Desde esa tarde, Alin se dedicó a observar con atención y disimulo el lugar sin hacerse notar mucho.
Estuvo disfrutando de la compañía de Alex que tenía una energía contagiosa. Había presenciado una partida de ajedrez entre su nuevo amigo y Brad, el premio fueron unos panecillos con relleno de mermelada. Alex notó que Alin disfrutó el primero de cortesía, y se empeñó en ganar las siguientes partidas para complacer el antojo de la chica.
Ella notó que en las puertas no había perillas ni otro tipo de cerraduras prominentes, excepto pestillos circulares con cerrojos planos y que podían abrirse únicamente desde afuera mediante un pequeño hueco que había debajo a modo de agarradera. En el techo, no había focos sino lámparas empotradas. Las ventanas, como había visto por la mañana, tenían barrotes por fuera; imposible escaparse, aunque no era algo que ella pensara en hacer. No había cortinas en ninguna, por lo que su curiosidad sobre el piso con ventanas tapizadas de papel fue en aumento.
Los enfermeros portaban sus gafetes con un clip y no con correas, pensó que de esa manera era más fácil que se les cayera, pero era posible que los cordones resultaran un problema para los pacientes. También notó que llevaban zapatos deslizables, ni un solo cordón.
Su análisis a la habitación fue interrumpido al escuchar que estaban abriendo las habitaciones.
La luz cegadora la llevó a entrecerrar los ojos, para tratar de enfocar a la enfermera, que había abierto abruptamente la puerta solamente para anunciar en voz alta la revisión de medianoche. Miró con indiferencia a Alin que permaneció en silencio, y cerró la puerta para continuar su conteo en las otras habitaciones.
Un suspiro le sugirió tratar de dormir, y cerró los ojos.
Fueron los gimoteos amortiguados fuera de su habitación, lo que le impidió continuar con su relajación. Su impresión era que estaban lastimando a alguien y le impedían gritar, por lo que, en un acto de instinto, se levantó enseguida para ver de qué se trataba y ayudar si era posible.
Sus manos se deslizaron con desespero por la rendija que unía la puerta con el marco, buscando inútilmente la manera de abrirla, pues tan pronto como sus manos llegaron al cerrojo, cayó nuevamente en cuenta de que no había perilla, y el pestillo se encontraba por la parte exterior. Con las manos aún en la puerta, recargó su frente en la misma, lamentando no poder ayudar a quien fuera que lo estaba pasando mal. El que la alejaran de ese enfermero, Max, fue una clara alerta para ella de que los pacientes podrían ser vulnerados.
Qué injusto, se dijo consciente de que estaba allí por una razón que ni ella comprendía y había notado su miedo ante aquel desconocido de mirada fría y calculadora, pero que esas otras personas estaban más expuestas emocionalmente, y probablemente a nadie le importaban. ¿Cómo podrían expresar algo de manera racional si su estado mental los tenía bajo el cuidado de personas que no les creerían nada?
Sin poder hacer nada, volvió a la cama y se concentró en dormir.
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El piso de las libélulas |Pasados Ocultos I | En proceso
Tajemnica / ThrillerElla no sabe cómo es que terminó en un sanatorio mental. No recuerda su nombre, su edad ni de dónde viene. Lo único que recuerda es a Alex, pero ¿quién es Alex y por qué es al único que recuerda?