También estoy nervioso

22 4 0
                                    

Sus pasos habían quedado en un bucle mientras esperaba el recibimiento de la dueña del alcázar, el joven sostenía un estuche negro rectangular en uno de sus brazos y con el otro se había puesto a palpar un candelabro antiguo pegado a la pared, rompiéndola en el proceso. 

Alterado, miró a ambos costados verificando no haber sido visto por nadie. Sin saber que hacer intentó ocultarlo en la solapa de su bolsillo.

Sin éxito.

Luego, lo intento esconder dentro de un gran jarrón donde había espadas, lográndolo justo a tiempo de ser visualizado por un mozo que pasaba cerca.

Aquel muchacho de cabellos rosados se enderezo rápidamente y carraspeo su garganta fingiendo que nada había sucedido. No pasaron segundos para que la dueña de la residencia bajara por las escaleras.

―¡Señor Itadori! Que alegría verlo.

La gobernadora terminó de bajar las escaleras y se posiciono frente de Yuuji.

―¡Hola señora! ―La amable y cálida voz del joven inundó el pasillo, colocando rápidamente el estuche rectangular encima de una mesa de madera ―Ya tengo su orden.

Abrió el estuche y de ella sacó una glamorosa espada de estoque que sostuvo en ambas manos, entregándosela a la gobernadora y reverenciándose en señal de respeto.

―¡Vaya! ―Expresó estupefacta la abuela de Nobara al desenvainar la espada, admirándola.

―La hoja es de acero plegado y tiene filigrana de oro en la empuñadura ¿Se la muestro? ―Emocionado, Yuuji recibió la espada y sostuvo con un dedo el encuentro de la empuñadura y la hoja de acero, equilibrándola ―Balance perfecto, el ancho del talle es igual al de la espada.

Con una pequeña maniobra hizo que la gobernadora volviera a tener acceso a la empuñadura de la espada y así tomándola.

―¡Wow! Impresionante... Muy impresionante, el comodoro Fushiguro va a estar muy agradecido con ella.

Insertó la espada en su respectiva funda dándosela a Yuuji para guardarla, este recibió ambos objetos con su característica sonrisa.

―Hágale llegar mis felicitaciones a su maestro, señor Itadori.

―¡Claro! ―Su misma sonrisa podría hacerle competencia al sol radiante ―Un armero se complace cuando su trabajo se aprecia ­―Concluyó a la par que guardaba la espada.

De repente, unas pisadas de tacón se oyeron no muy lejos, tanto anciana como joven alzaron la cabeza al inicio de las escaleras para ver a la propietaria del ruido, lo que causo la sorpresa de ambos ―uno más que otro― al ver a la joven con tan hermoso vestido.

―Nobara... Te vez maravillosa― Deslumbrada comentó la gobernadora, mientras la castaña seguía bajando las escaleras.

―¿¡Yuuji!? ―La presencia del nombrado la tomó por sorpresa, Nobara se agarró su propio pecho apresurando su descenso ―¡Que bueno volver a verte! acabo de soñar contigo.

Terminó de situarse frente a ambos apresurada, sorprendiendo aún más al mencionado por tal afirmación.

―¿Conmigo? ―El joven vaciló un poco su mirada, a consecuencia de las risas de la gobernadora.

―Jaja, creo que no es nada propio que-...

―Soñé sobre el día en que nos conocimos ―La sonrisa orgullosa de la castaña decoró su rostro.

―No olvido ese día, Kugisaki ―Consolido Yuuji.

―Ya te lo he pedido varias veces, llámame Nobara.

𝕵𝖚𝖏𝖚𝖙𝖘𝖚 𝖔𝖋 𝖙𝖍𝖊 𝕮𝖆𝖗𝖎𝖇𝖇𝖊𝖆𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora