Chapter 2

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Las manos blancas del primer principe temblaron, y con urgencia corrió al palacio imperial. El único que podría salvar a Noah del veneno de esa bestia es Lynder, el curandero personal del Emperador y para llegar a el...

Tendrá que rogarle a su padre.

Pero Noah sigue siendo el hijo de Richard, y ya al ser reconocido no puede dejarlo morir.

Al menos, Casey quiere creer eso.

-¡Su majestad!-gritó Casey.

Richard al ver el niño en los brazos del primer principe sonrío fríamente.

-¿Tan poco tiempo duró tu juguete?

Casey se congelo al escuchar esas palabras frías.

-Padre, llame a Lynder y salve al cuarto principe-sus ojos verdes miraron al hombre frente a el.

Cómo si lo que pedía Casey fuera una burla, Richard se rió hasta sujetar su estómago.

-¿Quieres salvar la vida de este niño? ¿Está seguro, primer principe?-los ojos fríos mostraban unos signos de burla.

Casey se mordió la lengua y sujeto con fuerza al pequeño en sus brazos.

-Se lo ruego...salve a mi hermano menor...

Era la primera vez que agachaba la cabeza ante alguien. Y la segunda que rogaba por la salvación de una persona. ¿Lo peor? Que le estaba rogando a la misma persona del pasado.

-Lynder-el llamado se hizo y una persona de ojos celestinos aparecieron al lado del Emperador.

Su cabello blanco era del mismo color del que tenía la madre de Noah.

Lynder acerco su mano al pequeño cuerpo, borrando la existencia de aquellas marcas moradas.

-¿Cómo se llamaba ese niño?-pregunto Richard.

Ni siquiera es capaz de recordar el nombre de su último hijo, realmente odiaba a este hombre.

-Noah...

-Bien, porque se quedará en el palacio imperial.

Casey retrocedió con el en manos.

Si deja a Noah en el palacio imperial, terminará con un destino peor al del envenenamiento.

-Casey, vuelve a tu palacio y déjame a esa cosa.

-No...no permitiré eso.

-Primer principe, si no desea terminar como sus otros hermanos es mejor acatar mis órdenes.

Prácticamente le está diciendo si no quiere morir, es mejor no llevarle la contraria.

Pero dejar a Noah con ese lunático...es sentenciar la muerte de su hermano.

Sus manos temblaron, la respiración de Noah había vuelto.

-Si, su majestad.

Las palabras fueron en un susurro, pero audibles para Richard. Noah abrió sus ojos de diferentes color. Casey palideció e intento rápidamente cambiarlos.

-Ese niño...¿Tiene una discapacidad?-pregunto el maníaco.

-¡No! El...no...solo es...

-¡Ja!-solto una burla-me engañaste todo este tiempo, primer príncipe.

-¡No lo mates! ¡Es tu hijo! ¡Sus ojos son de color diferente...pero el tiene el poder divino de su difunta concubina! ¡No puedes matarlo!

Casey abrazo el cuerpo inconsciente de Noah con fuerza.

El silencio del Emperador le preocupaba, al ver los ojos verdes de su padre se dió cuenta, de la mirada perdida que tenía cuando nombró a la difunta concubina.

En ese momento, se dió cuenta que el Emperador si la había amado.

Aunque sea, una pizca de cariño.

Noah, se parece más a su madre. Al menos, puede usar eso para defenderse del Emperador.

-Vuelva a sus aposentos, Primer príncipe.

No importa cuánto tiempo dure el encarcelamiento de Noah, el estará a su lado todos los días, como una sombra.

El niño cayó en los brazos de un sirviente, y Casey fue obligado a dejar el palacio imperial.

Mientras caminaba pensativo por el jardín juntaba sus manos para rezar por el bien del niño.

Aún no puede creer que se haya encariñado.

-¿Por quién rezas?-escuchó una voz curiosa a su lado.

El hombre de cabellos castaños casi rubios y ojos azules claros no dejaba de mirar al niño angustiado.

-Por mi hermano.

-¿Está en peligro?

Casey asiente, su mirada viajaba entre las ropas harapientas del hombre y la botella a su lado.

¿Sería un mendigo?

¿O un asesino?

Cree más en la segunda hipótesis.

La manera fresca y pulida de hablar, también como se expresan sus manos y aquella tranquilidad inquietante.

"Es peligroso" pensó Casey.

-¿Quieres protegerlo?-sonrié-puedo ayudarte, si tú me ayudas a mi.

Casey sonrío falsamente.

-¿Y si me das una oferta más tentadora? Podría pensarlo~

El castaño se deleitó.

-¿Que deseas?

-El trono-respondió de inmediato.

Y la protección de su hermano menor.

Pero lo último se lo guardará en el fondo, porque Noah se acaba de proyectar como su debilidad.

-Te daré el poder. ¿Que te parece? 

-¿Y que es lo que quieres tu?

-Un gobernante.

Ambos sonrieron, de la misma manera, con la misma malicia.

-Devolveré el poder de tu padre a tu cuerpo-dice el extraño.

Casey retrocedió.

-¿Padre?

-Si, Mammón, el Demonio de la avaricia.

-Yo soy el hijo de su Majestad, mi madre no pudo...

Casey se negaba a creer en la infidelidad de su madre, pero al ver el trato del Emperador hacia el por tantos años se lo llegó a plantear. ¿Por qué es el único que está confinado en un palacio a parte? ¿Y por qué a pesar de ser el primer hijo es tratado con tanta frialdad y odio?

También...su madre fue asesinada por Richard al tener una aventura con un caballero.

¿El también era un hijo bastardo?

Todo calzaría si fuera así.

-Hagamos el trato-menciona Casey.

-No necesito que seas mi gobernante ahora, lo serás en un futuro cuando te llame.

Está bien, no cree que es un problema, el ha organizado este palacio por años solo, y ha tenido clases de sucesión, para el, no es difícil gobernar un país o lo que sea.

-¿Puedo saber que gobernaré?

El castaño sonrío.

-Te lo diré cuando sea necesario.

Un malestar indagó su cuerpo, y cuando el castaño toco la frente de Casey, el joven se desmayo cayendo en un profundo sueño.

Félix lo tomo en brazos llevándolo al palacio del joven.

-Tu serás, quien me ayude con mi venganza.

Pequeño Cruella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora