Capítulo uno

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"Chau, Dieguito, te veo en la fiesta de Messi."

"Síp, ahí nos vemos." Diego se despidió de su amigo Sebastián, ya que el viernes no tendrían clases.

Camino hasta su casa, la prepa estaba relativamente cerca.

"Bye Dieguito" pasó por a lado de Giovanni Dos Santos, un amigo bastante cercano de sus hermanos que también se llevaba muy bien con él.

"Bye Gio."

Siguió caminando, con sus audífonos puestos y escuchando "Eres" de Café Tacva. No se fijó al cruzar la calle y apenas logró esquivar la moto que iba bastante rápido.
El de la moto lo volteó a ver y gritó algo que Diego no escuchó, pero se veía enojado.
Era Kevin Álvarez, un amigo de su hermano Memo. Diego solo se le quedó viendo y el contrario llegó hasta donde estaba Gio, sacando de su mochila una bolsita con algo que Diego ya no vio, así que continuó su camino a su casa.

Llegó y se encontró con Memo, que ya se estaba arreglando para irse a su trabajo.

"Hey, hay comida todavía tibia en la estufa, caliéntalo y come, Andrés fue al Soriana, ahorita llega." Diego asintió y se acercó a darle un beso en el cachete a su hermano, quien se apuró a salir.

Comió, y unos minutos después llegó su hermano mayor, con bolsas de despensa en las manos.

"Ayúdame con lo que queda en el carro, por fa."
Asintió y salió a meter las demás bolsas.
"¿Memo ya se fue? No vi su moto."

"Sí, ya, creo que iba tarde al trabajo."

"Pues entra dos y media y apenas son las dos, se ha de haber ido con sus amigos."

"Pues a la mera.  ¿Vas a ir al mercado a comprar lo demás o voy yo."

"Voy yo, Dieguito, no te apures. Haz tu tarea y báñate para irte a tu trabajo, ándale."

Los tres trabajaban para poder mantenerse, si bien la casa estaba a nombre de Andrés y no pagaban renta, si tenían que pagar cosas como el agua, el gas, la luz y la comida, aún no se atrevían a tocar el dinero de la herencia de sus padres, todo se lo habían ganado con su esfuerzo, el carro de Andrés, la moto de Memo y la bici de Diego.
Eran la familia perfecta.

Diego hizo su tarea, se bañó y se apresuró a llegar a su trabajo; trabajaba en una paletería chiquita cerca de su casa. Era de los papás de unos amigos de Andrés, ya que en ningún otro lado lo aceptaban con quince años, que es la edad en la que empezó a trabajar ahí.
Era un buen trabajo, solo hacía medio turno, así que tenía tiempo para más cosas; se llevaba bien con los jefes y era amigo de los otros empleados, aparte le pagaban bien.
Casi siempre el turno en el que trabajaba Diego era tranquilo, niños con sus papás, parejas o amigos saliendo, etcétera, nunca le tocaba nada pesado.

Estaba inmerso limpiando unas vitrinas con música puesta en la pantalla del lugar, cuando escuchó unas motos y unas risas fuera, así que decidió pausarle para atender.
Vio unas cuantas caras conocidas entrar, eran los amigos de Memo, quienes raramente empujaban a uno en especial hacia adelante, casi obligándolo a que él hablara por los demás.

"Hola, ¿qué van a llevar?" Estaba él solo, ya que Marcelo, el hijo de sus jefes y su compañero de trabajo, había llevado un pedido y de paso traer comida.

Eran al rededor de las cinco de la tarde, así que sólo faltaba hora y media para irse.

"E-emh, a mí me das un... una paleta de limón, por fa." Dijo acercando más su cuerpo al mostrador.

Diego asintió y caminó hasta el congelador de las paletas, el cual estaba detrás de él, volteándose por completo.

"Kevin." Escuchó Diego.

En la intimidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora