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"Me miran y solo ven la máscara. Yo los miro y solo veo sus miedos"
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Aquella sombra siniestra vagaba por los bosques de Jonia, por los hermosos senderos de Jonia, estaba oscuro y la única luz qué había era la de la luna y la estrellas. Yone estaba cansado de todo esto, pero era su deber cazar a los espíritus malos, a esos demonios qué atormentaban a los demás. Disfrutaba las pocas veces que podía contemplar la belleza de la naturaleza, veía a su alrededor, todo en silencio, solo los ruidos de grillos, el viento soplando contra las plantas y el ruido del agua qué pasaba por el río.
Esa tranquilidad desapareció en cuanto escuchó algunas plantas moverse de forma anormal, estaba seguro que el viento no había provocado tal cosa.
De inmediato sintió un viento frío, agarró su katana con fuerza, poniéndose alerta. Estaba en Jonia, sabía que el lugar estaba lleno de criaturas y magia, tenía que tener cuidado y ser cauteloso, sabía perfectamente que habían seres extremadamente poderosos.
—Sé que estás ahí—dijo con firmeza— muéstrate.
En un instante Yone dejó caer sus katanas, quedando impresionado ante tanta belleza en aquel ser. Una mujer, vastaya de eso estaba seguro pues tenía unas cuantas colas de zorro detrás de ella, ojos color miel, cabello largo y rosa, un cuerpo perfecto y su rostro de en sueño.
La pelirosa sonrió un poco al verlo aturdido, se acercó y levantó sus katanas para ayudarlo.
—N-No toques eso...
-Tranquilo, no voy a hacerte daño— le sonrió, eso provocó tranquilidad en el cuerpo del cazador, no sabía por qué, sabía que tenía que tener cuidado, pero ella no parecía peligrosa—Oh, te hiciste daño.
Se acercó un poco más para tomar su brazo, observó la herida, era una ligera cortada, Yone miraba cada movimiento que ella ofrecía, de inmediato sintió calidez y la herida ya no le ardía, había desaparecido.
—Eres una vastaya.
—Eso parece—añadió con sarcasmo—me llamo Kaiday, Kai si te resulta extraño.
—¿No me tienes miedo?
—¿Por qué lo tendría?— Yone sonrió un poco, era juguetona, se había dado cuenta y no le molestaba— Eres Yone, ¿cierto?
—¿Cómo lo sabes?
—Soy adivina.
—Curas y eres adivina, ¿también enamoras a la gente?—añadió con algo de coqueteo, eso la hizo reír.
