Enzo Cavalieri
No soy hombre de los que cree en las casualidades, el destino y toda esa mierda relacionada. Cuando algo que no debería suceder se presenta ante mí, primero actúo y después averiguo si debía esperar antes de martillar mi arma.
Ese es el motivo, sin embargo, por el que ahora mismo me está costando mucho mantener mi autocontrol. Sobre todo, cuando esos ojos suyos me miran como si supiera exactamente lo que estoy pensando y se preguntara el motivo de que actúe de forma contraria a lo que es mi naturaleza.
Ainara Renaldi es una perra. Una princesa de la Camorra, pero no lo que se espera de ella en el mundo que nos rodea.
Mientras nuestras mujeres se mantienen al margen de este negocio sangriento, me consta que ella es todo lo que no debería ser.
Desde docenas de almacenes y talleres de productos de imitación, lo que viene siendo su principal ocupación, hasta reina de la cocaína desde hace aproximadamente un año. Esto último dando unos putos dolores de cabeza, porque ha encontrado la manera de que sus rutas se vuelvan invisibles y que ninguno de los clanes que le compiten consiga malograr su negocio, cada vez más fuerte en esta costa.
Cuando se trata de la primogénita de los Renaldi, no hay dudas de que la perra sabe cómo sorprender.
La estudio de la misma manera en que ella lo hace conmigo. Observo con intensa atención su cuerpo, sus piernas torneadas, definidas y esbeltas. Su vestido tan corto que la sombra oscura de sus bragas es visible si miro con un poco más de atención. Ese cabello suyo de un color semejante al chocolate amargo, pero claro a la vez. ¿Eso tiene sentido? Y sus ojos, expresivos y misteriosos, de un color azul grisáceo que no puedo determinar bien en la poca iluminación de este maldito club.
Ruedo los ojos conmigo mismo cuando me encuentro disfrutando de la manera en que se ve la Renaldi delante de mí.
Casi que me río, después, cuando la imagino a ella pensando lo mismo. No es que su expresión oculte lo que pasa por su linda cabecita. Al menos, no lo que ella quiere mostrar, eso me queda claro bastante pronto.
Sus dos amigas son las mismas zorras de siempre, demasiado ocupadas en buscar una polla donde sentarse, mientras el polvo que se meten actúa en sus cuerpos, que no se dan cuenta de todo lo que sucede a su alrededor.
No es que nosotros hayamos puesto empeño para hacerlas cambiar de opinión.
Tampoco su amiga.
—No me has dicho tu nombre, guapo.
Una voz irritante a mi lado llena mis oídos y me provoca un puto tic en el ojo, pero no desvío mi mirada de mi objetivo.
No confío en esto, no puedo perderla de vista. Tengo muy poco tiempo con ella, antes de que llegue su padre y esto se ponga como hace años debió ponerse.
Peligroso. Explosivo.
No tengo dudas de que el mío hará lo mismo.
«No es que yo haya llamado y tampoco lo haré».
Salvatore Cavalieri me arrancaría las putas pelotas él mismo si yo diera a entender que no puedo lidiar con la heredera de la Nueva Camorra Organizzata.
Ainara Renaldi es mi enemiga número uno, a fin de cuentas.
—Tampoco te lo va a decir, Katya. Está muy por encima de tu nivel.
Su voz es dulce, ¡carajo! Una maldita trampa. Puedo fácilmente imaginar cómo se sentirían sus gemidos mientras me la follo y la torturo a la vez.
No obstante, lejos de mis animados pensamientos, me doy cuenta que esconde un tono maternal, cuidadoso, como si se preocupara por la tal Katya que me folla con los ojos y comienza a tocarme demasiado, y quisiera alejarla de mí.
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Lealtad Comprada - Crónicas de la Camorra 1
RomanceHan pasado cinco décadas desde que la peor traición marcó a la Camorra. Dos familias enfrentadas desde entonces llevan el odio incrustado en las venas, una enemistad que no tiene fin, porque sangre se paga con sangre. Porque la mafia napolitana no o...