Letise se quedó quieta donde estaba, con la mano de su hermana menor sujeta a la suya y comprendió que no estaba obligada a servir a Nolan, podía marcharse en cualquier momento.
Ahora se encontraban solas en un pasillo del palacio de quien fue el lord Legislador, un lugar que hace poco no podía imaginar llegar a pisar. La oscuridad del entorno integrado por paredes de piedra y un piso liso de mármol negro le recordaba fuertemente a las calles polvorientas y los callejones sombríos que alguna vez llamó hogar.
El silencio del lugar la envolvía mientras procesaba las palabras de Nolan. La oferta de Nolan retumbaba en su mente como un martillo en un yunque: la suma sacerdotisa del nuevo orden.
Letise sabía lo que implicaba; no era solo una posición de poder, sino un lazo que la uniría irrevocablemente a la voluntad de este conquistador desconocido. Era un papel que exigía ser más que una mera superviviente; requería ser una líder, una guía, un símbolo de paz y orden.
La gente miraría hacia ella buscando guía, esperanza, y quizás, en sus ojos encontrarían las respuestas que su corazón anhelaba. Otros buscarían aprovecharse, sacar beneficios, usarla como escalón para sus intereses o incluso eliminarla en busca de obtener su puesto. Pero ¿Cómo podría una chica de la calle, acostumbrada a sobrevivir día a día en las sombras de la ciudad, asumir un rol de tal magnitud?
Desde que Nolan llegó a sus vidas hace tan soloun día, todo había cambiado drásticamente. Las calles tumultuosas y las nochesde incertidumbre ahora parecían lejanas, como si pertenecieran a otra vida.
La propuesta de Nolan resonaba en su mente, una oferta que la llevaba a un camino incierto pero que prometía un puesto de poder e influencia para ella y su querida hermana, Latifah. Fue por ella que Letise había sobrevivido, por ella que había luchado cada día entre las sombras de Luthadel, y por ella, se dio cuenta, estaba considerando aceptar la oferta de Nolan.
Letise se acercó a una ventana en el pasillo que ofrecía una vista plena de la ciudad. Aunque estaba cubierta de bruma, ella sentía que podía observar los edificios altos y las calles que ella solía recorrer con sigilo. Las calles eran crueles, sin amor ni misericordia para aquellos que las llamaban hogar. Habían sido sus maestras, enseñándole sobre la dureza del mundo, pero también sobre la fuerza que reside en el vínculo inquebrantable entre dos almas que se tienen la una a la otra como todo su mundo.
Podía sentir el peso de la responsabilidad que Nolan había colocado sobre sus hombros, una carga que iba más allá de cualquier cosa que hubiera imaginado.
El papel de suma sacerdotisa, aunque ofrecía status y comodidad, también implicaba realizar una manipulación calculada de las masas.
Letise se preguntaba si podría soportar el pesode las expectativas de un pueblo que esperaba que guiara sus vidas. La decisiónestaba en sus manos, y una voz en su interior le susurraba la tentación derechazar la oferta, de volver a la libertad de las calles. Podíadecir que no, podía darle la espalda a esa oferta de poder y volver a la sombrade los callejones, a la incertidumbre de cada amanecer.
"No tengo por qué aceptar esto", pensó Letise. "Podría decir no y buscar otro camino, continuar nuestra vida de antes, pero..." Su mirada se posó en la pequeña figura a su lado, aun tomando su mano, Latifah también miraba hacia la bruma, posiblemente consciente de las decisiones que su hermana estaba tomando.
La responsabilidad de cuidar a Latifah la abrumaba. La vida en las calles había sido difícil, y la idea de proporcionar un futuro estable para su hermana le daba fuerzas. Letise sabía que su decisión afectaría no solo su destino, sino también el de Latifah.
"Puedo rechazarlo", se dijo a sí misma en su mente. "Podría decir que no y condenarnos a volver a las calles, a una vida de hambre, frío y miedo... o podría aceptar y cambiar nuestra vida".
La suma sacerdotisa Letise. El título resonaba en su mente como un eco distante. Sabía que podría rechazarlo, que tenía el poder de decidir su propio destino.
