Capítulo 15

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"Pinté un arrebol con los restos del labial que dejaste en mi, para contemplar el fuego que nos consume a los dos."

No sabía cuánto extrañaba mi casa hasta que estuve en ella, aunque a veces se viera como una casa del terror y de noche se convirtiera en mi peor pesadilla, nada era mejor que acostarme en mi cómoda camada, comer la deliciosa comida de mi madre y no la insípida del hospital. Por otro lado, si lo veía desde otra perspectiva la casa conservaba recuerdos intactos de toda mi vida, en mis momentos más felices y más tristes. No todo era malo después de todo.

Mi habitación lucía impecable, tan diferente a la última vez que la recordaba, olía a limpio y fresco. Me acerqué al estante de mis figuras de acción y coloqué a Ironman en su lugar. Se veía tan lejano aquel momento dónde había querido acabar con mi vida y la ausencia de esa figura había detenido mis planes, sonreí ante el recuerdo de una testaruda Lissa negándose a entregarme mi juguete.

Un poco a la izquierda había una foto, era difícil poder verla desde lejos ya que las figuras la ocultaban, había olvidado por completo su presencia en ese estante, alargué mi mano y la sostuve frente a mí. Dejé escapar un suspiro al ver la enorme sonrisa de papá, no pude evitar ser invadido por un sentimiento de melancolía. Era una foto preciosa de hacía tres navidades atrás, estábamos los tres vestidos con trajes navideños iguales. Yo cargaba a papá sobre mi espalda mientas mamá a un lado sonreía ampliamente.

―Era su foto favorita ―una sonrisa triste apareció en mi rostro ante el comentario de mi madre.

―Recuerdo que decía que quería que lo cargara para la foto y yo me negaba diciéndole que era muy pesado ―los recuerdos vinieron tan claros a mi mente y no pude evitar soltar una risilla ―Entonces me dijo: Por eso te pago el gimnasio, ahora demuéstrame que no estoy perdiendo mi dinero.

―Recuerdas que te compró el disfraz del grinch...

―¡Del grinch! ―una carcajada escapó de mis labios ―Sí, sí. Esa navidad me había peleado con Tatiana y estaba en plan amargado y papá dijo que me compraría un regalo que reflejara mi actitud.

―Robert y sus ocurrencias ―comentó mamá riendo junto a mí. ―Era tan obsesionado con la navidad.

―¡Sí! Te acuerdas aquella navidad donde colocó tantas luces que provocó una sobrecarga y dejó a medio vecindario sin luz.

―Y la policía tuvo que obligarlo a quitar la mitad de las luces y estaba tan indignado que dijo que con tan pocas luces ya para que celebraba navidad.

Reímos por incontables minutos contando una a una las anécdotas de papá que recordábamos.

―Lissa a veces me recuerda tanto a él ―me sorprendió que ella también lo hubiera notado. ―los mismos ojos vivaces y una personalidad extraordinaria.

―Y la misma sonrisa resplandeciente. ―mamá asintió dándome la razón ―¿Crees que algún día dejaremos de extrañarlo?

―No lo creo hijo, pero el recordarlo se hará más fácil, como ahora.

Todos los días de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora