I hate you. I hate you too

¿El nuevo o el antiguo Kenner?

Después del caos que envolvió Londres debido a la destrucción causada por los mortífagos, y tras sincerarme con Hermione acerca del plan cuidadosamente trazado por mi difunto padre, Sirius Black, nos encaminamos con cautela hacia La Madriguera. Este rincón seguro nos ofrecería protección en medio de la creciente amenaza.

A pesar de la seguridad que nos brindaría este refugio, también me enfrentába a la desventaja de posibles interrogatorios. Mi infiltración entre los mortífagos había dejado huellas y, al llegar a La Madriguera, la posibilidad de ser cuestionado se cernía sobre mí. La tensión y la incertidumbre acompañaban nuestro viaje hacia el lugar donde la familia Weasley nos recibiría con los brazos abiertos, pero también con la necesidad de entender la complejidad de la situación que llevábamos con nosotros.

Nuestra llegada fue bien recibida, y Hermione asumió la responsabilidad de explicar mi situación, evitando que yo me encontrara en una situación incómoda. Nos sentamos en una de las habitaciones con Ron, Harry y Hermione para discutir la situación. Ron compartió las preocupaciones de sus padres sobre nuestro regreso a Hogwarts, especialmente dada la exposición que tendríamos, considerando mi infiltración entre los mortifagos

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En otro lado del mundo magico:

La oscura noche envolvía la pequeña y sospechosa vivienda donde Narcissa Malfoy y Bellatrix se aventuraban en busca de respuestas. El lugar parecía retener secretos oscuros, y su visita tenía un propósito crucial. Al entrar, se encontraron con el inconfundible rostro de Severus Snape, quien estaba más allá de la media luz, sumergido en las sombras.

"Siempre he sido leal a nuestro Lord", declaró Snape con seriedad, revelando su compromiso continuo con Voldemort. Su presencia, aunque desconcertante, despertó la curiosidad de Narcissa y Bellatrix.

Narcissa, con una expresión grave, explicó la verdadera razón de su visita. Buscaba la protección de Snape para su hijo Draco Malfoy y su sobrino Kenner Black, ya que Lucius Malfoy estaba encarcelado en Azkaban. Voldemort, con sus maquinaciones tenebrosas, tenía planes siniestros para ambos jóvenes, y como madre preocupada, Narcissa rogó a Snape que los resguardara de las terribles misiones que se avecinaban.

Snape, aunque manteniendo su frialdad característica, asintió ante la solicitud de Narcissa. Para sellar la promesa de proteger a Draco y Kenner, accedió a realizar un juramento mágico. La magia fluyó en el aire, creando un vínculo místico que testimoniaba su compromiso. La escena concluyó con una mezcla de intriga y tensión, ya que la madre buscaba desesperadamente la seguridad de sus seres queridos en medio de la oscura maraña de secretos y lealtades retorcidas.

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El callejón Diagon, antes bullicioso y lleno de vida, ahora yacía en silencio, marcado por los estragos del ataque de los mortífagos. Los Weasley nos guiaron a través de las desoladas calles, revelando una imagen desgarradora de destrucción y cierre. Tiendas que solían vibrar con la magia del mundo mágico ahora estaban cerradas y destrozadas.

Sin embargo, entre la desolación, una tienda se mantenía valientemente abierta, desafiando la oscuridad que lo rodeaba. Era la tienda de dulces de los gemelos Weasley. A medida que nos acercábamos, un débil resplandor de luz y el sonido ocasional de risas y travesuras rompían la melancolía reinante.