La propuesta de Nolan, ser la Suma Sacerdotisa del Imperio Final y ponerse al mando del Cantón de la Ortodoxia, era una carga inmensa. No solo tendría que calmar a la población y mantener el orden, sino también representar la conexión entre Nolan y aquellos sobre los cuales ahora tenía dominio, antiguos sirvientes del lord Legislador.
No sería fácil; la política era un terreno más peligroso que cualquier callejón oscuro de Luthadel. Pero en su corazón, Letise sabía que cualquier camino era transitable, siempre y cuando mantuviera cerca el recuerdo de por qué había elegido caminarlo.
Tomar el título de Suma Sacerdotisa significaba sacrificar su libertad, someterse a los caprichos de un hombre enigmático, un tirano que había derrotado al Lord Legislador con una facilidad desconcertante. La imagen de Nolan, un hombre que no dudó en derramar sangre para alcanzar sus objetivos, era un recordatorio constante de la oportunidad que ahora se le presentaba en bandeja.
Sin embargo, rechazarlo significaba volver a una vida de desesperación, a las sombras de Luthadel donde la muerte era una compañera constante y la esperanza una visita rara.
Latifah: Deberías tomar el puesto.
Letise: No estamos obligadas a nada Latifah, lo oíste, podemos dar la vuelta y regresar...
Latifah: ¿Regresar a dónde? –le interrogó firmemente, entonces levantó su cabeza y cambió su mirada de las brumas vacías a los ojos de su hermana–. ¿Al callejón lleno de basura?
Lesite: Ese callejón es más seguro que este palacio, debemos alejarnos de toda esta situación.
Latifah: De una forma u otra ya estamos involucradas. Todos en la plaza vieron que estamos relacionadas con él, o al menos eso creen todos. Alejarnos no cambiará nada y nos pondrá en más peligro. La guerra, como dijiste que sucedería, nos aplastará si volvemos a ser mendigas.
Letise se quedó callada ante eso, no tenía razones para decidir lo contrario, los argumentos de Latifah eran ciertos, propios de su ágil mente. Si Letise no la convencía y usaba la fuerza para arrastrarla a las calles podría matarlas incluso. Así Letise volvió a mirar las brumas en silencio.
El tiempo avanzaba, y con ella, la resolución de Letise se fortalecía. Sabía que, al aceptar, podría proteger a Latifah de las garras de la pobreza y el peligro. Podría asegurarse de que su hermana pequeña tuviera un futuro, algo que no lograría siendo una mendiga y que siempre le había parecido un sueño inalcanzable.
Aunque la carga era pesada, aunque la manipulación estaba implícita, pues Letise sabía que, al aceptar el título de suma sacerdotisa, se convertiría en la voz de Nolan ante el pueblo, en la cara visible de un régimen forjado en la conquista y el miedo. Aun sabiendo eso, Letise eligió aceptar la oferta de Nolan.
Letise: Si hago esto, ¿Estarás conmigo?
Latifah: Siempre.
"Haré esto por ti, Latifah", prometió Letise en su interior, sintiendo un nuevo sentido de propósito inflamándola. "Seré la Suma Sacerdotisa, no por él, sino por nosotras. Para darte el mundo que siempre mereciste y nunca pudimos tener".
Con actitud decidida, Letise miró a su hermana, lista para abrazar el papel que le esperaba como suma sacerdotisa del Imperio Final, dispuesta a moldear el destino de aquellos que una vez rindieron adoración al lord Legislador.
Y con Latifah a su lado, enfrentaría lo que fuera necesario para construir un hogar en este nuevo capítulo de sus vidas.
La decisión estaba tomada, no sin miedo, perocon una firmeza nacida de la necesidad de proteger lo único valioso que lequedaba en este mundo: su familia.
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Omni-man llega al Imperio Final
AventuraOmni-man, el superhéroe más poderoso del mundo, es engañado y transportado a las tierras del Imperio Final, donde por mil años han caído cenizas y nada florece bajo el gobierno del Lord Legislador.