La pérdida de Dazai pesaba como una losa sobre los hombros de Chuuya, una carga que parecía aplastarlo cada vez más con el paso de los días. Después de la trágica muerte de su amado, el mundo de Chuuya se sumió en la oscuridad, una oscuridad que amenazaba con consumirlo por completo.
Las primeras semanas después de la pérdida de Dazai fueron las más difíciles para Chuuya. Se encontraba en un estado de duelo abrumador, incapaz de aceptar la realidad de que su amado ya no estaba a su lado. Cada vez que posaba la mirada en una fotografía de Dazai, las lágrimas brotaban sin control de sus ojos, su corazón desgarrado por el dolor de la pérdida.
Las noches eran especialmente difíciles para Chuuya. Se encontraba solo en su habitación, mirando fijamente al techo mientras el eco del silencio llenaba la habitación. Recordaba con cariño los momentos felices que había compartido con Dazai, desde sus travesuras hasta sus momentos de ternura. Extrañaba la forma en que Dazai lo miraba como si fuera lo más preciado del mundo, incluso si el ya no podía ver el pelirrojo lo sentía de esa manera y anhelaba desesperadamente sus besos y abrazos reconfortantes.
Cada noche, Chuuya se sentaba junto a la ventana, mirando hacia el cielo estrellado que se extendía sobre él. Recordaba las noches en las que él y Dazai habían compartido ese mismo espacio, riendo y soñando juntos bajo el resplandor de las estrellas. Ahora, esas mismas estrellas parecían burlarse de él, recordándole lo que había perdido.
En los momentos más oscuros de su dolor, Chuuya se encontraba tentado a seguir a Dazai en la muerte. La idea de vivir en un mundo sin él parecía insostenible, y el dolor de la pérdida amenazaba con consumirlo por completo. Pero en el fondo de su corazón, sabía que no podía rendirse tan fácilmente. Había prometido a Dazai que seguiría adelante, que encontraría la fuerza para enfrentar la vida sin él.
Una noche, en el punto más bajo de su desesperación, Chuuya se arrodilló frente a la tumba de Dazai, con el corazón lleno de dolor y súplicas. Rogó a cualquier deidad que pudiera escuchar sus palabras, pidiendo desesperadamente que le devolvieran a su amado. Sus lágrimas regaron la tierra bajo sus pies mientras imploraba por un milagro, por una señal de que Dazai aún estaba con él de alguna manera.
El cielo permaneció en silencio, pero en el silencio de la noche, Chuuya encontró una pequeña chispa de esperanza. Sabía que la vida seguiría siendo difícil sin Dazai a su lado, pero también sabía que debía encontrar la fuerza para seguir adelante. Con el corazón roto pero determinado, se levantó de su lugar de rodillas y prometió a Dazai que continuaría viviendo en su memoria, honrando su amor y su recuerdo con cada paso que diera hacia el futuro.
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4 años despues
El sonido estridente del despertador llenó la habitación, arrancando a Chuuya del mundo de los sueños. Con un suspiro resignado, se estiró y se sentó en la cama, luchando contra el deseo de quedarse bajo las cálidas sábanas por un poco más de tiempo. Sin embargo, la responsabilidad llamaba y sabía que debía levantarse.
Después de vestirse rápidamente, Chuuya salió de su apartamento y se encaminó hacia su lugar de trabajo, "Dulce Sueño", la acogedora cafetería que había inaugurado hace poco tiempo pero que ya gozaba de una gran popularidad entre los habitantes del barrio. Al llegar al local, el olor a café recién hecho y pasteles recién horneados lo recibió, reconfortándolo y llenándolo de energía para enfrentar el día.
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Echoes of Love: A Bittersweet Promise (Soukoku)
Fiksi Penggemar- Dazai, lo logramos - murmuró Chuuya.