⤷ Jealous

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Conway se molesta cuando nota que Gustabo se ha quedado viéndole por mucho tiempo a Gordon cuando este estaba sin camisa

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Después del simulacro del QRR que hicieron y que cómo no, resultó siendo un desastre gracias a la calidad de agentes que tenía en la malla, decidieron ir a una sala destinada a interrogatorios para discutir lo sucedido.

— ¿Qué coño ha pasado?

Gruñe por lo bajo indicándole al comisario que se espere a que los demás agentes lleguen mientras esperan junto con Gustabo.

— Dile a Gordon que venga.

— Pero si está ya aquí, espera...

Observa a su comisario dirigirse afuera de la sala y le da una mirada rápida a Gustabo quien permanecía a su lado luciendo indignado por lo que acababa de ocurrir con la malla. Esperaron durante unos segundos hasta que los demás agentes ingresaron a la par que el inspector Gordon, que inesperadamente llegó sin la prenda superior de vestir.

— Pero qué coño haces — miró de mala gana al imbécil de Gordon mientras los demás reían por lo bajo, porque la vista del inspector, que además ahora estaba calvo, era todo un espectáculo.

Quiso reír en su interior hasta que por instinto su mirada se dirigió a su rubio amante quien no apartó la mirada del inspector quedándose sin palabras.

El disgusto empezó a instalarse en su pecho y apretó los labios tratando de controlarse en esa situación en donde sus sentimientos no debían ser los protagonistas, pero le estaba costando. Sobre todo cuando recordaba la cercanía que empezó a surgir entre Gustabo y Gordon en las últimas semanas.

Ignorando los celos que le invadían se aclaró la garganta y continuó.

— A ver, quiero una valoración de todos vosotros.

Uno de los agentes que participó del simulacro empezó a dar su valoración de la situación haciendo preguntas aquí y allá, que por más que intentó, no logró prestar atención en ningún momento porque no podía evitar dejar de pensar en lo de hace un momento. Y si bien Gustabo ya no le dirigía la mirada a Gordon, su cabeza no lo dejaba en paz.

— Muy bien. ¿Alguien más? — de reojo observó al rubio que permaneció callado y uno de los agentes tomó la palabra.

— Pues en primer momento lo que deberían de haber hecho es alejarse un poco y mantener la distancia de seguridad para que no les pinchen y usar el helicóptero que para eso lo tenían.

— Sigamos.

Los minutos transcurrieron mientras discutían con los agentes sobre el papel lamentable de la malla.

— Gustabín, ¿tú no tienes nada qué decir? — observó la reacción del rubio que se vio sorprendido por su tono de voz quizás no tan amable pero disimulando bastante bien éste respondió.

— Bueno, yo creo que el inicio ha empezado medianamente bien, pero luego, por mucho que el coche que tenían los rehenes abran fuego y peten la llanta ellos no pueden devolver fuego si hay dos agentes encañonados bajo ningún concepto.

Asintió sin decir una palabra mientras ignoraba la mirada del rubio y después de dar unas indicaciones les pidió a todos que se dirigieran a la sala de reuniones para iniciar con la jodida charla.

Se fue del lugar sin esperar a nadie y en lo que iba caminando por el pasillo notó cómo una mano se posaba sobre su brazo haciéndole girar.

— Conway, ¿está bien?

Cómo no, era su querido rubio.

— Estoy de puta madre, ¿por qué? — se llevó el cigarrillo a la boca tratando de verse completamente tranquilo, cosa que no era así y sabía que Gustabo también lo había notado. Lo conocía demasiado bien.

— Venga, qué coño ha pasado. Hace un rato actuabas normal y ahora de repente estás demasiado serio.

— Bueno, soy serio siempre, ¿no?

— No empieces — Gustabo se cruzó de brazos escaneando con su mirada al hombre que tenía en frente y que podría lucir completamente normal para otros, pero él que lo conocía también sabía que no era así. — ¿Qué cojones ha pasado?

Conway le dio una calada a su cigarrillo y sin evitar la mirada de Gustabo, decidió ser sincero.

— Quizás se deba a que no has parado de ver como un gilipollas al imbécil de Gordon cuando ha entrado sin nada puesto encima. — trató de mantener la compostura cuando observó el rostro de Gustabo tomar color rápidamente.

Así que no se había equivocado, esto lo enojaba aún más.

— Sabes qué, olvídalo, eres un gilipollas.

Decidió girarse completamente enojado esta vez pero de nuevo el rubio lo detuvo y esta vez lo obligó a encerrarse con él en una pequeña habitación destinada al área de aseo.

— ¿Qué cojones haces? Déjame.

— Conway, me tiene que estar jodiendo — Gustabo le tomó del brazo impidiéndole salir y cuando le regresó la mirada pudo notar una pequeña sonrisa sobre ese rostro del que no paraba de pensar todos los días para su mala suerte. — No puede estar celoso de Gordon.

— ¿Y quién coño dijo que estoy celoso?

— Ya claro, y yo nací ayer — vio el rostro de Gustabo acercarse demasiado al suyo y posterior a esto, las manos del rubio, pequeñas en comparación a las suyas, le tomaron el rostro y le obligaron a sostenerle la mirada. — ¿Por qué siempre olvida que yo sólo tengo ojos para usted?

— Déjate de mariconadas, Gustabo. — trató de girar su rostro intentando ocultar su nerviosismo ante la sinceridad del rubio, una de la cual nunca se sentía preparado para asimilar.

La naturalidad con la que Gustabo hablaba de sus sentimientos era aterradora para alguien como él, a quien siempre le costó expresar los suyos.

— Si bien que le gusta que le diga esas mariconadas — Gustabo soltó una risa y sin esperar más, terminó por acercar sus rostros envolviéndolos en un beso inicialmente superficial pero que se fue profundizando a medida que pasaban los segundos.

Tomó por la nuca al rubio acercándolo aún más si era posible y se dejó llevar por el momento. Interiormente se sorprendía por la habilidad que tenía Gustabo de calmarlo siempre.

Él siempre fue su debilidad y lo sabía.

— Yo sólo le quiero a usted, mi Superintendente.

Se separaron sólo para tomar un poco de aire después de aquel apasionado beso, pero no se alejaron mucho, permitiendo rozar sus labios.

— Simplemente me ha sorprendido ver a Gordon lucir como un completo imbécil — se burló abiertamente y él no pudo evitar hacer lo mismo.

— Perdóname a mí por ser un jodido imbécil.

— ¿El Superintendente sabe pedir perdón? Eso sí que es una sorpresa.

— Sólo por ti, imbécil de carrito — ignoró la risa del rubio y después de juntar con cariño sus narices en un beso esquimal, salió de la pequeña habitación como si nada hubiera pasado.

Optando por su actitud seria ante el mundo, una imagen que cambiaba por completo cuando se encontraba a solas con su Gustabín.

Intenabo - One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora