❛ 08 ❜

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oo. CELOS


Debo admitir que estos días en donde estuve sola en el departamento, se sintieron extraños. En realidad, estar sin Dean merodeando, sin escuchar su risa o sus comentarios inapropiados fue más raro de lo que pensé y no puedo dejar de decir que lo extrañé. ¡Dios! Jamás pensé que lo diría, pero estoy acostumbrándome a su presencia, tenerlo aquí es algo que no me desagrada del todo.

Y como no deseaba estar sola, invité a Charlie y Félix a casa en dos oportunidades, además claro, las dos veces en donde éste último me acompañó a casa luego de la escuela con la excusa de que le quedaba de camino.

En fin, ya era martes y ridículamente esperaba el mensaje de Dean diciendo que ya estaba de vuelta. Estoy segura de que Charlie se reiría en mi cara si supiera todo lo que pienso, porque fui la primera que aseguró que nada me sucedía con él y mírenme ahora.

En cuanto mi teléfono comienza a vibrar indicando varias notificaciones, supe que era él.


Luego de leer sus mensajes y reír por sus ocurrencias, comienzo a prepararme para su llegada

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Luego de leer sus mensajes y reír por sus ocurrencias, comienzo a prepararme para su llegada. Me visto con un conjunto de lencería que compre hace muy poco, me perfumo, esparzo loción en mi cuerpo, todo luego de una relajante ducha, hasta finalmente cuando estuve lista me siento en la cama, tragando saliva. ¿Estoy haciendo lo correcto?

Poco tiempo me da para pensar cuando escucho las llaves de la puerta principal y entro en pánico, sobre todo porque percibo que Dean no viene solo, sino acompañado. ¡Acompañado!

—¡Leny! —oigo como llama mi nombre, bastante emocionado. Me cubro con una bata de seda, viendo como la puerta de mi habitación se abre despacio. — He llegad-, wow.

—Dean...

Mantengo mis dedos aferrándome a la bata de seda, viendo como el castaño con grandes ojos me escanea sin ningún disimulo. Después de tragar saliva, su boca se abre, deteniéndose en mis ojos, contemplándome impresionado.

—Diablos, Leny —maldice, revolviendo su cabello. —¿Quieres que me dé un paro cardiaco?

—¿Con quién vienes? —cuestiono, enfocando mi vista en la puerta.

—Mierda... te vez increíble.

—¡Dean! —le llamo, procurando que se concentre en mi pregunta.

—¿Eh? oh, sí. Es Remy, mi amigo.

—Bien, entonces me cambiaré.

—¿Que? —chilla, deteniendo mis pasos. —¡No! Le diré que se vaya ahora mismo.

—Claro que no, por algo vino contigo.

Cuando me doy vuelta siento la puerta cerrarse, y los pasos firmes de Dean a través del pasillo. Suspiro, sintiéndome mal por su amigo, y apoyo mi oído sobre la puerta para saber que excusa inventará.

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