11.- Atracción

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El ascensor nos lleva hasta el decimotercer piso y desde allí nos conducen hacia nuestra habitación. Le doy las gracias una vez que nos ha abierto la puerta y le doy una propina.

—Tengan una feliz estancia—nos dice haciendo una reverencia.

—Muchas gracias—responde Vali con amabilidad.

Entro en la habitación aun sosteniéndome de su brazo. No quiero soltarme porque tengo miedo de caer al suelo. Pero cuando me detengo frente a la enorme cama, me percato que tenemos un problema y que fue un enorme error decir que estábamos de luna de miel.

—Creo que tendremos que dormir juntos—murmura. Aparto el agarre de mi mano en su brazo y me siento en el borde de la cama—. ¿Por qué dijiste que estábamos de luna de miel? —inquiere con curiosidad.

—No lo sé, fue lo único que se me ocurrió para que dejara de mirarte como lo hacía. No sé cómo no te molesta la forma en que te miran las mujeres—Vali se me queda mirando con atención como si lo que estuviese diciendo fuera una gran idiotez.

—Estoy acostumbrado a que me miren como si quisieran devorarme—hace una pausa—. Pero en estas últimas horas me he percatado de algo interesante.

—¿De qué? —inquiero curiosa.

—No me miras como lo hace el resto de mujeres, pero es imposible.

—¿Que es imposible?

—Que el efecto de magnetismo que tenemos sobre los mortales, no te afecte.

—¿Porque dices que es imposible?

—Porque para eso tendrías que ser una diosa o un ser inmortal.

—Bueno, según la revista Forbes en su última edición, soy la diosa de la cirugía. ¿Porque crees que me conocen tantas personas? Soy una celebridad en el mundo entero—Vali ríe a carcajadas.

—Si, lo más probable es que te conozcan más a ti que a mí.

Se sienta a mi lado y nos quedamos mirándonos a los ojos. No me conviene para nada perderme en su mirada, porque me hace recordar el sueño que tuve con él. Pero lo hago, el me atrae y sé que le sucede lo mismo, aunque no lo dice. Tocan a la puerta y ambos dejamos de mirarnos.

—Servicio a la habitación—gritan desde el otro lado.

Me levanto y él me detiene.

—Yo voy.

Se pone de pie y se marcha. Necesito con urgencia una ducha para quitarme este calor infernal que estoy sintiendo. Corro hacia el baño y me desnudo deprisa. Abro la ducha y en cuanto el agua está caliente me meto debajo.

—¡Brenda!—exclama mi nombre.

—¡Ya salgo!—le grito desde el otro lado.

Cierro la ducha y tomo una toalla. Solo cuando me he secado, me percato de que no he traído ropa para cambiarme. Miro hacia la puerta y pienso si debo pedirle la ropa o salir así. Lo imagino sosteniendo mi ropa interior y decido que no es una buena idea pedirle que busque entre mis cosas. Tampoco lo es salir envuelta en una toalla, pero no tengo otra opción. Abro lentamente la puerta y salgo. Él está de espalda a mi parado frente a un carrito de comida.

—Nos han subido demasiadas cosas a mi parecer—se gira hacia mí y se queda mirándome fijamente—. ¿Qué te sucedió? —no es la pregunta que te esperas en estos casos, pero es la que debo responder.

—Tenía calor—respondo mientras voy por mi mochila y busco una ropa para ponerme.

—¿Pensé que tenías frío cuando bajamos del avión?

Fuego Eterno© ✔️(+18) #1 Fuego (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora