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EVER

El timbre sonó y todo el salón y el resto del colegio fue una algarabía. Era el último timbre del año. El último día de clases. Se encontró con Brayan en el pasillo.

–qué hay cabeza chueca –lo molestó.

Ever lo saludó con un movimiento de la cabeza.

–¿Cómo se siente saber que es el último día que cargaremos estas tontas mochilas?

–no estés tan contento –terció Ever–, hay un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que tengas recuperaciones.

–ja ja ja no hay que preocuparse, ya le pagué a la maestra... tú sabes...

Terminó con una sonrisa coqueta. Ever hizo una mueca.

–¿la anciana de matemáticas?

–JA, Ever el graciosillo.

Ever pensó que la maestra de matemáticas sería buena pareja para su abuelo Claudio. Los imaginó juntos.

–oye ¿supiste la noticia?

–¿Cuál noticia? –preguntó sin interés.

–sobre la chica, la chica Judith.

–¿Judith?

–si, Judith Beltrán. La chica que se acercó a charlar con nosotros en la iglesia.

Ever supo de quién se trataba.

–¿Qué pasa con ella?

–¿no supiste? La loca quemó la casa entera.

–¡qué!

–sí ¡nadie se lo cree!

Ever estaba confundido.

–y eso no es todo... como si eso no fuera demasiado anarquista, fue y quemó el auto del profeta y después huyó ¿puedes creerlo? ¡el auto del profeta! Es una tonta –culminó entre risas.

Ever no comprendía nada.

–¿me estás diciendo que Judith... Judith Beltrán... ¿ella hizo todo eso?

–bueno, eso es lo que me contaron, no puedo prometerte que mis fuentes sean confiables, pero ¿te imaginas que todo eso fuera cierto? Esa chica sería la chica más buscada en la historia de este pueblucho.

Ever no terminaba de procesar toda la información que recibía. simplemente no podía creérselo. la expresión de su rostro cambió.

–¿es una broma, verdad?

–no, tonto, te estoy diciendo que eso fue lo que me contaron. Todo el mundo habla de eso. creo que eres el único que no lo sabía.

Una decepción enorme lo invadió, un desánimo que lo debilitó por completo; ni siquiera se dio cuenta cuando Brayan se fue de su lado. Judith lo había impulsado. Habló con ella en tres ocasiones, y en todas ellas, pudo confirmar que ella no era como lo demás; más bien era como él. ella creía en una verdad que la iglesia actual había enterrado desde que el Profeta había tomado el mando y había plantado las iglesias nuevas e innovadoras en todo el municipio. Por eso se desmoronó; porque veía en ella un faro de luz; una esperanza que creía muerta; una verdad que pensaba se había extinguido. ¿Qué es lo que pasa cuando un faro apaga su luz, o cuando un castillo se hace ceniza, o cuando una roca imponente se convierte en una piedrecita?. Tal vez, lo único que hizo que Ever no cayera en lo más profundo del agujero de la desesperación fue que anidaba dentro de él una muy pequeña esperanza de que aquello no fuera cierto. De que fuera una mentira inventada por todos, porque no se imaginaba de ninguna forma existente a Judith haciendo eso.

Al salir a la calle, confirmó lo dicho por Brayan: habían carteles pegados en todas partes con la fotografía de Judith. Extrañamente, aún después de ver eso, todavía aquella esperanza no lo abandonaba.

Llegó a casa. Saludó pero nadie respondió; sus padres no estaban en casa. Subió las escaleras. Caminó por el pasillo directo hacia su habitación pero a mitad de camino escucho que su hermano Gerson lo llamaba detrás de la puerta semiabierta. Entró. Gerson tenía la guitarra eléctrica entre las manos, sentado en la cama.

–¡Hey, escucha esto! –le dijo, y le subió el volumen al amplificador.

Comenzó a ejecutar un solo de guitarra mientras meneaba la cabeza.

–¿Qué te parece? –le preguntó extasiado–, es el solo de Tornado Of Souls de Megadeth.

Ever se encogió de hombros.

–¿te pasa algo? –preguntó intrigado.

–nada –musitó Ever.

–por supuesto que sí. Adelante, cuéntame: te escucho.

A Ever le costó saber por donde empezar pero terminó contándole de lo que se había enterado de Judith y de cómo se sentía. Al terminar levantó la mirada, y vio a su hermano mirando a la ventana. después de esto resopló.

–vaya-vaya, hermanito. Al parecer estas en un grande lío y yo...

Hizo silencio por un rato, y después, acomodándose en la cama dijo:

–¿sabes qué? Seré sincero contigo porque yo ya pasé por lo que tú pasas. Esto sucede siempre, te aseguro no es nada nuevo. Cuando yo fui cristiano pasé por todas esas etapas: la desesperanza, las dudas, las pruebas y las aflicciones. Era todo un caos. Esa leyes y esas reglas que rigen sobre tí... todo eso es un caos enorme. Pero entiende: te estás haciendo daño a ti mismo, estas desperdiciando tu vida buscando lo que ya no existe...

Ever se horrorizó, a pesar de que no era la primera vez que escuchaba a su hermano hablar de esa manera. Quizás fue la unión de ambas cosas lo que lo hizo horrorizarse.

–pero por qué me dices eso...

–Ever, estás creciendo, solo quiero lo mejor para ti. Estás atrapado en un bucle infinito y si te quedas atorado allí, serás un fracasado toda tu vida. La vida cristiana era un asco. Pero mira, llegó este hombre, el Profeta, y me enseñó que Dios, o lo que sea que rige el universo no le importamos un carajo. Y que si ese algo existiera no tiene por qué enviarnos a una condenación eterna. Ese hombre de allá –dijo, haciendo un movimiento con la cabeza–, nos dio una verdadera libertad. Y si tu sigues aferrado a tu cuento de hadas terminarás consumiéndote. Anda, ve, sal, haz amigos. Sal con chicas, acuéstate con ellas que la vida es una.

Ever salió corriendo de ese lugar. Lo que había escuchado no le pareció a la voz de su hermano, sino a la voz de un demonio, uno que le había mostrado una parte oscura, terriblemente oscura. Bajó las escaleras, directo hacia la puerta, pero se encontró a sus padres sentados en la sala.

–¿A dónde vas tan rápido, Ever? –preguntó la madre.

–quería salir... no sabía que ya habían llegado.

–acabamos de llegar.

–justo íbamos a llamarte –comentó su padre–, queríamos que vinieras a degustar de este Pay.

–¿por qué? ¿Qué celebramos hoy?

–a que no adivinas quién nos envió esto... –respondió la madre, abriendo el paquete que contenía el Pay.

El corazón de Ever comenzó a latir fuerte.

–Hoy se cumple nuestro primer mes de membresía de ofrenda en el ministerio del Profeta. Y mira lo que nos envió.

Su corazón latía cada vez más rápido al tiempo que se acercaba a ver lo que contenía la caja.

–que bello es el profeta –decía la madre quitando el envoltorio–, ¡aaaaah! ¡No lo puedo creer! ¡lo envió con una foto suya!

Los ojos se le abrieron como platos al ver la foto del Profeta pegado en el Pay.

Widman Y Sus Mil Viajes Al UniversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora