P R Ó L O G O

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Minho y Soo-Jin eran una pareja de coreanos que habían viajado a los Estados Unidos para visitar a sus padres que vivían en este país. Sus padres les habían pedido que vinieran con la condición de que conocieran a su nieta, la pequeña Hye-Jin, que había nacido hacía apenas un mes.

Hye-Jin era una linda niña, con la piel tan blanca como la nieve, el cabello y los ojos negros como la noche, y tan pequeña y frágil a ojos de los demás. Minho y Soo-Jin la adoraban con todo su corazón, y estaban ansiosos por presentarla a sus abuelos.

Era una noche fría y oscura, y estaba lloviendo como nunca antes se había visto. Minho y Soo-Jin iban en su coche por una carretera solitaria, siguiendo las indicaciones del GPS. Hye-Jin dormía plácidamente en su sillita, abrigada con una manta rosa.

— ¿Estamos cerca, amor? — preguntó Soo-Jin, mirando el reloj. Eran las diez de la noche, y habían salido del aeropuerto hacía más de dos horas.

— No lo sé, cariño. El GPS dice que tenemos que seguir por esta carretera, pero no veo ninguna señal — respondió Minho, frunciendo el ceño. La lluvia dificultaba la visibilidad, y las luces del coche apenas iluminaban el camino.

— ¿No crees que nos hemos perdido? - insistió Soo-Jin, preocupada. — Tal vez deberíamos llamar a tus padres, y decirles que llegaremos más tarde.

— No, no. No quiero preocuparlos. Además, el GPS no puede estar equivocado. Seguro que estamos cerca - dijo Minho, tratando de tranquilizarla. — Confía en mí, amor. Llegaremos pronto.

Soo-Jin suspiró, y se recostó en el asiento. No estaba convencida, pero confiaba en su esposo. Miró por la ventana, y vio cómo la lluvia caía con fuerza, formando charcos en el asfalto. Se preguntó cómo estarían sus padres y si estarían esperándolos con ansias. Pero también corría con la preocupación de que no les aceptaran.

— ¿Sabes? Estoy muy feliz de que vayamos a ver a nuestros padres — dijo Soo-Jin, rompiendo el silencio. — Hace tanto tiempo que no los veo y los extraño mucho.

— Yo también, amor. Yo también — dijo Minho, sonriendo. — Seguro que les encantará conocer a Hye-Jin. Es tan bonita, como tú.

— Oh, no digas eso. — dijo Soo-Jin, riendo.

Ambos se miraron, y se sonrieron. Se tomaron de la mano, y se dieron un beso. Se sentían felices, y agradecidos por la vida que tenían.

No sabían que ese sería su último contacto físico.

En ese momento, un gran vehículo que venía delante de ellos frenó bruscamente, sin previo aviso. Minho, que estaba distraído por su esposa, no se dio cuenta a tiempo, y chocó contra él. El impacto fue tan fuerte, que el coche de Minho y Soo-Jin salió despedido hacia el otro lado de la carretera, donde se estrelló contra un árbol.

El coche quedó hecho un amasijo de hierros, y el silencio se hizo en el interior. Ambos yacían inconscientes, con la sangre brotando de sus heridas. Sus cuerpos estaban rotos, y sus vidas se escapaban.

La bebé, que había salido despedida de su sillita por el choque, aterrizó milagrosamente en el césped, a unos metros del coche. Su manta la había protegido del frío y del golpe y solo tenía unos rasguños. Sin embargo, al sentir el cambio de temperatura y el ruido, se despertó asustada y empezó a llorar.

Lloró con todas sus fuerzas, esperando que sus padres la escucharan y la fueran a buscar. Pero sus padres no la escucharon, ni la fueron a buscar. Sus padres estaban muertos, y fríos. Y ella estaba sola, y perdida.

La lluvia seguía cayendo, y la noche seguía siendo fría y oscura. Nadie pasaba por esa carretera, nadie se enteraba de lo que había pasado. Nadie sabía que una familia feliz se había convertido en una tragedia. Nadie sabía que una niña inocente había quedado huérfana.

Nadie, excepto el destino, que había jugado una mala pasada.







Capuly_

𝐅𝐎𝐋𝐋𝐎𝐖𝐈𝐍𝐆 𝐌𝐘 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 // 𝐁𝐞𝐧 𝐏𝐥𝐮𝐧𝐤𝐞𝐭𝐭 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora