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Juntos, se quedaron observando el cielo estrellado, dejando que la quietud de la noche los envolviera en un abrazo reconfortante. Fue entonces cuando Chuuya decidió romper el silencio.

– Osamu ¿Tienes algún deseo que de niño  querías cumplir? — dijo Chuuya, con voz suave y cálida.

Dazai quedó sorprendido por la pregunta de Chuuya. ¿Tenía algún deseo? La pregunta resonó en su mente mientras reflexionaba sobre su vida en la mafia y todo lo que había dejado atrás para formar parte de ese mundo oscuro y peligroso.

Entonces, recordó. Cuando era solo un niño, vagando por las calles sin rumbo fijo, siempre pasaba por una pequeña cafetería. Un lugar era encantador, con una decoración acogedora y una irresistible variedad de postres que siempre lo tentaban. Ahí, en aquel pequeño rincón de paz en medio del caos de la ciudad, nació un pequeño sueño en el corazón de Dazai.

– Sí, tengo un deseo — respondió Dazai finalmente, su voz llena de melancolía.
– Cuando era niño, siempre soñé con abrir mi propia cafetería. Un lugar hermoso, lleno de luz y calor humano. Quería crear un espacio donde la gente pudiera venir a disfrutar de buena compañía y delicias dulces. Pero sé que eso nunca será posible en el mundo en el que vivimos ahora.

La resignación pesaba en las palabras de Dazai mientras reconocía la cruda realidad de su situación. En el sombrío y despiadado mundo de la mafia, los sueños eran lujos que pocos podían permitirse. Y aunque alguna vez albergó la esperanza de hacer realidad su deseo, ahora se veía obligado a enfrentar la verdad amarga de que quizás nunca podría cumplirlo.

Chuuya observó a Dazai con comprensión en sus ojos, sintiendo el peso de las palabras de su pareja. Sabía lo importante que era ese sueño para Dazai, y lamentaba profundamente que el mundo en el que vivían les negara la posibilidad de perseguir sus deseos más sinceros.

– Dime, Dazai — dijo Chuuya con una sonrisa suave. — Si pudieras abrir tu cafetería, ¿Qué nombre le pondrías?

Dazai tomó un momento para reflexionar sobre la pregunta, dejando que sus pensamientos se deslizaran hacia ese lugar imaginario que tanto anhelaba. Después de un breve silencio, levantó la mirada hacia Chuuya con una chispa de emoción en sus ojos.

– Me gustaría que se llamara 'Dulce Encuentro'.

Chuuya levantó las cejas con curiosidad.
– ¿Por qué ese nombre, Dazai?

Dazai inclinó la cabeza, pensativo. —Quiero que 'Dulce Encuentro' sea un refugio para aquellos que buscan un momento de tranquilidad y dulzura en medio del ajetreo de la vida cotidiana. Deseo que sea un lugar donde cada encuentro sea especial. Además, me gusta la idea de que sea un lugar donde la gente pueda encontrar un poco de dulzura en sus vidas, ya sea a través de una buena conversación, una deliciosa taza de café o un postre tentador.

– Chibi, ¿Y tú? ¿Tienes algún deseo? — preguntó Dazai con curiosidad.

Chuuya tomó un momento para reflexionar, y luego miró a Dazai con una mezcla de determinación y vulnerabilidad. — Cuando era niño, mi único deseo era poder encontrar un lugar al que pertenecer, escapar de las calles y dejar atrás la soledad — confesó Chuuya. — Pero ahora, mi deseo... cambio. Ahora mi mayor deseo es tener una vida tranquila a tu lado, lejos de la mafia, quiero poder ver las estrellas brillando en el cielo nocturno junto a ti, descubrir más sobre el mundo que nos rodea y disfrutar de cada color y cada detalle de la vida.

Las palabras de Chuuya resonaron en el corazón de Dazai como una melodía nostálgica. Su pareja anhelaba cosas tan simples y hermosas, cosas que Dazai había dado por sentado durante tanto tiempo. Pero ahora, con la oscuridad de la ceguera acechando en su futuro cercano, se dio cuenta del inmenso valor de esas pequeñas maravillas cotidianas.

Los ojos de Dazai se llenaron de lágrimas mientras escuchaba a Chuuya hablar. La idea de perder su visión era abrumadora, no solo porque significaba renunciar a la belleza del mundo que lo rodeaba, sino también porque significaba perder la oportunidad de ver a Chuuya, de ver sus hermosos ojos y sus sonrisas que iluminaban su mundo.

Despues de esto Dazai no pudo mas y rompio en llanto, Chuuya se sintió preocupado y se acercó rápidamente para abrazarlo con ternura, envolviéndolo en sus brazos con cuidado. —  Cariño, ¿Qué pasa? — preguntó con voz suave, sintiendo la angustia de su amado resonar en su propio corazón.

Dazai sollozó, incapaz de contener sus emociones abrumadoras. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para expresar su dolor y su miedo.— Chuuya... — murmuró, su voz temblorosa por la tristeza. -— Pronto... pronto dejaré de ver. No podré... ver las estrellas, ni tus ojos, ni el mundo o los colores...

El corazón de Chuuya se contrajo al escuchar las palabras de Dazai. Comprendió al instante la devastación que su novio estaba sintiendo ante la perspectiva de perder la vista. Apoyó su cabeza en el hombro de Dazai, ofreciéndole su consuelo silencioso mientras lo abrazaba con más fuerza.

Durante los días difíciles que siguieron al diagnóstico de Dazai, Chuuya se convirtió en un apoyo inquebrantable para él. A pesar de la adversidad, encontraron consuelo en su amor mutuo y se aferraron el uno al otro más que nunca. Chuuya se dedicó a ayudar a Dazai en todo lo que pudo, especialmente en el papeleo y en las misiones de la Mafia, donde trabajaban juntos, confiando el uno en el otro para salir adelante.

Sin embargo, llegó el día inevitable. A la edad de 17 años, Dazai perdió la vista por completo, sumiéndose en una oscuridad que lo abrumaba. Chuuya se dio cuenta de que la Mafia ya no era un lugar seguro para Dazai, donde la oscuridad y la muerte acechaban en cada esquina.

Una noche, después de haberse entregado mutuamente, Chuuya se enfrentó a Dazai con una propuesta inesperada. — Dazai, ¿Qué pensarías si escapáramos de la Mafia juntos? — preguntó Chuuya, su voz llena de determinación.

Dazai se sorprendió por la pregunta de Chuuya. Sabía lo leal que era su novio hacia la organización, por lo que la idea de huir juntos lo dejó perplejo. — ¿Por qué preguntas eso, Chuuya? — respondió Dazai, su curiosidad mezclada con una creciente intriga.

Chuuya respiró hondo antes de responder. — Ya no me siento seguro aquí —admitió con franqueza. — Y no puedo soportar la idea de perderte. Quiero que estemos juntos, fuera de esta vida de peligro y violencia. ¿Qué te parece si escapamos juntos, Dazai?

Las palabras de Chuuya resonaron en el corazón de Dazai, despertando un torrente de emociones. Sabía que huir de la mafia sería extremadamente arriesgado, pero la idea de una vida lejos del peligro y la incertidumbre tenía un atractivo irresistible. Además, el deseo de estar con Chuuya superaba cualquier otra consideración.

Después de un momento de reflexión, Dazai hablo con determinación—  Sí, quiero escapar contigo — declaró con voz firme. — Quiero estar contigo, Chuuya. Donde sea que vayamos, se que estaremos bien.

Chuuya asintió con una sonrisa, sintiendo un alivio abrumador al escuchar la respuesta de Dazai. Sabía que el camino por delante sería difícil y peligroso, pero también sabía que juntos podrían superar cualquier obstáculo que se les presentara. Con un gesto de complicidad, se abrazaron con fuerza, sabiendo que estaban tomando una decisión que cambiaría sus vidas para siempre. Juntos, se embarcarían en una nueva aventura, lejos de la mafia y hacia un futuro lleno de esperanza y posibilidades.
















Echoes of Love: A Bittersweet Promise (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora