6. Y entonces ocurre...despiertan mis labios

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No dormí bien pues no dejaba de pensar en como sería mi encuentro con Rebecca. Varios escenarios pasaron sobre mi cabeza, he de admitir que la gran mayoría de ellos terminaban mal o dejándome en ridículo. No entendía como era que tenía poca fe en mí misma en una situación como esta.

Pero los nervios me invadían y era algo que no podía evitar.

Pasé por los torniquetes de la estación del tren y cuando levanté la mano para que el aparato leyera mi tarjeta y me dejara pasar me di cuenta de que los nervios estaban ganando: la mano no dejaba de temblarme. Caminé lentamente hacia el andén, inhalé y exhalé varias veces para tranquilizarme, pero nada parecía ayudar, incluso podía sentir como comenzaba a sudar frío

¿Y si hoy no voy a la escuela?

Ni lo pienses Freen, es ahora o nunca

—¡Hey! — escucho detrás de mí una voz totalmente desconocida

Giro en busca de la dueña de aquella voz y allí estaba ella, pero ¿Por qué está aquí? Ella toma el tren dos estaciones después de esta. ¿Qué hacía aquí? Intenté abrir la boca para decir algo, pero de ahí no salió nada más que balbuceos que ni siquiera yo entendí. Se acercó lentamente a mí con pasos ligeros, se veía tan relajada, en cambio yo era todo lo contrario.

—Sé que siempre te veo, pero esta vez no quise arriesgarme a no encontrarte— soltó mientras rascaba su nuca

Siempre me ve

Así que no soy una desconocida para ti como todo este tiempo lo había pensado, Becky Armstrong.

—Así que ¿me la devuelves? — ella volvió a insistir luego de bastante tiempo sin decir nada pues estaba completamente embobada por su voz ella

Qué estúpida, Freen. Ni cinco minutos y ya lo arruinaste

—¡Ah, sí! ¡Claro!

Con un movimiento me saqué la mochila de la espalada y la abrí buscando la libreta. Mis manos no dejaban de temblar así que se me hacía casi imposible abrir los cierres

—Tranquila, no vayas a tirar tus libros

Se burló de mí soltando una risa, lo recordóestupendo. Ahora ella creía que era la chica más tonta del mundo, ignoré su comentario muy apenado y cuando la hallé saqué la libreta y se la di. Quería irme. Quería huir. Solo quería regresar a mi dormitorio y llorar, me sentía muy mal.

Ella la tomó mirándola por unos cuantos segundos y volvió a mirarme a mí

—Gracias, no la miraste ¿cierto?

—Yo...—¿Qué se suponía que debía decir ahora? ¿Qué lo hice? Además de torpe me haría quedar como una acosadora— lo hice sin querer, lo siento

—Vaya niña sin nombre ¿No te enseñaron a no husmear lo que no te pertenece?

Soltó aquellas palabras y metió su cuaderno en su mochila. Quería sonar molesta, pero algo en mí y en su tono burlón me decía que no lo estaba realmente así que me atreví a confesarle lo que pensaba

—Eres buenaes decir, no sé de música, pero tengo una amiga que sí y ella me dijo que sí y...— hablé muy rápido—Oh, rayos— agaché la mirada, pensé que aquello sonaba bien antes de decirlo, pero luego me di cuenta de que parecía que la había expuesto ante todo el mundo

—Descuida, niña. Se supone que para eso hago música, para que me escuchen

—Yo...yo me llamo Freen, no tienes porque llamarme niña

—¿Cuántos años tienes? — miró hacia otro lugar como si no estuviera interesada en la respuesta del todo

—21

—Tengo 22, soy mayor que tú, niña

Y por alguna razón me sentí jodidamente feliz: ya sabía algo más que solo su nombre

—Anciana, he dicho que me llames Freen— inconscientemente le sonreí al decir esto.

—Perdón, Freen

Y con eso fue suficiente para que dentro de mí se desataran un millón de sentimientos. Por primera vez, la había escuchado decir mi nombre. Sus labios habían pronunciado mi nombre y de pronto sentí que mi nombre era el segundo más bonito del mundo después de Rebecca

—Supongo que tú ya sabes el mío

Nos vimos interrumpidas brevemente pues llegó el tren y las pocas personas que lo estábamos esperando subimos. Caminó hacia el lugar donde usualmente me sentaba yo solo a admirarla de lejos.

Esta vez no tenía que mirarla de lejos, la tenía a lado mío sentada junto a mí

—Lo siento, Becky

—Deja de disculparte, has sido tú la que salvó mi vida. Te debo una— confesó la inglesa acomodándose en el asiento

—No es para tanto

—Lo es, Freen— me interrumpió. — esta libreta es muy valiosa para mí, te lo debo

Sin saber que decir y con un ligero sonrojo en mis mejillas el tren siguió su curso. Deseé que se detuviera el tiempo para que me quedara junto a Rebecca. Quien aun sin decir nada sentía que estaba en el lugar más cómodo del mundo

—¿No es curioso? Llevamos compartiendo el mismo tren durante casi medio año y hoy es la primera vez que hablamos. Confieso que llevaba tiempo queriéndolo hacer

¿Escuché bien? ¿Ella de verdad quería hablarme desde antes? El mar de sentimientos continuó

Había estado deseando una conversación con ella todo este tiempo y ahora que la tengo simplemente me quedo callada. Estúpido ¿no? Así que dejaría de comportame como una tonta al menos una vez en la vida.

—¿Quería hablarme?

Me giré a mirarla a los ojos y ella hizo lo mismo, mi mundo se detuvo escasos segundos. Sus ojos eran los ojos más hermosos que había visto en mi vida

—Sí—Dudó por unos segundos haciendo una mueca, no sé si era de nervios o de que le haya molestado mi pregunta— Es decir, siempre nos veíamos era como si ya te conociera sin hablar

Entonces me quise morir

La bocina dentro del vagón sonó, una voz monótona de mujer indicaba el nombre de la estación donde debía bajar y Becky lo sabía pues al escucharlo me dedicó una sonrisa

—Debes irte ¿Nos veremos mañana, cierto, Freen?

—Por supuesto, Bec...Becky— tartamudeé levantándome de mi lugar

—Freen, me llamó Rebecca

—Becky Rebecca...— la llamé por última vez antes de bajar

—¿Si, Freen?

—No es medio año, son trece meses. Los llevo contados ¡Hasta mañana, no viajes sin mí!

Y con una sonrisa de estúpida enamorada me bajé del tren caminando con saltitos hacia la universidad

Me gustaba sentirme estúpida si era por estar enamorada de Rebecca Armstrong

Pronuncian tu nombre tartamudeando

Jueves「 Beckfreen 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora