DARK MOON: El altar de la luna

chapter nine

"I love everything beautiful I'm seeing.
And if this moment is a curse I hope it never ends"

Khan observaba el cielo teñido de tonos dorados y rosados, una brisa suave acarició su rostro, trayendo consigo un susurro de melancolía, su pobre corazón fiel sentidor del peso de la indecisión y dolor.

En un suave parpadeo, su tranformación en un hermoso lobo se hizo realidad, la luna iluminaba su pelaje, y él, como fiel amante de la luna rodeada de una luz azulada, aulló sin más, expresando en esos aullidos cargados de melancolía, el amor no correspondido.

Las bellas constelaciones luminosas de Kyu no podían guíar su camino, era esperar que la luna se acerque al sol, esperar otra vida, otro universo, otro atardecer, no podía pues su corazón rogaba a gritos que lo amen sin condición alguna, un sueño efímero.

"Tu eres mi bella luna"

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El sol al fin cayó rendido, ya era hora de esconderse y dar paso a la bella luna, brillante y sonriente como siempre, para que así ilumine la ciudad de una brillante luz, para que sea acompañante de los sueños de las personas.

Una brisa que hacía bailar a las hojas de los árboles golpeaba fuertemente la ciudad, haciendo que sus sombras se proyecten en las cortinas de las ventanas, dando un ambiente frio y tenebroso al lugar donde estaban: la academia Decelis.

Dicho establecimiento parecía un antiguo castillo, el clima lo hacía ver como uno, sus paredes que escondían secretos, las luces que amenazaban con apagarse para dejarlos solos, y las flores que poco a poco se marchitan.

Caer en un sueño es transportarse a una nueva realidad, o tal vez una antigua vida donde la escuela se convertía en un hogar antiguo y conocido, las flores lograban renacer, las luces se apagan momentáneamente, el frío los castiga y el gran espejo del salón se rompe en mil pedazos.

Las luces se encienden nuevamente esta vez más vivas, las flores desprenden su esencia amarga para impregnar así todo su entorno, lo único que no cambia es su espejo roto que aún así sigue reflejando su imagen.

En ese reflejo se veía a sí misma, se veía tan hermosa y delicada, un vestido azul claro, este llegaba al piso, sin embargo el bello color era reemplazado por el color rojo carmesí de la sangre, sus manos estaban de igual manera manchadas, y a su alrededor sus fieles acompañantes degustando la sangre.

Era un banquete de sangre lo que los unía.

Cada uno degustando del sabor metálico del líquido, manchando casi todo, un escena de terror, sumándole al tenebroso castillo una apariencia sumamente escalofriante.

Mientras ella misma se veía en el espejo, bailando como si estuviese fascinada del deseo por la sangre, besando las flores marchitas, impregnando su vestido y a ella misna con su aroma.

Con esa imágen sangrienta despertó de ese sueño, estaba sudada y sentía que su respiración se iba con cada bocanada de aire, más que un sueño parecía una pesadilla.

Estaba aturdida y mareada, incapaz de levantarse de su cama, la peli azul suspiró y trató de calmarse, sus pupilas plomizas se iluminaban llegando a un tono dorado, sentía algo extraño recorrer su cuerpo sentía el poder, como si la luz de la luna le daba aquello, no quería dejar de sentirlo.