Tu silencio me mata

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'Tu silencio me mata', me dices sin previo aviso. Me siento un tonto desarmado, sin palabra para defenderme ante la verdad que se planta frente a mí, que me ve a los ojos directamente, desafiándome con una sonrisa maligna, cara a cara a la debilidad que puede ver a través de mi semblante sosegado y me hace temblar ante la posibilidad de que te cuente cómo soy realmente. Retrocedo, me coloco esta máscara de ignorancia para disfrazar mi cobardía y te respondo que todo está bien, que sólo he sido un distraído sin remedio, con una telaraña llena de insectos en mi cabeza.

'Te siento distante', es verdad lo que dice. No puedo evitarlo. ¿Cómo podría? Cuando llevo días donde cada segundo se vuelve eterno ante esta tormenta de incertidumbre que me lastima y me apuñala con sus preguntas sin respuesta. ¿Quién, dime tú, se maquilla el corazón cada día de tranquilidad y pasión desbordante, para cubrir una a una las llagas que le brotan y supuran de dolor? ¿Quién, sino yo, ha elegido caminar sobre vidrios de recuerdos rotos y promesas que sucumbieron ante los acérrimos y fríos hechos que ahora no dejan de susurrarse a mi oído, como viles demonios deleitándose al verme sangrar, mientras hago un intento fallido por endurecer mi crisálida para el invierno que se acerca?

'Tengo que arrancarte las palabras de la boca', un suspiro se escapa, vacío, seguido por el filo de un silencio cortante. Miro a la nada, y ella me mira a mí. 'No somos tan diferentes', dice sin un ápice de empatía al verme herido. Bajo la mirada, afirmando su cruel verdad y la fatalidad de sus palabras vuelven a arrastrarme hacia el fondo del abismo. Ese abismo lleno de soledad en el que ahora estoy haciendo mi hogar, no por condena, sino por simple decisión propia. Dibujo sobre un papel una sonrisa y escribo: 'Lo siento, no volverá a pasar.'

Sé muy bien que soy un esclavo de mi propio dolor y de mi mentira, de la confusión y de esta amargura que me domina. Pero no te preocupes, amor de mi vida, seguiré tejiendo palabras de amor hasta que el hilo se acabe o se rompa, hasta que las preguntas que me desgarran la piel desaparezcan o hasta que acabe por morir lo que ya estaba esparciéndose como metástasis desde tiempo atrás y que probablemente ya no tiene cura. Lo siento... En verdad lo siento mucho. Perdóname.

Tan frágil y constanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora