7. Pero el tiempo se para y te acercas diciendo

424 53 1
                                    

Y como si de un de un sueño se tratase ahí estaba de nuevosentada junto a Becky. Una vez más había ido hasta mi estación con la promesa de viajar juntas tal y como lo había dicho el día anterior. Pero sentía que me mentía siempre nos vemos... No tenía por qué venir hasta mí, aunque me gustaba que lo hiciera ya que me hacía sentir especial como si le interesara

No comiences a hacerte falsas ilusiones Sarocha

—Entonces estudias artes—pronunció luego de que le contara un poco de mi vida—pues yo en este año me graduó estudio derecho y me gusta la composición musical como te habrás dado cuenta— hoy me dio un ligero codazo recordándome que vi sin permiso su libreta

—Basta Rebecca, te he pedido disculpas

la miré con una sonrisa esperando que funcionara y con esto dejara de recordarlo

—Estoy jugando Freen

hoy sin más llevó su mano hasta mi cabeza y despeinó mi cabello juguetonamente. Sentí como si un rayo me atravesara, uno muy bonito que no me iba a causar la muerte

Creo

—Además— agregó— he dicho que te debo algo eres mi salvadora eres un Ángel ¿Cómo debería pagarte?

Bajó su mano lentamente de mi cabellera y me miró con aquella expresión seria que me cautivó desde el primer momento en que la vi. Nunca creí que me dedicara a mí una de sus miradas

¿De verdad sigo viva?

—¿Freen? — interrumpió mis pensamientos

—¡No es necesario! Los ángeles no andan por aquí cobrando los favores que les hacen a los humanos ¿o sí?

—¿Ah, ¿no? ¿Entonces, qué haces aquí en la tierra, ángel?

Sentí como la sangre se me amontonó en las mejillas. Becky me había llamado Ángel ¿acaso me estaba coqueteando? ¿Ella era como yo?

¡Basta, Freen! Si rompe tus ilusiones también te romperá a ti

—No soy un ángel, Rebecca— rasqué con nerviosismo mi mejilla, tratando de ocultar el rubor que traía

—¡Acabo de ver a un ángel sonrojarse! Debe ser mi día de suerte

¿Cómo puede decir aquello sin ni siquiera pensar lo que causa en mí? Solo lo hizo y se acomodó sobre el respaldo de del asiento como si de su propia cama se tratase

hoy de pronto el tren frenó su marcha de manera abrupta sorprendiéndonos, del fuerte movimiento me recargué sobre ella

hoy mi corazón de pronto dolió. Hoy se suponía que debía evitar cualquier tipo de sustos pues mi cuerpo no es apto para ello o algo así mencionó el doctor. Trataba de controlar mi respiración el tren se detuvo y los focos que alumbraban el lugar comenzaron a parpadear.

Dios me escuchó se detuvo el tiempo hoy

—Freen ¿estás bien?

Rebecca me miró preocupada mientras me sostenía y se reacomodaba sobre su lugar

—Sí, solo me asusté— me faltaba el aire y apenas pude susurrar

—¿Segura?

La inglesa a mi lado insistió pasando su mano por mi mejilla, tomándola delicadamente sin dejar de observarme

—¿Poe qué te mentiría, Rebecca? — y lo hice, mentí

—Esta bien

Dejó de insistir y miró a su alrededor quitando sus manos que estaban sobre mí, en silencio agradecí aquello porque sentir sus manos era una sensación increíble pero mi cuerpo no lo soportaba: me ponía lo suficientemente nervios como para hacerme daño a mí mismo

—Parece que ha habido una falla en el tren y por eso nos detenemos

—Si

No quería fallar, no hoy.

No ahora.

No frente a ella.

Saqué de mi mochila el pastillero que me acompañaba a todos lados desde hace dos años y con ayuda de mi agua, tragué una de las pastillas que usaba en estas situaciones. Me recosté sobre el respaldo del asiento y miré el techo

Tienes que controlarte, ella te está mirando

—¿Estás enferma? — me preguntó analizando mi rostro

—Algo así— ya más tranquila me atreví a mirarla

—¿Más que una simple gripe?

—Ajá, pero ya estoy mucho mejor ¿sabes? Pronto me curare— dije esperanzada y me despegué del asiento

—Me alegro— y dudando entre agregar algo más al final lo hizo— ¿Puedo decirte algo? Quizás suene muy raro, pero quiero hacerlo. Además, parece que el mundo ha conspirado para que lo haga. Me regaló más tiempo a tu lado

Sonreí achicando los ojos como muy pocas veces lo hacía pues Rebecca Armstrong, la chica seria que creía que todo este tiempo me había estado ignorando estaba ahora nerviosa frente a mí

—Dime, Rebecca. Te escucharé

—Sé que hasta ahora comenzamos a hablar y solo apenas te conocí realmente, pero por alguna razón inexplicable los fines de semana yoyo te extrañaba— bajó la mirada evitando la mí— eso ha sonado demasiado extraño, lo siento

—¿Me extrañabas?

—Aún no he terminado, respeta— me regañó y yo me disculpé guardando silencio de nuevo para dejarla terminar esta vez— Hay otra forma para llegar a mi facultad ¿sabes? Una más fácil y rápida, pero desde que te vi prefiero esta ruta

—¿Por qué Becky? —Pregunté con cierta incredulidad en mi tono de voz

—Se me hizo costumbre verte, creo— soltó sin más

—Oh

—Y quizás suene extraño, pero eres bonita y me gustan las cosas bonitas

—Rebecca, yo no soy bonita

Mis mejillas volvieron a arder y con toda la pena del mundo llevé mis manos a mi rostro para ocultarlas de ella. Debía estar soñando porque todo esto es demasiado para ser realidad.

No soy más que una extraña ¿por qué yo?

—Lo eres. No me repliques

—Pero

—Tal vez estés pensando oh, ¿por qué una chica me diría eso? Es extraño, debería huir pero dado que escribo música me gusta expresar mis sentimientos, aunque a veces me cueste

Continuó con su discurso, chocando sus palabras, realmente estaba nerviosa y me sentí afortunada por verla de esa manera

—No estoy pensando eso, Becky

—¿No? — preguntó extrañada

—En absoluto ¿por qué estaría mal que una chica le diga a otra que es bonita? No es como si lo fuera, pero

—Lo eres— volvió a interrumpir— y tienes razón, no hay nada de malo en ello

El tren de nuevo volvió a avanzar y mi corazón volvió a latir con mayor intensidad, pero sin dolor. Esta vez Becky Armstrong la que causaba que mis latidos aumentaran, la chica que hacía que me enamorara de ella cada cinco segundos

Yo no te conozco y ya te echaba de menos.

Jueves「 Beckfreen 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora