CAP. 2 - SI TE LO ENCUENTRAS POR AHÍ

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Por más que dé mil brincos nunca logro llegar

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Por más que dé mil brincos nunca logro llegar...

Esa frase se repite como sonata durante todo mi viaje al trabajo. El autobus se detiene dejandome frente a la oficina, ya han pasado varios meses desde mi encuentro con Kaleth en la discoteca. No he vuelto a saber más nada de él, aunque no le he dejado de echar mente desde entonces, es como si se hubiera clavado rapidito. 

Mi telefono resuena dentro de mi bolso mientras subo al ascensor, es Nicolás.

No le contesto, pero le envio un mensaje diciendole que estoy llegando a la oficina y no lo puedo atender. Ambos trabajamos en la misma empresa, él está en el Staff y yo soy la publicista que le consigue las entrevistas a todos los artistas de la discografica. Estoy super nerviosa, hoy tengo una cita muy importante con Salomón o más bien conocido como "Feid".

Bajo del ascensor y en eso veo que vienen dos hombres a mi, uno de ellos tiene una corbata azul albiceleste que reconocería en cualquier lado, es de mi jefe y a su lado un hombre muy guapo que no logro reconocer muy bien.

Giro sobre mis pies y miro a Elena, mi compañera de aventuras en la oficina quien me señala que el joven que viene con el jefe, llego desde muy temprano y que no sé sabe qué hace ahí.

Pocos minutos después se le anuncia al personal que habrá una reunión para presentar al nuevo administrador. Oh sorpresa, porque no se imaginan quien era, ya decía yo que era demasiado guapo y me ofende que no le haya reconocido.

Kaleth, estaba parado frente a todos nosotros y sería mi jefe y el de Nicolás a partir de ahora.
Lo extraño es que ni siquiera se acercó a saludar, fue como si yo fuese una completa extraña y que nunca nos hubiésemos conocido en aquella discoteca.

— Nicolás, ese tío no ha querido ni verme — le digo sentandome frente a él con mi almuerzo en una charola

— Pues quizá es mejor así, a penas si sabías algo de él. Ni siquiera te conoce y es la verdad, solo le contaste tu triste historia como haces cada vez que te dejan

— Uy, pero que mal rollo. Controlate si no quieres que te mande a comer mierda por decir estupideces — Le reclamo y después le doy un sorbo a mi sopa de fideos

— ¿Cuándo vas a dejar de comer esa porquería? — Mira con desprecio mi almuerzo

— Porquería tú, a mi sopa la respetas y ve a lavarte esa boca, no tienes ni buen gusto — Molesta me levanto de la mesa y termino en mi escritorio

— Sabes que no puedes comer aquí, está prohibido — Me sobresalto con la voz de ese hombre que tanto me había estado ignorando en toda la mañana

— Lo siento señor, no volverá a pasar — le digo sin mirarlo a los ojos

— Karina, se puede saber ¿por qué estas tan distante? — se acerca a mi y se sienta en la mesa de mi escritorio

Siempre llego tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora