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–Puedes decirme si es mucho, o si es poco, no me voy a ofender.

Mire angustiada mi reflejo en el espejo del baño, subiéndome la pollera encima del ombligo.

–Eres la jovencita mas hermosa del planeta, te lo juro.

Observe a Hector acercarse por detrás de mi, apoyó sus manos sobre mi hombros y pegó mi espalda en su pecho de manera brusca.
Me dejó un beso en la punta del hombro con delicadeza.

Sonreí viendo su hermoso rostro alinearse en una mueca graciosa. –Cuanta crema te pusiste?

Hector se relamió los labios antes de hacer una mueca y limpiarse la boca con el dorso de su mano.

–Mucha crema.

–Me di cuenta. –Se rió saliendo del baño.

Termine de abrocharme las pulseras en mis muñecas y lo seguí hasta el centro de mi habitación. Hector se encontraba encorvado en la punta de la cama mientras miraba algo en su teléfono, con una sonrisa de lado a lado.

–Si voy de tacos es mucho? Me da miedo que piensen que exagero. Sino tengo mis botas.

Hector me prestó atención, escaneándome con los ojos de arriba a abajo. Yo estaba en una encrucijada entre las dos cajas de calzados.

–Ni, las pocas chicas que van a estar ahí son todas novias de futbolistas de que se gastan miles de euros en bolsos, no va a haber problema si te quieres poner tacones. –Opinó el, mirando los zapatos negros que colgaban vagamente de mis manos.

Sonreí, colocándome los finos tacos sobre mis fríos pies, me miré en el espejo de cuerpo completo que estaba apoyado en el suelo de la habitación.

Los tacones me estilizaban las piernas de manera fina, parecían dos agujas. Amo cualquier cosa que tenga plataforma, me hace sentir una señorita delicada e instruida. 

–Te quedan hermosos. –Comentó Hector desde la cama.

Caminé en su dirección, sentándome a un lado suyo. El pasó su brazo al rededor de mi cuerpo y me atrajo al suyo.

El espejo en frente de nosotros me mostraba lo grande que era el cuerpo de Hector a comparación del mío. El tenia una camiseta de poliéster gris con unas bermudas verde gastado. Todo le quedaba espectacular a este chico.

Sus brazos me agarraban por la cadera y mirándolo desde el punto de vista que yo lo estaba haciendo, calentaba a cualquiera. El seguía mirando el celular mientras me acariciaba el costado de mis piernas con el pulgar de manera cariñosa.

–Vamos? –Preguntó, apagando su telefono.

Yo me tire sobre su hombro, descansando mi cabeza ahí.

–Me da verguenzita. –Admití, mirándolo desde abajo.

–Que te da veeguenzita? La vamos a pasar bien, vamos.

Hector me regaló un beso rapido antes de levantarse de la cama y apagar el velador de mi mesa de luz. Lo seguí por mi casa hasta llegar a la entrada.

–Cierra bien, no vaya a ser que pase lo de la vez pasada. –Advirtió parándose a un lado de la puerta.

Me reí recordando como hace una semana, cuando Hector y yo llegamos del parque estaba la puerta principal de mi casa abierta y estaba segura de que mi hermano no estaba. Dormí con mucho miedo esa noche, pero mirando las cámaras de seguridad me di cuenta que había sido yo la que dejó la puerta abierta.

Hector y yo nos subimos al auto, agarrando prisa porque estabamos llegando al cumpleaños con el tiempo justo.

Miré la bolsa de cartón donde estaba nuestro regalo. Agarré el marcados negro de mi bolso y lo firme con nuestros nombres.

"Que los cumplas muy feliz Juan, Hector y Nina"

–Te gusta?

Hector miró la bolsa con curiosidad, agudizando la vista para observar mejor el escrito. –Si, esta bien.

–Solo esta bien?

–Esta hermoso mi amor.

Me paralice por unos milisegundos, pero temía que si actuaba diferente por su forma de llamarme le iba a dar impresión hacerlo. Esbocé una sonrisa por lo bajo, jamas un chico me había llamado así de no ser por mi padre.

El estomago me ruge y no creo que sea precisamente por el hambre. Hector se ríe disimuladamente con una actitud traviesa.

–Que? –Pregunto con una sonrisa.

–Nada.

El conecta sus ojos con los míos a través del espejo retrovisor. La piel al rededor de sus ojos se arruga por su sonrisa y es lo que mas me encanta de sus rostro.

El festejo era en un restaurante de playa, con un estilo hawaiano que le daba un atractivo visual.
Hector aparco con el resto de los carros del estacionamiento y me retoqué el gloss de los labios en lo que el rodeaba el auto para abrirme la puerta.

Me tendió la mano y la acepte con gusto, mientras no tenia que poner ni un poco de esfuerzo en levantarme porque el mismo lo hacia. Cerró el coche detrás de nosotros y yo sostuve su dedo anular mientras atravesábamos el gran estacionamiento.

Subimos unas escaleras que estaban llenas de arena y rodeamos el interior del restaurante para pasar a la parte trasera.

Una larga mesa se ubicaba en una terraza, no había tanta gente como me imagine, pero si varios espacios vacíos.

El que parecía ser el cumpleañero se levantó desde la punta de la mesa y se encaminó hacia nosotros. Hector soltó mi mano para darle un abrazo de buen gusto a su amigo.

–Feliz cumpleaños Juanete. –Escuché como el susurraba sobre su hombro.

–Gracias hermano.

Hector le dió un sonoro beso en la mejilla, y el total desconocido se quedó parado en frente de mi. Adopté la actitud mas sociable que podía llegar tener alguna vez en mi vida y por alguna razón dejé que el, claramente cariñoso, Juan me de un abrazo.

–Feliz cumpleaños.

Juan era rubio y bronceado, con unos ojazos que mataban. Parecía super pequeño a comparación de Hector, era curioso que solo le llevara un año.
Sonreí y le tendí la bolsa de cartón que ocultaba nuestro regalo comprado a medias con Hector.

–Muchas gracias Nina. –Dijo este, era obvio que sabia mi nombre, lo mínimo que le pedí a Hector era que le preguntara si estaba seguro de mi invitación. –Venid, sentarse donde gusten.

Hector y yo saludamos a todos con la mano, y lo seguí hasta que nos sentamos a un lado de Hugo Alba, o eso entendí en el quisquilloso susurro de Hector.

Yo me senté en la esquina de la mesa, asique estaba entre Hector y, gracias a dios, una chica. Era rubia y tan flaca como un spaghetti, tenia la mandíbula super marcada y el pelo liso como seda.

Se entretenía con su brazalete, contando las mostacillas de este. Parecía estar pasando la misma vergüenza que yo, y eso me hacia sentir bastante aliviada.

A su lado había una silla vacía, pero con un abrigo en ella; lo que me hizo suponer que vino con alguien que en este momento no estaba con ella. Mi padre siempre me enseñó a ser simpática y agradecida, ademas de incitarme a conversar con la gente que estaba sola.

Así que me hice la tonta y le susurre a Hector que me pase la botella de gaseosa. El iba a servirme pero antes de que lo haga  le arrebate la botella sin explicación alguna.

Me serví en mi copa e incline la gaseosa hacia la copa de la rubia.

-Quieres? –Pregunté haciéndome la casual.

La chica levantó la mirada con curiosidad, me reveló unos ojos celestes letales para cualquiera. Tenia una sonrisa muy simpatica.

–Si, muchas gracias. –Me sostuvo su copa. –Aunque no deberia, me hinchará hasta los pies.

Sonreí. –Pero es una copa solamente, por lo menos no es Whisky.

Ella se rió, dandole un trago a su gaseosa.
–Soy Nina.

–Berta. –Acercó su copa y las chocamos como si de ancianas se tratase.

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⏰ Última actualización: Sep 23 ⏰

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Tattooed Heart • Hector FortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora