El viento en los sauces (T2)

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En las siguientes semanas Aziraphel ya tenía el manejo básico del móvil, su propio número y cuatro contactos, por supuesto uno de ellos era de Crowley, quien desde el primer día y con la excusa de que tenían que saber cómo sonaba su ringtone, le pidió su número para llamarlo, desde entonces se convirtió en un habitual mensajero, saludando por las mañanas, preguntando si tomaría el autobús, ninguno de carácter personal, sin embargo poco a poco se fueron abriendo uno con el otro, mayormente todo por mensaje.
Ya había finalizado el verano y el otoño estaba a la vuelta de la esquina. Esa mañana Crowley recibió el mensaje más hermoso que había esperado.

[Hola Crowley, disculpa el horario, pero quería saber si este domingo estarás libre. Por supuesto que es solo si puedes.]

[Claro , ¿qué necesitas?]

[Puedes venir por la mañana a mí casa? Alrededor de las diez?]

Los ojos de Crowley se abrieron y brillaron de tal manera que hubiera encandilado a cualquiera. Hasta el momento,eran dos conocidos en camino a una amistad, que pasó para que Aziraphel diera un gran paso? Crowley no quería sacar conjeturas, temía equivocarse demasiado, así que el resto del día se concentró en que llevaría puesto.

🌹☕🌹

El día domingo, Crowley se dio cuenta que no sabía dónde vivía Aziraphel, no podía creer que hubiera dejado de lado ese detalle. Como no podía seguir perdiendo el tiempo, tomó el autobús hasta donde siempre subía su amigo y desde allí lo llamo.
<<-Hola?
- Hola Aziraphel, olvidé preguntar tu dirección, estoy en la parada de autobús y...
- Oh!!, disculpa, creí haber enviado la ubicación, voy a buscarte, espérame>>
No pasaron ni cinco minutos cuando desde la esquina apareció Aziraphel, vestía unos pantalones de tartán marrón, camisa celeste, tirantes y un saco de lana. Su pelo lucía despeinado, y su cara pálida. Lo primero que hizo fue disculparse y justificó su error por su falta de sentido común sumado a que es un novato digital.
Crowley enseguida comprendió que había llegado temprano, vió su reloj marcaban las nueve y media.
Sonrojado por la evidente ansiedad, Crowley respiró profundo y saludo a su.... amigo?, conocido?, debía dejar de complicarse y disfrutar el día.

-Oh Crowley, disculpa sigo siendo torpe con algunas funciones, creí haberte enviado la ubicación, luego te muestro los pasos que seguí. Vamos a mí casa, es pequeño te advierto.

Aziraphel con su cara de preocupación, se veía tan hermoso que Crowley lo siguió casi embrujado.
La casa de Aziraphel si que era pequeña, olía a naranja, abundaban los colores marrones y beige, se veía antiguo, pero cuidado, simplemente combinaba con su dueño.
-Disculpa el desorden.
-Por favor cual desorden? Es acogedora.
-Gracias . Bueno yo quería pedirte algo... en unas de nuestras conversaciones comentaste que eras un experto en muchas cosas y.... Verás cuando compré mí local lo hice maravillado por la arquitectura y dejé de lado algunos aspectos estructurales...
Crowley comprendió que esto se trataba de un pedido de un amigo, por un momento se sintió desanimado, pero no podía ser negativo, hace un tiempo se prometió que siempre buscaría lo positivo de las situaciones, así que en ese momento simplemente sería la oportunidad de pasar tiempo con alguien que lo llenaba.

🌾🍃🍃🍂

El local, a pesar de la edad, debía cambiar algunos cableados, todo lo demás se veía bastante bien conservado. Aziraphel no perdió oportunidad de decir su trillada frase de que "las cosas de antes se hacían para durar por siempre". Sin embargo Crowley notó lo inmenso del lugar y de que solo utilizaban una parte, no quiso ser impertinente, así que se guardo su comentario.
No había pasado ni dos horas y ya habían terminado el control definitivo. Aziraphel estaba más tranquilo, su local era seguro. Pero ¿que pasaría con el resto del día?

-Bueno ya terminamos, disculpa si cambie tus planes.
-Para nada, y ahora que hacemos?
Aziraphel se sorprendió, no creyó que Crowley quisiera seguir con él, por lo general la gente se aburre de los de su tipo.
- Bueno ésta el mercado de pulgas, voy muy poco porque no puedo con mí ganas de comprar todo.
-Puedo ser tu conciencia, si quieres y revolotear alrededor cuestionando todo.
- Tal vez funcione- Rió por el comentario de Crowley y lo imaginó volando como una mariposa rezongona.

Caminaron por varios puestos, podría decirse que había tantas cosas que quien se atreviera a recorrer el mercado si o si salía con algo que no buscaba pero necesitaba. En uno de ellos Aziraphel vio un chaleco negro, la tela era suave, brillante, daba aires de lujo y sofisticación. Debía comprarlo, pero no para él, sino para Crowley, era la forma que encontró de agradecer su compañía. A Crowley le pareció un detalle divertido, ya que no era el estilo que usualmente usaba, pero ante el gesto y más que nada por quién estaba detrás del obsequio, lo recibió gustoso, es más, decidió ponerlo de inmediato. En ese momento Aziraphel notó, como ese chaleco marcó la esbelta figura de su amigo, por unos breves segundos lo vió como el hombre atractivo que era. Rápidamente se giró, sintió su rostro cálido, respiró profundo y volvió para decirle lo bien que le quedaba.
Crowley se sintió feliz por el cumplido.

🌺🌸🌺

Caía el atardecer y mientras esperaban el autobús Crowley le pidió un bolígrafo a su amigo, por su parte Aziraphel estaba satisfecho, no creía haber exagerado en sus compras y sabía que lo elegido sería útil.
- Ahí viene el autobús!!!, deja que te ayude, y toma tu bolígrafo.
-Gracias Crowley.
Despidiéndose del hermoso día que los había acompañado, sabían que serían los últimos minutos antes de volver a la rutina semanal.
-Bueno, se acerca mí parada. Gracias por la compañía, me divertí mucho.
-Gracias a ti Aziraphel por pensar en mí-
A Crowley le salieron esas palabras tan rápido que no reflexionó en lo apasionadas que se escucharon, haciendo que ambos se sonrojen.
-Adios Crowley hasta mañana.

Ya en su casa Aziraphel recibió un mensaje de Crowley.

[Dejé un regalo para agradecerte la salida. Espero también verte mañana. Descansa]

Entre las bolsas había un libro antigüo. Por el color de las hojas y los materiales podría decirse de los años treinta, era "El viento en los sauces" de Kenneth Grahame, un libro infantil, en la portada había una nota dirigida a él.
{Aziraphel:
Espero que no consideres sacrilegio mí mensaje en el libro, no soy muy lector, pero este es uno de mis favoritos y quería compartirlo, así como compartiste hoy muchos aspectos tuyos. Gracias por esta tarde. Así como Topo conoció a Ratito, yo te conocí a ti.
Crowley}

Aziraphel tomó el libro y lo apretó contra su pecho. Le sorprendió lo detallista que resultó su nuevo amigo y que lejos había quedado esa impresión intimidante que había tenido la primera vez que tomo el autobús.

Un Café Y Un Buen Libro [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora