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El líder de las sombras estaba enojado y frustrado al ver que sus secuaces no lograban cumplir con el cometido qué les había asignado en aquella misión.
Robarse a la reina qué lideraba un clan de Jonia.
—No puedo creer que no cumplan el objetivo— sermoneo el líder con enojo— Tenían un solo trabajo.
—Lo sentimos jefe, pero es difícil— dijo un secuaz mientras se arrodillaba.
—¿Difícil? Sólo es entrar y tomarla y después huir, ¿Qué tan difícil puede ser eso?
—En serio, siempre logramos retenerla sola en su habitación, pero esa mujer es peligrosa, no deja ni siquiera acercarnos.
Zed se quedó confundido, ni uno de sus secuaces podía robarla, ni siquiera los de mayor rango. Suspiró con pesadez y se dirigió para prepararse.
—¿A dónde va, mi señor?
—A robarme a la reina.
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Había sido pan comido burlar a los guardias, ni siquiera notaron qué estaba ahí, así que fácilmente accedió a su habitación, entre las sombras la miró, quedando hipnotizado por tanta belleza.
Cabello largo y rojo, cuerpo de porcelana, ojos verdes esmeralda, labios rojos y regordetes, cubierta en un lindo vestido corto de seda color negro.
Jamás había escuchado que la reina sería increíblemente hermosa. Es por eso que no todos podían mirarla, ahora entendía qué su belleza era su arma más poderosa.
—Puedo verte entre las sombras.
Zed se sorprendió, sintiendo tensión en su cuerpo, como si lo obligarán a tener miedo, pero ¿miedo a que?
—Lo siento por interrumpir sus aposentos, su majestad— añadió, saliendo entre las sombras, haciendo una reverencia.
—Así que el líder vino a cumplir su propósito— canturreó, se sentó y cruzó sus piernas sin cuidado, esto con el propósito de poner nervioso al líder.
—Mis secuaces son idiotas.
—No seas tan duro con ellos, porque no creo que tu tampoco puedas cumplir tu misión.
Zed sonrió por tal valentía, aunque no paraba de ver aquellas hermosas piernas expuestas a la luz de la luna. De un momento se transportó hacía ella, pero no provocó ninguna reacción.
—Buen intento, Zed— le susurró al oído y lo jaló de la playera para que quedara encima de ella, acostada en su suave cama de seda— Sé tus trucos, me han hablado mucho de ti.
—¿Ah si?— Zed decidió subirse por completo, quedando encima de ella, con ambos manos a los lados de su cabeza mientras observaba como su cuerpo estaba debajo de él, era realmente lindo tenerla abajo.
—Dijeron que tenía que cuidarme de ti, que eras peligroso— añadió, tomándolo del cuello— Pero solo puedo ver que eres interesante.
Zed se mordió los dedos, tomó una de las piernas de la chica y la subió por encima de su espalda, pero, ¿qué estaba haciendo? De inmediato se alejó.
—Así que tu magia es seducir a las personas.
—No, sabes bien que no funciona así— dijo ella, levantándose para acercarse a él— puedo saber en parte lo que deseas y me molesta saber que deseas más mi magia qué yo
—¿Por qué te sorprende?
—Porque suele ser al revés.
Zed se sorprendió, era evidente qué todos cayeran ante tremenda belleza después de verla, todos anhelaban la magia de aquella chica, pero en cuanto la veían, ya no les interesaba más eso, sino poseerla, cosa que jamás conseguían.
—Tu magia es poderosa, puede curar cualquier tipo de daño, mágico, ordinario. además de que posees una gran cantidad de intuición, cosa que nunca falla.
—¿Por qué deseas que vaya contigo?
—¿Cómo sabes eso?
—Por favor, tu mismo lo dijiste, además no están difícil adivinar qué quieres que vaya contigo, tus secuaces terminaron por decirme
—Idiotas.
—No puedo ir contigo.
—No es pregunta.
—¿Vas a intentar robarme? No vas a lograrlo, Zed— añadió con firmeza— Pero podemos hacer un intercambio.
—¿Acuerdo?— ella asintió.
—Te curaré después de cada batalla o trabajo que tengas, con la condición de que tu gente protegerá mi reino.
—¿Tu reino no tiene protección suficiente?
—Estás parado aquí, enfrente mío, en mi habitación y nadie más lo sabe.
—Cierto.
—Entonces, ¿qué dices?
—Me curarás y yo protegere tu reino.
—Nadie puede saber que estamos juntos— Zed sonrió por esas palabras, cómo se escuchaban, ella puso los ojos en blanco— qué trabajamos juntos.
—El "estamos juntos" suena mejor, pero de acuerdo, es un trato.
—Muy bien, ven a verme las veces que lo necesites.
—Oh, claro que vendré y muy seguido— comentó, acercándose a ella para tomarla del rostro y mirarla directamente a los ojos
—Eres muy atractivo— dijo ella directo, Zed se sorprendió por aquellas palabras y sonrió sin creerlo— Estaré encantada de que vengas a visitarme.
—¿Estás segura de que no usas tu magia para seducir a la gente?
—No necesito magia para seducirte a ti.
—Hermosa y perversa.
—Puedo ver que quieres besarme.
—Besar a la reina, sería un sueño— contestó, acercándose cada vez más— ¿Puedo besarte, preciosa?
—Parece que no sólo nuestro trato se basa en magia— murmuró, Zed la jaló del cuello y la besó, cargandola hasta llevarla a la cama y ponerse encima de ella, empezar a besar su cuello con deseo.
—Maldición, vendré todos los días a verte sin falta, solamente para besar estos preciosos labios.