★ 06

369 17 3
                                    


Con la luz tenue del velador me observaba en frente del espejo, realmente disfrutando de las vistas que el reflejo me daba.

Me senté en el borde de la cama, mirándome las botas. Voy a tener una linda cita con un chico que me gusta mucho, que por ahora no ha hecho otra cosa que satisfacerme en todos los sentidos. Sonrió nerviosa, enorgulleciendome de mi misma.

El vestido que tenia no era nada mas que delicado y cómodo, no se ajustaba en ninguna parte, se deslizaba sobre mi piel suavemente dándome una bonita figura. Su color negro me resaltaba el bronceado y el pelo rubio, eso me encantaba.

Un cinturón de círculos de metal dorado me adornada la cadera, y las botas me llegaban al final de la rodilla. Me encantaban las botas.

Me rice las pestañas y me puse vaselina en los labios. Giré sobre mis pies para corroborar que no había ningún problema con la parte de atrás.

Me saqué una foto en el espejo y se lo mostré a Maria.

Ella solo envió un corazón y un dedo arriba, me reí con su respuesta.

Me fui hasta la entrada, disfrutando de como los zapatos resonaban por la casa, me sentía una mujer mayor.
Con el espejo de la entrada, la foto de mi madre sonriente me observaba. Sonreí pensando en ella.
Miré sus botas, que ahora me adornaban las piernas, seguro ella me las halagaría.

Escuché por encima del bullicio de la ciudad un auto estacionarse sobre la entrada de mi casa. Abrí la puerta con una sonrisa y camine hasta el oscuro auto de Hector.

Lo sorprendí cuando me subí al auto, el me miró ofendido.

–Justo hoy que te tenía que abrir la puerta no me dejas. –Dice, mirándome con una sonrisa.

Sus ojos brillaban con la luz de los autos que pasaban por nuestro lado, el tenia esa mirada tan profunda que nunca antes nadie me había dado excepto el. Sonríe y me da un beso en el pómulo.

–Siempre apareces mas hermosa de la ultima vez que te veo, como puede ser eso posible?

Me rió con el cosquilleo de sus labios sobre mi cuello. El se separa de mi, buscando algo en su bolsillo.

Mientras yo lo observo, noté que buscó salir un poco de su zona de confort porque se puso un pantalón color marrón claro y una camisa ancha de color blanca. Y nose si era el detalle que no se había hecho los rulos y tenia el pelo mas liso, pero estaba hermoso con su cambio de look.

Sacó de su mano hecha un puño del bolsillo trasero de su pantalón. Yo lo miré expectante.

–Yo se que te gusta lo cliche pero no queria comprarte algo tan comun como las flores para una primera cita. –Arqué una ceja, tratando de mirar lo que tenia en la mano. –Y mi mamá me enseñó desde muy pequeño que hay cosas muy comunes que tenemos siempre al lado que la verdad que son mas importantes.

El abrió su mano, dejandome ver una pequeña piedra que a mi parecer no tenia nada de especial.
–Leí que hay rocas que dicen muchas cosas, esta representa la durabilidad y resistencia. –Hector agarró mi mano desde la muñeca y apoyó la áspera piedra allí.

La observe, era pequeña, negra con puntos que brillaban con el reflejo que entraba de las ventanas del auto. Arrugué mis labios, mientras me sonrojaba de la emoción.

–Me arrepiento de no haber comprado algo mas placentero visualmente. –Dijo el.

Levanté mis ojos de la piedra y los posé en el. Como pude traté de darle mi sonrisa mas sincera y acercarlo a mi para abrazarlo.

Me causaba mucha ilusión lo que me regaló, algo diferente e inesperado. Maria lo va a amar cuando se lo cuente.

–Es perfecto, muchas gracias.

El acarició mi espalda antes de dejar un beso en mi hombro y separarse. Me observó con esos brillantes ojos antes de preguntar.

–Vamos?

Yo asentí, guardando su regalo en mi bolso. Durante el camino pensé en donde guardaría aquella piedra, posiblemente en un frasquito de vidrio o alguna caja.

En poco tiempo, Hector estacionó el auto fuera de una construcción voluminosa y extravagante. Sonreí de solo verlo, pero me preocupaba el hecho del que un tomate debe valer un ojo de la cara.

–Podemos costear este lugar? –Pregunté concentrada en la ventana.

–No hablemos de dinero. –El apoyó una mano en mi muslo de manera cariñosa.

–Pero parece super caro...

–Luego me lo recompensas. –Dijo.

Abrí los ojos con sorpresa girándome a mirarlo. Hector tenia una cara risueña, mientras se mordía los labios.

Yo sonreí y me bajé del auto como el, que rápido lo rodeo para llegar a mi lado. El fresco aire me aireaba hasta los poros. Hector se paró a mi lado y me tomo de la mano, pásandola por delante de mi para apoyarla sobre mi cadera con la suya encima, como una especie de abrazo para caminar juntos.

–Tienes frío? –Pregunté.

–No, tu?

–No, estoy bien.

El lugar estaba rodeado de plantas grandes tan extravagantes para reconocerlas, todo era crema y asimétrico. El recepcionista usaba un traje rosa salmón que lastimaba a los ojos.

Escuché a Hector pedirle al hombre la mesa que supuestamente había reservado. Me gustaba que todavía no me había soltado, siempre me sostenía o tocaba de alguna manera u otra.

Incluso para subir las escaleras me tomó de las manos.

No había mucha gente, las pocas que habían eran familias o grupos de gente mayor. El recepcionista nos dejó en una mesa del segundo piso para luego irse camino a su lugar de nuevo.

Las sillas eran tan cómodas como sentarse en nubes, de algodón caro y esponjoso. Y el mantel tenia rayas de todos los tipos de color piel.

–Te gusta el lugar? –Preguntó Hector, mirandome atentamente.

–Si, es muy lindo.

Luego de que el mesero nos diera el menú, espero unos minutos a nuestro lado para que podamos elegir. Me precio raro, usualmente los meseros se van y vuelven a los cinco minutos, pero nunca en mi vida vine a un lugar tan glamoroso, debe ser eso.

–Hector que te vas a pedir? –Le pregunté a mi acompañante, mirandolo a traves de la pesada carta de menú.

–Yo... –Repasó el menú con la mirada, pensándoselo bien. –Creo que el Filet Mignon.

Miré la carta, buscando ese plato. En la categoría "Carnes y cerdos" estaba colocado como cuarto plato. "Bife de lomo grillado a la leña acompañado de papa rellena".

–Yo me pido ese igual. –Sentencié, sin saber muy bien que era el bife de lomo grillado.

Hector se rió tiernamente, observandome mientras se apoyaba en la mesa con los codos. Con una seña llamó al mesero, que se acerco de manera atenta.

Nos aceptó las cartas antes de tomar la libreta para anotar nuestro pedido.

–De entrada unas potato skins. –Hector hizo silencio, esperando que el señor terminara de escribir. –Dos Filet Mignon y para tomar un Rutini.

Yo alcé una ceja, sin saber muy bien de que hablaba pero me quede en silencio hasta que el señor se fue.

Tattooed Heart • Hector FortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora