II. twenty

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Se sentó con él en una mesa de su cafetería y librería comió del affogato de vainilla que le había comprado, pero cada cucharada
parecía forzado no pudo evitar notar el apretón de su mandíbula y los lentos tragos de su garganta pero aun así, siguió tomando y tomando más como si la única manera que tenía de librarse de aquel disgusto fuera dejar el vaso vacío

-Sra. Hong- Dijo, consciente de que no la conocía desde hacía mucho tiempo

Ni siquiera se conocían lo suficiente como para ser amigos sabía que no tenía derecho a mirarla y esperar una respuesta pero él siguió adelante y preguntó de todos modos:

-¿Qué pasa?- Ella lamió lo que quedaba de postre de sus labios y lo miró a los ojos de inmediato

-Nada- exhaló con tanta facilidad -todo está bien- Una respuesta bien practicada

Una explicación tan distante no debería haberlo sorprendido, pero lo hizo especialmente después de saber cómo sonaba su risa de borracha después de ver su rostro iluminarse con una amplia sonrisa, aunque normalmente fuera a costa de él

Cómo ella siempre había sido vacilante y distante, pero nunca tan insensible... Porque incluso si no fueran amigos, seguramente eran más que los extraños que ella ahora le hacía parecer

Le sorprendió mirarla y no ver ni rastro de esa chispa traviesa en sus ojos que, por muy molesta que fuera, a él le llegó a gustar fue extraño la comprensión de que en tan poco tiempo, realmente se había encariñado con ella de los demás inquilinos de Geumga Plaza no sólo el oro era algo que no podía haber esperado

Un nudo incómodo sólo se apretó alrededor de su corazón y le dolió: la muerte de un hombre bueno y decente como el abogado Hong Yuchan la necesidad de querer hacer algo al respecto y ayudar, sólo para encontrarse con nada más que desconfianza por parte de ellos no debería ser tan frustrante para él, pero lo fue

-Si me disculpa, señor Cassano tengo trabajo que hacer- La señora Hong se levantó de su asiento

Agarró su gabardina de donde estaba colgada sobre el respaldo de la silla con él doblado sobre su antebrazo derecho, se mantuvo quieta por un momento más mientras recordaba algo

-Oh, y esto es para ti...- La Sra. Hong metió una mano en el bolsillo de su abrigo y sacó una pequeña caja de acrílico transparente

Vincenzo miró el alfiler de esmalte que le entregaron, similar al que ella había prendido en el costado de su camisa sobre su corazón excepto que éste tenía la forma de un peón de ajedrez y no de un rey, como el de ella

-¿Para mí?- Se sintió bien al suponer el cabeza de cuervo simplemente asintió

Su siguiente serie de palabras cayó sobre él como un golpe. Inesperadamente, a pesar de que debería haberlo visto de inmediato, el peso de un regalo que había pensado que era para él ahora se encontraba incómodamente en la palma de su mano si ella se dio cuenta de la expresión de su rostro o no, realmente no había manera de que él lo supiera

𝕯 𝖊 𝖘 𝖕 𝖊 𝖗 𝖆 𝖉 𝖔 //  vincenzo cassano //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora