5. Yo cierro los ojos, me hago pequeñita

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Luego de suplicarle absolutamente a todos los Dioses habidos y por haber, ese día fue diferente. Fue una diferencia tanto buena como mala

¿La mala? Se bajó una estación antes de la mía, cosa que jamás había pasado así que era completamente inusual, en ese momento mi mente comenzó a trabajar mil por hora ¿Y si quedó de verse con alguien más? Quizás un chico, bonito, delgado y con cabello corto y cuerpo perfecto

No sabía si existía, pero de igual manera lo odiaba o, mejor dicho, odiaba la razón por la que ella se bajó

Lo importante en ese momento fue lo bueno porque al bajar de su estación algo apresurada (aparentemente había olvidado que tenía que descender ahí) tiró su cuaderno y al querer regresarse a recogerlo, las puertas ya habían cerrado. Me apresuré a recogerlo, estábamos solas como siempre así que nadie lo tomaría, nadie más que yo, pero aun así fui corriendo hasta aquel cuadernillo como si mi vida dependiese de ello.

Mi amor imposible vio lo que hice mientras avanzaba el convoy acelerando de poco su paso.

Nos miramos fijamente a los ojos por el cristal que ya nos separaba y de pronto me sentí pequeña ante su mirada, sostenía con una de mis manos sus pertenencias. Se veía asustada casi como si hubiese perdido algo muy importante para ella.

Como pude hice varios gestos torpemente con la mano indicándole que mañana se lo devolvería, que no tenía que preocuparse, pero claramente no soy mimo y no sabía si me habían entendido y a juzgar por su cara de ¿Qué rayos le pasa a esta chica? pienso que no fue así

Al final, la vi suspirando, mirando hacia otra parte, bajé la vista para darme cuenta de que en mis manos estaba la razón para hablarle y no una estúpida excusa como pedirle la hora o algo así: eso ya no se usaba, ya no en este siglo.

Estaba eufórica de felicidad porque mañana le hablaría, mañana escucharé su voz por primera vez y me tendrá que agradecer con una sonrisa por haber salvado su preciado cuaderno. Quizás en eso ultimo exageraba, pero en serio, quería que me dedicara al menos una sonrisa.

Todo el día en la escuela y en casa me la pasé mirando aquel cuaderno, dudando entreabrirlo o no. Si lo hacía me sentiría una Stalker que estaría violando por completo su privacidadaunque podía ser un simple cuaderno de la escuela ¿no? Con aburridas lecciones sobre alguna materia, nada lo suficientemente personal como para hacerme sentir como una acosadora pero a este nivel ¿no ya sería una? Me la paso mirándole, incluso he de admitir que he fantaseado con ella ¿Qué más da si soy una acosadora? Ella no sabía que miré su cuaderno, pero tampoco confiaría en que no lo abrí

Al final solo soy una desconocida

Vamos, Freen ¿Por qué te lo piensas tanto? Mirarás solo un poco, sabrás más de ella ¿No es lo que siempre has querido?

Hazlo, hazlo

Seguro tiene escrito su nombre, Sarocha. No seas imbécil, ábrelo.

Y tal como si mi subconsciente me indicó, su nombre estaba escrito en la primera hoja con una caligrafía no muy limpia

Becky Armstrong

Decidió no mirar más, me bastaba con ponerle nombre a su rostro, pero la curiosidad me mataba. Solo será un rápido vistazo

Minutos después supe que Becky estudiaba música o era su hobbie. Aquel cuaderno era de acordes y con ayuda de mi compañera de piso, Nam, supimos que mi crush, como ella la llamaba, era bastante talentosa para esto

Tú apartas la vista, apenas respiro

Jueves「 Beckfreen 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora