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El beso era una cosa pequeña.

No debería haber cambiado nada. Pero lo hizo.

Hizo el sexo menos impersonal. Más íntimo.

Hizo que Felix se diera cuenta de que la lujuria y el deseo no eran lo mismo.

Cuando miraba a Hyunjin, quería tocar y ser tocado. Besar y ser besado.

El deseo lo hacía esperar el regreso de Hyunjin.

El deseo le hacía sentir un cosquilleo interior cuando los labios de Hyunjin se curvaban en una sonrisa y Felix tenía que volver a besarlo.

Y otra vez, y otra vez, y otra vez. Y una vez más.

El deseo era un pequeño y horrible monstruo dentro de él que parecía ansiar más cuanto más lo alimentaba Felix.

Así que siguió alimentándolo.

Porque no estaba seguro de lo que pasaría si dejaba de hacerlo.

Siempre se había burlado cuando escuchaba historias de servidores que se enamoraban de sus empleadores.

Idiotas, había pensado de ellos.

Y ahora...

Felix era lo suficientemente consciente de sí mismo como para darse cuenta de que se estaba obsesionando un poco.

Un poco apegado.

Era consciente de que Hyunjin le gustaba más que todos sus anteriores empleadores juntos.

Hyunjin lo hacía sentir... bien.

Hyunjin no lo trataba como una cosa.

A Felix le gustaba la forma en que Hyunjin lo miraba, sus ojos oscuros atentos y concentrados.

Le gustaba el modo en que Hyunjin lo tocaba: asertivo pero suave.

A Felix le gustaba pasar tiempo con él, le gustaba compartir las comidas con él, le gustaba darle un beso de despedida y esperarlo en casa. Incluso le gustaba verle trabajar.

Sabía que estaba pisando aguas peligrosas, pero seguía confiando en que lo tenía bajo control.

Lo tenía totalmente.

De verdad.

***

Felix miró su reloj y frunció los labios. Ya era medianoche.

En realidad, Hyunjin no le había dicho que lo esperara, porque era muy
probable que esta sesión de la asamblea fuera larga, pero Felix había decidido esperarlo de todos modos.

Su Maestro solía estar nervioso después de pasar horas con varias docenas de personas lo que inevitablemente le hacía absorber algunos de sus impulsos sexuales.

Hyunjin lo iba a necesitar.

Felix bostezó y miró con anhelo la cama.

La cama de Hyunjin.

Rara vez tenían sexo en la cama, y en las raras ocasiones en que lo hacían, Felix nunca se había quedado en esa cama después del sexo.

Pero sabía que el colchón era suave y cómodo. Tumbarse sólo un momento no haría daño, ¿verdad?

Felix se estiró en la cama con un suspiro de satisfacción.

Las frescas sábanas se sentían de maravilla contra su piel desnuda.

Girando sobre su estómago, presionó su cara contra la almohada.

Olía muy bien.

Felix inspiró profundamente, y luego una y otra vez, antes de darse cuenta de que lo que estaba inhalando con tanta avidez era el aroma de Hyunjin. Su aftershave.

master and servant › hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora