Cuando Louise Rosewood abrió los ojos por un estruendo en el piso de abajo supo de golpe que algo estaba mal. Louise siempre había sido una chica que podía predecir muchas cosas con una sola situación, además de que era en extremo paranoica. Al mediodía nadie salía ni nadie entraba luego del almuerzo, y como ya había pasado el almuerzo era completamente extraño haber escuchado la puerta seguida del carro arrancar.
Un montón de opciones acerca de qué estaba pasando volaron por la cabeza de Louise de un momento a otro, pero antes de abrir la puerta de su habitación se detuvo un momento a pensar.
"Quizás es solo papá y alguna emergencia de trabajo" se dijo a sí misma "sí, debe de ser eso, no es como si me fuesen a abandonar, a matar o algo por el estilo. ¡Deja de ser paranoica, Louise!"
Abrió la puerta y bajó las escaleras dando brinquitos infantiles. Vio por los ventanales el extenso jardín frente a ella, le extraño no ver al jardinero, o a la ama de llaves, o quizás al obrero que estaba pintando la casa, y aunque no lo quisiera admitir, su pánico estaba aumentando.
─ ¡Mamá!─ su grito hizo eco en las paredes de toda la casa, pero no hubo respuesta de nadie─ ¡Bree!─ hizo un intento por llamar a la ama de llaves, pero tampoco hubo respuesta.
A Louise siempre le había aterrado la soledad, algo irónico ya que veía clases en casa y no se consideraba una chica sociable. A Louise le aterraba la soledad de su familia, que también era bastante irónico ya que sus padres podían pasar horas trabajando sin siquiera darse cuenta de que tenían una familia, pero a Louise le gustaba eso, así era como funcionaba su extraña familia. No era como si ser hija del gobernador o no cambiara algo, siempre había sido igual, sus padres con sus asuntos, ella con los suyos, que se debatían más bien entre lindas combinaciones de ropa y en sobre que selfie quedaría mejor en su Instagram.
Otra de las cosas a las que Louise le temía era... a todo. Louise le temía a muchas cosas, he aquí el por qué de su paranoia. Louise le temía a la muerte, a ser abandonada, a no tener comida, a no poder sobrevivir; en fin, Louise le temía a todo, por algo siempre le hacían la broma de Louise contra el mundo, ya que ella siempre terminaba peleando contra todo por su miedo.
Se acercó al ventanal cuando notó un pequeño bulto a unos metros del mismo. Acercó su cara al ventanal lo más que pudo, solo para comprobar algo que temía. El cuerpo de Bree, la ama de llaves, yacía en el pasto ahora rojo. Su estómago estaba abierto como si se tratara de una fruta o un vegetal, en su rostro se veía el espanto de lo último que había visto o sentido, era una imagen espantosa, con las ropas manchadas de sangre y un cuerpo sin la esperanza de otro aliento.
En dado momento Louise le había tenido aprecio a Bree, pero jamás había visto la muerte tan de cerca, y que una escena como esa haya aparecido en su tarde del miércoles cuando debería estar entrando a su clase de piano no era normal.
Louise dio pasos temblorosos hacia atrás intentando que alguien apareciera y gritara "¡Es broma!", pero no sucedía. Sus piernas chocaron contra una pequeña mesa que ella conocía bien, se volteó de golpe y tomó el teléfono sobre ella para marcar el número de emergencias. Ella esperaba escuchar un "911, ¿qué necesita?", pero cuando escuchó un "línea fuera de servicio" palideció aún más.
Sus piernas le fallaron y cayó arrodillada sosteniendo el teléfono entre sus temblorosas manos. ¿Qué estaba pasando?
Louise temía a las dudas, temía no saber algo cuando lo quería saber, y esa era una de las razones sobre por qué tenía un profesor privado. Simplemente para que contestara todas sus preguntas fuesen estúpidas o no. Louise temía al cambio, y aquella era una gran razón acerca de por qué le temía a todo.
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Alianza.
Science FictionEra un día cualquiera cuando un grito desgarrador rasgó la tranquilidad que dominaba a Scretches, una pequeña ciudad poco conocida. El grito no era de un animal, ni mucho menos humano, era lo peor que podrías escuchar, como un chirrido a media noche...