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—Si los descubren fingiré no conocerlos —les susurro a NamJoon y YoonGi mientras aparento escoger productos de una estantería, vigilando que nadie nos viese. El cajero estaba demasiado ocupado con su teléfono para prestarnos algo de atención.
—Como si no lo hubieses hecho antes —me reprocha el castaño con burla.
—Buen punto —admito encogiéndome de hombros.

YoonGi mete a su chaqueta un par de botellas con alcohol, acomodándolas de manera que no se notasen los bultos bajo la ropa; tomo un paquete de frituras al azar dirigiéndome a la caja para pagar y distraer al vendedor, así los chicos podrían salir sin problema de la tienda. Procedo a pagar por el producto y salir como si nada hubiese pasado, alcanzando a los demás que me esperaban una calle más adelante.

—Espero que hayas escogido las bebidas correctas, porque no pienso volver allá —enuncio una vez estoy lo suficientemente cerca para que me escuchen.
—Tranquila, princesa. Para ti YoonGi trajo los juguitos de fruta —comenta Nam con sorna, lanzándome una lata de cerveza.
—¿Cuántas latas has traído?
—Unas cuantas, más cuatro botellas de soju — el rubio le tiende un par de botellas a Nam y este las guarda en sus bolsillos delanteros, cubriendo lo que sobresalía con su camiseta. Envidiaba los pantalones para hombres, sus bolsillos eran tan espaciosos que juraría podrías meter un portátil ahí sin problema—. La próxima vez podrías ayudar metiéndote unas cuantas bajo la ropa.
—¿Y que me descubran? Ni de broma —espeto, guardando la lata en mi suéter.
—¿Qué va? Con esas pintas de vagabundo nadie se daría cuenta, usas ropa cinco tallas más grandes.
—Tiene razón, podrías ocultar un pavo bajo la camiseta y pasarías desapercibida —añade YoonGi.

Caminamos por las calles de vuelta al pequeño apartamento del rubio en un silencio total. Habíamos ido al barrio próximo solo para robar unas cuantas botellas de alcohol; Nam decía que no era un robo como tal porque esas cadenas de tiendas estaban tan forradas en billetes que aquello era una pérdida mínima. Abro la lata de cerveza escondiéndola con las mangas de mi suéter, dando sorbos grandes, sintiendo como algunas gotas caen por las comisuras de mis labios hasta la barbilla, limpiándome con el dorso de la manga.

— Despacio, si te vomitas encima no pienso prestarte ropa.
—¿Quién te está pidiendo algo? —doy otro sorbo.
—Uy, qué carácter —comenta el castaño mientras me empinó la botella hasta el fondo y eructo involuntariamente.
—¡Exclamó la princesa! —YoonGi se carcajea abiertamente llevando la cabeza para atrás, contagiándome la risa.
—Quién diría que la niña con voz angelical eructa como un anciano.
—Pues ya sabes, tengo mis talentos —digo con dignidad, empujando mi cabello hacia atrás simulando estar orgullosa—. ¿Qué me dices de ti? ¿Qué pensarían del alumno ejemplar con el promedio más alto de toda la institución si lo viesen a tales horas de la noche robando alcohol?
—Bueno, esta es la otra cara de la moneda. Las personas tienden a idealizar a otros por sus buenos resultados.
—¿Ya le dijiste a tu madre que no piensas aplicar para el examen de la universidad? —esta vez habla YoonGi,
—No —observo como Nam aprieta los labios formando una línea fina, arrugando la nariz ligeramente sin apartar la mirada del frente. Siempre hacía eso cuando algo le incomodaba o molestaba—. Aún no estoy seguro de cómo hacerlo.

De un segundo a otro, el ambiente cambia drásticamente, podía sentir como el silencio incómodo nos absorbía como si de un agujero negro se tratase. La verdad era que NamJoon se negaba en tomar el examen de admisión; era consciente de que entraría a cualquiera de las universidades más prestigiosas sin importar cuál fuese, porque tenía el potencial y cerebro para hacerlo. Sin embargo, eso no era lo que él realmente quería, al igual que YoonGi. Al igual que yo. Por otra parte, YoonGi había dejado la ciudad de donde venía con la excusa de estudiar en la capital, rentaba en un pequeño apartamento con la ayuda de su hermano donde apenas y alcanzaba el espacio, mientras estudiaba por las mañanas y en las tardes trabajaba a tiempo parcial como productor aprendiz en una pequeña empresa de entretenimiento, nadie de su familia sabía sobre ello a excepción de su hermano. Nos reuníamos tres veces a la semana para trabajar en nuestros proyectos personales y ayudarnos si lo necesitábamos. Aquello era un respiro, nuestro lugar seguro.

♡ Vanilla Extract || J. Jungkook ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora