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oo. GOLDEN BOY

De las grandes ventajas que he aprendido de la escuela en la que trabajo, es la cantidad de recursos con los que cuentan. Recientemente inauguraron dos talleres más, aparte del de danza moderna al cual Dean se incorporó; artes culinarias y boxeo.

Tuve la oportunidad de conocer a ambos profesores en la reunión de presentación, lucían jóvenes y un tanto ansiosos, es por eso que la directora Paisley sugirió que orientara a Félix, el profesor de boxeo. Le enseñé las instalaciones, le expliqué a grandes rasgos cómo funcionaba la escuela en términos administrativos y gracias a ese pequeño empujón él y yo logramos congeniar muy bien.

Otro quien también consiguió un nuevo compañero fue Wesley, el profesor de educación física que vuelve locas a las chicas de secundaria. Aparentemente tanto Félix como él estuvieron compartiendo mucho tiempo, hablando cosas de hombres que desconozco, pero gracias a eso surgió una complicidad en ambos y estoy segura de que una posible amistad.

Wesley me pidió que lo acompañara después de la salida, deseaba ver una de las clases del taller de Félix, así que aquí nos encontrábamos sentados en las gradas del gimnasio, siendo testigos de una de sus clases. Wesley a mi lado, imitando los golpes al aire que él les mostraba a sus alumnos y yo, comiendo un paquete de frituritas mientras observaba el espectáculo.

—¿Crees que algún día pueda tener los brazos de Félix? —pregunta Wesley, alzando su brazo y flexionándolo ante mis ojos.

—Bueno... —divago, ocasionando que ruede los ojos y robe una fritura de mi paquete. —No hay nada de malo en soñar.

—Eres cruel, Elaine —acusa, soltando una risita.

Félix para tener veintidós años era un chico bien dotado, demasiado diría yo. Además de ser altísimo, sus brazos eran gigantescos y sus facciones no representaban en nada lo infantil, por el contrario. Es un chico guapo, de eso no hay duda, sin embargo, por más que tenga un cuerpo fornido, su actitud complementa todo.

Es amable, preocupado y bastante tierno, sobre todo cuando sus mejillas toman color al recibir un cumplido de las osadas chicas que lo rodean cada vez que lo ven. Es bastante gracioso de ver, pero seguro algo incómodo para él.

—¡Eh! —escuchamos un llamado cerca de la puerta de entrada al gimnasio y ambos volteamos a ver. —Sabía que estarían aquí.

Charlie camina hasta nosotros, observando a la distancia la clase que nuestro nuevo compañero de trabajo estaba perpetrando.

—Están acosando al pobre Félix.

—Claro que no —contesto al instante —Wesley me dijo que él mismo lo invitó a participar.

—¿Crees que en algún momento pueda tener sus brazos? —cuestiona nuevamente Wes, ruedo los ojos ante su pregunta y Charlie le contesta con una sonora risa. —Las odio, definitivamente.

Esta vez acompaño la risa de Charlie ante el fastidio que expresa Wesley en su mirada, fastidio que se esfuma en cosa de segundos para reírse junto a nosotras.

—Hola chicos.

Nuestra risa cesa al oír como otra persona se suma a nuestra conversación. Frente a nosotros se encuentra la nueva y cotizada figura de la escuela. El pelinegro saca sus grandes guantes de las manos y revuelve su cabello, esbozando una gran sonrisa hacia nosotros.

—¿Crees que en algún momento pueda tener tus brazos?

Félix se queda mudo ante la reiterativa pregunta de nuestro compañero, volvemos a soltar una risita ante la insistencia de Wesley, quien nos contempla falsamente indignado.

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