viva o si la mataste! Eres un completo idiota, ¿que no sabes que no se debe sacar cualquier cosa que atraviese el cuerpo?- La mujer le gritaba a su superior con enojo

-Oye, oye, oye, relájate, no es necesario que te ardas, que los calzones se te quem...- La voz masculina dejo de hablar al ver que el cuerpo de la Tengu cerro su herida.

Aun inconsciente, Kujou Sara seguía regenerando su herida en la espalda tras haberle quitado la katana. Los huesos y los tejidos se reconstruyeron con gran rapidez, pero su respiración seguía siendo débil y su pulso casi inexistente. La salud de Sara había disminuido considerablemente después que sus alas fueron arrancadas.

-Jefe, rápido llevémosla a la base, sigue viva. Nos darían una gran cantidad de dinero si la mantenemos con vida- La mujer se acerca al cuerpo de la joven arquera para intentar cargarla

-Hey, déjame esto a mi- El hombre carga el cuerpo de Kujou Sara sin dificultad

*Snezhnaya*

Capitano entró con orgullo y seguridad a la sala del trono de La Tsaritsa. La sala estaba decorada con una gran alfombra roja que daba al trono de Tsaritsa, las paredes doradas resaltaban con la elegancia del color de la gran alfombra. Al fondo de la habitación estaba el trono de La Tsaritsa, donde ella esperaba las buenas noticias de Capitano