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Nina


Salí de la casa en cuanto vi el auto de Hector estacionarse en frente de mi casa, puso las balizas y se bajó de este. Dando la vuelta y apoyándose sobre el vehículo.

Tenia el rostro cansado, con sus oscuros ojos caídos me miraba con intensidad y con su hermosa boca me sonreía. Tenia el pelo húmedo, por no decir mojado y le caían algunos mechones hasta llegar a sus cejas.

–Hola... –Susurre, llegando al lado.

La vergüenza era poca, conocía a Hector más tiempo que a mi mejor amiga y eso me reconfortaba un poco, íbamos a tener de que hablar; pero no dejaba de ser un chico sumamente atractivo el cual me había invitado a estar solos en su casa.

–Tanto tiempo. –Bromeó.

El apoyo la mano en la parte trasera de mi cabeza en cuando me acerque a saludarlo, dejándome un beso en la mejilla, y luego antes de que me alejara por completo me dio otro en la cabeza.

Me volvió a abrir la puerta, tal como anoche, y yo me seguí emocionando como anoche.
Me acomodé en el interior del auto que ahora olía a menta.

Ojeé el colgante de tabla de surf que tenia en el espejo retrovisor. Lo tome con los dedos y me lo acerque a la nariz. Este desprendía un olor mentolado que me saco unos cuantos estornudos.

–Quieres que paremos a comprar unas gaseosas? –Preguntó en cuanto emprendimos camino a su casa.

–No tomo gaseosas, pero si tu quieres vamos.

–Ah! Como que no? Si cuando éramos pequeños te encantaba el agua tónica que compraba mi mama para mi cumpleaños.

Sonreí, acordándome de aquello. Ni siquiera yo lo recordaba, no puedo creer que el aun lo haga.

–Si, pero ahora con el baile trato de no tomar. Ademas en tus cumpleaños tomaba tanto porque mis padres no me dejaban hacerlo en casa.

El largo una risita, yo me gire a mirarlo mientras el se concentraba en el camino.

Seguía hablándome, pero yo estaba muy perdida en observar sus carnosos labios y los músculos de su cuello moverse. Esto que el me hace sentir es tan fuerte, algo mas que una calentura. Me emociono al ver como llegamos a su casa.

Ambos bajamos del auto que metió en el estacionamiento. Tenia una entrada muy bonita, llena de plantas y flores, algo que jamás vería en la mía.

Introdujo la llave y abrió la tediosa puerta de manera que chirriaba de forma aguda. El olor cálido a suavizante de ropa que siempre él tenia me transporto a los recuerdos mas antiguos de mi mente.

Cuando mi corazón latía con fuerza cada vez que era su cumpleaños de pequeños porque su madre hacia las mejores salchichas en camisa, y me dejaba comer con ella en la cocina porque las demás niñas se la pasaban jugando al futbol con los chicos.

Y a mi siempre me gusto más jugar a la mancha o a construir ensaladas de césped y hojas caídas del árbol.

–Hace mucho no vengo a tu casa. –Comento, mirándome en el gran espejo que tenían en la entrada.

–Hace mucho que no nos veíamos. Realmente no se porque nunca hablamos tanto.

–Tu siempre fuiste bastante raro de descifrar –Pase a su lado para llegar a la cocina, todo seguía igual que como lo recordaba excepto por algunos cuadros y decoraciones.

–Que quieres decir con eso?

–Y, un día eras muy antisocial y al otro día eras amigos de todos. Pocas veces me prestabas atención después de la primaria sinceramente.

Tattooed Heart • Hector FortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora