Yo te cuidaré

30 3 0
                                    

El cantar inocente de una niña se hacía presente ante la espesa neblina que cubría el océano. Parada en la cubierta de su barco navegante, la infanta miraba el inquietante horizonte.

Todos brindando ahoy, ahoy, ahoy, un pirata siempre ser... hurtos, estafas, tomar lo que hay, tod- ¡Ahh!

Una mano la agarró del hombro asustándola, haciendo que la chiquilla diese media vuelta a la dirección de aquella persona.

―Silencio pequeña ―Un joven alto y rubio la miro severamente ―Hay piratas en estas aguas ¿No querrás que vengan a buscarnos?

―Señor Nanami, déjela en paz.

Otro hombre perteneciente a la misma tripulación se acercó por detrás, llamando la atención del rubio.

―Cantaba sobre piratas ―Se excusó el muchacho ―Es de muy mal augurio cantar sobre piratas, sobre todo en esta niebla de ultratumba, recuerde mis palabras.

El hombre de gran cuerpo fornido cerro los ojos, alzando un poco la cabeza, restándole importancia a las declaraciones de Nanami.

―Las recordare bien, retírese ―Ordenó, señalando con su pulgar su espalda

―Si teniente­― se alejó de la niña a paso apresurado, mientras susurraba ­―Traer niños también es de mal augurio.

El rubio pasó su brazo por una gran cuerda para apoyarse, sacó una petaca de cuero y procedió a beber de ella.

―Yo creo que sería interesante ver piratas­― Decidida, expresó la pequeña.

El teniente de presencia implacable, que aún se encontraba al frente de ella, le respondió con una sonrisa.

―Yo no lo pienso así ―Dijo manteniendo aquella sonrisa irónica, mientras tomaba poción al costado de ella ―Son criaturas viles y disolutas, me encargare de que a cualquier hombre que use un tatuaje pirata o navegue con bandera pirata le llegue su destino.

Guardo silencio un momento, mantenía su mirar al horizonte neblinoso, su tono de voz se hizo más orgulloso.

―Un nudo apretado y una caída rápida ­―Finalizó dejando en claro sus últimas palabras, mientras giraba su cabeza para mirar a la niña castaña.

El teniente volvió a mirar a la lejanía, pero la niña observó al joven rubio ―anteriormente mencionado― poner una soga en su propio cuello simulando que se ahorcaba, esto asustó un poco a la pequeña.

―Teniente Fushiguro, agradezco su fervor, pero vera... ―Un tono exigente correspondiente a la voz de una mujer se presentó entre la castaña y el azabache ―Me intranquiliza el efecto que el tema pueda producir en mi nieta.

Toji puso los ojos en blanco, realizando una pequeña mueca de disgusto, volteándose y retirándose del lugar.

―Mis disculpas, gobernadora Kugisaki.

Ya quedando solo abuela y nieta, la menor no tardó en agregar con curiosidad:

―Creo que el tema es fascínate­.

―Si, eso es lo que temo ­―Su acento obvio dio por finalizada la conversación mientras se retiraba de la toldilla.

La castaña solo atinó a volver su rostro desilusionado al mar, mientras juntaba ambas manos manteniéndose erguida. No demoró en volver su faceta curiosa cuando vio un paraguas volteado flotando sobre el mar y empezó a seguirlo lentamente asomando su cabeza. Luego de perderlo de vista regreso su vista al inicio, impactándose al instante por lo que sus ojos captaron.

―¡Hay un muchacho! ¡Está en el agua! ­― Señalando el cuerpo de aquel niño inconsciente que flotaba encima de un pedazo de madera alertó a su abuela y al teniente, los cuales se inclinaron a las orillas del navío, dando veracidad a lo dicho.

𝕵𝖚𝖏𝖚𝖙𝖘𝖚 𝖔𝖋 𝖙𝖍𝖊 𝕮𝖆𝖗𝖎𝖇𝖇𝖊𝖆𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora