Capítulo 5

13 0 0
                                        

Alley

Make believe I'm everywhere —continue cantando, feliz, mientras Scott no dejaba de juzgarme con la mirada.

Estaba de nuevo en la habitación de las cajas, pero por lo menos ahora tenía un cacharro que soltaba ruidos que sonaban muy bien y compañía —aunque lo único que hiciese fuese mirar papeles y quejarse—.

—Cuando cantas, logras hacer que me duelan los oídos.

—Qué simpático eres —ironicé—. ¡Si es una buena... eh... un buen ruido!

—Se llama temazo. Es una buena canción —murmuró—. Suena en una cinta de casetes, por cierto.

—Ah, sí... eso. Te estaba poniendo a prueba a ver si lo sabías.

—Ya.

Is the answer to a neverending story...

—¿Te vas a callar?

—Dime, Scottito —pasé categóricamente de él—. ¿A ti te gustan las canciones?

—Ajá...

—¡Es que son geniales! ¿Cuál es tu... persona que canta mejor para ti?

—¿Mis cantantes favoritos? —enarcó una ceja—. Me gusta Michael Jackson. O Tears for Fears y A-ha.

—¿Quiénes son esos tipos?

Frunció un poco el ceño, aunque algo divertido.

—Pero... ¿Para qué demonios preguntas si no conoces a ninguno? ¡Son los más famosos!

—Famoso —murmuré—. Como tú.

—Yo no soy... mejor déjalo.

Lo contemplé durante unos segundos.

—Me gustan tus ojos —solté, y pensé en la siguiente pregunta para molestarlo—. ¿Cuál es tu... canción favorita, entonces?

—Seguro que ni siquiera las conoces —me devolvió la mirada. Pude notarlo algo... nervioso. Y por alguna razón, eso me alteró también un poco—. Head Over Heels y Take On Me —dijo de todas maneras.

—Me las podrías enseñar luego, Scottito.

Apartó la mirada, algo alterado.

—Claro.

Sonreí ampliamente y seguí cantando, esta vez a todo pulmón.

Reach the stars... Fly a fantasy...


Joyce

Dream a dream... And what you see will be...

Solté una risotada cuando Scott canturreó la canción que estaba sonando.

Rhymes that keep their secrets... Will unfold behind the clouds —lo seguí, acercándome un poco más a su boca.

Esbocé una sonrisita maligna que él imitó al instante. Ninguno de los dos despegaba la mirada del otro. Me gustaban sus ojos grises. En ese momento, me gustaba todo de él.

Y me sentía... bien. Demasiado bien. No entendía muy bien la razón, pero siempre había tenido una sensación que ni siquiera yo entendía. Era extraño. Siempre había sentido que estaba... atrapada. Encerrada. Que yo no podía ser feliz, lo máximo que podía hacer era sobrevivir y no morir como una pringada. Ahora era distinto. Me lo estaba pasando en grande. Y sentía que tenía que salir más, que ya había perdido demasiado tiempo estando sola. Y que les den a Wallace Beckham y a todos los encargos, que les den a tener que ocultarme solo por sobrevivir. Era mejor vivir diez minutos, pero bien.

InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora