La casa del árbol

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1 mes después.

Ya se había acostumbrado a los horarios del campamento, a la comida, a la gente, etc.

Se seguía viendo los fines de semana con el minotauro y a veces le mencionaba el hecho de viajar a otra época, pero a pesar de que ella lo quisiera, lo seguía viendo como algo casi imposible.

Él conocía un hechizo para conectar 2 pergaminos y así seguir hablando como si estuvieran en la taberna.
Aunque había preferido mantenerlo oculto bajo su almohada para que sus amigas no lo vieran, no sabía como iban a reaccionar si supieran que se habla con un minotauro mucho mayor que ella, que además, sabe como fue que ellas terminaron ahí. El hada se había puesto a pensar por un tiempo lo que hablaron, más allá del plan de viajar en el tiempo, se cuestionaba que tal vez contarle su historia y la de sus amigas, habría sido demasiado personal.

Tal como había acordado con el duende, ella se lo presentó a sus amigos en el desayuno y no se había olvidado de como fue.

"-Él es un duende - se sentaron junto a Marcela - lo conocí en las misiones de la música.

- ¿Tú eres el que baila? - preguntó la bruja sonriendo.

-¿Qué...? - el duende se volvió al hada - ¿Les dijiste?

-No, no - respondío al instante - ¿Cómo lo sabías? - le preguntó a la bruja.

- Lo dije de broma - la bruja evitaba reírse.

- Bueno, ya no es un secreto - el duende se dirigió a todos - pero no se lo digan a nadie.

-¿Y si lo escribo en el tablero de chismes? - bromeó el elfo."

Se siguieron viendo de todas formas en los desayunos y cenas, al principio extrañaba a sus amigos al no poder ir con ellos, así que pasaban más tiempo juntos los domingos, que eran los días que no habían misiones (a excepción de los castigados).

Generalmente iban a los lugares que el hada les contaba que existían, gracias a la momia que le iba mostrando después de pescar.

Una de esas tardes en un domingo, se estaba festejando el aniversario del campamento y la gente se fue al centro para celebrarlo con una pequeña feria armada por ellos mismos.

A pesar de que era muy bonita y habían muchas actividades para el resto del día, ellos decidieron ir a explorar otra zona del campamento que no habían ido hasta ese momento: El lago dorado cerca de la playa.

Los 10 amigos regresaron a la zona de carpas y sacaron botellas, gorras, etc. Todo listo para salir.

La bruja sacó el pergamino, el cual ya estaba activado ya que era más fácil solo abrirlo cuando lo necesitaran, en vez de buscar si tenían las ramas con la poción a cada rato. Mientras tanto, la pirata robó unos sandwiches, malvaviscos, galletas y bebidas del comedor antes de partir.

El mito de que Èireann era igual de grande que el campamento de brujas era cierto, mucho antes de llegar al lago necesitaron un pequeño descanso debajo de unos árboles con unas hermosas flores amarillas, debía de ser primavera.
Se sentaron en el pasto, la gata de la vampira comenzó a escalar una de las ramas y a observarlos desde ahí.
El hada sacó un juego de cartas para una ronda mientras descansaban.
Les enseñaron las reglas a la bruja, Marcela y el demonio antes de empezar la partida y la bruja se dió cuenta de que el duende comía una galleta que se le cayó al piso, intentó volver a concentrarse en el juego para no reírse.

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