En los pasillos de Hogwarts, Draco Malfoy, ahora profesor de pociones, oculta un secreto oscuro: su obsesión por su estudiante, Harry Potter. Mientras lucha por mantener su amor prohibido en secreto, se enfrenta a un dilema que pondrá a prueba su le...
En la suave luz de la mañana, Draco yacía junto a Harry, acariciando con ternura su cabello mientras este dormía plácidamente. Cada caricia era un susurro de amor y gratitud, una expresión silenciosa de la conexión profunda que compartían.
El rostro de Draco se iluminaba con una sonrisa tranquila mientras observaba a Harry, admirando la paz que reinaba en su expresión mientras dormía. Se sentía agradecido por tenerlo a su lado, por el amor que compartían y la intimidad que los unía.
Con movimientos suaves y delicados, Draco continuó acariciando el cabello de Harry, perdiéndose en el momento de calma y serenidad que compartían. No había necesidad de palabras en ese instante, solo la certeza reconfortante de que estaban juntos, unidos en un vínculo eterno de amor y complicidad.
El mundo parecía detenerse por un momento, suspendido en la dulce tranquilidad de la mañana. Draco se sumergió en el momento, agradecido por la oportunidad de despertar junto a Harry, su corazón rebosante de amor y gratitud por el regalo de su presencia en su vida.
El suave murmullo de la brisa matutina se filtraba por la ventana entreabierta, llenando la habitación con una sensación de serenidad. Draco se inclinó hacia adelante, depositando un beso suave en la frente de Harry antes de apartarse con ternura.
Los ojos de Harry se abrieron lentamente, parpadeando con somnolencia mientras se ajustaba a la luz del nuevo día. Una sonrisa se curvó en sus labios al encontrarse con los ojos de Draco, su corazón lleno de amor por el hombre que tenía delante.
— ¿Cómo te sientes esta mañana?— preguntó Draco con voz suave, sus dedos aún acariciando el cabello de Harry con delicadeza.
Harry se estiró perezosamente, un suspiro de satisfacción escapando de sus labios.— Me siento increíble— respondió con una sonrisa radiante, su mirada encontrando la de Draco con cariño.
Draco sonrió, el amor brillando en sus ojos mientras contemplaba a Harry. Se sentía agradecido por este momento de calma y felicidad compartida, por la oportunidad de despertar junto a la persona que amaba más que nada en el mundo.
Los dos se perdieron en el brillo del amanecer, saboreando la tranquilidad del momento y la promesa de un nuevo día juntos. En ese instante, no había nada más en el mundo excepto el amor que compartían, una conexión eterna que los unía en un abrazo de felicidad y complicidad.
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Era sábado, un día perfecto para dejarse llevar por la calma y la tranquilidad. Draco y Harry decidieron pasar la mañana juntos en la intimidad de la habitación, disfrutando de la compañía del otro sin preocupaciones ni distracciones.
Se acurrucaron juntos en la cama, compartiendo risas y confidencias mientras el tiempo parecía detenerse a su alrededor. Hablaron de sueños y esperanzas, de recuerdos y planes para el futuro, sumergiéndose en la profundidad de su conexión mientras el mundo seguía su curso fuera de las paredes de su refugio.
