sex demon

trece

–Quiero más Naru. –Gimió de satisfacción Sasuke mientras terminaba de tragar la leche que su novio le había dado.–

–¿Realmente te gusta la leche de fresa eh? –Se burló Naruto mientras agarraba el vasito para servirle más leche a su novio, quien sonrió mientras asentía.– Te ves tan chiquitito ahora con el cabello despeinado, aunque eso cambia cuando veo tu cuello lleno de hermosas marcas.

Y claro que tendría marcas siendo un posesivo Naruto quien, luego de que le dieran la noticia de que sería padre, había besado y le había hecho el amor al lindo demonio que tenía como novio, claramente Sasuke no se había negado y ahora estaba tan mimoso que había hecho que llamara a su trabajo pidiendo una semana libre para cuidar de su pareja quien estaba esperando un bebé.

–Me gusta la leche en general. –Bromeó con algo de doble sentido el menor mientras volvía a tomar de la leche de fresa.– Y también me gusta que mi novio me mime demasiado.

–Y te mimare bonito, pero primero debo ir a comprarle alimento a Kurama y Susanoo, ayer estaban- estábamos ansiosos por ti y les hablaba mientras les daba comida y cuando me dí cuenta ya no tenían. –Naruto hizo un puchero luego de terminar con su relato.–

–Eres un bobito, mi bobito. –Sasuke sonrió para luego levantarse de lugar y caminar hacia su novio para abrazarlo, separándose segundos después.– Me iré a dar un baño de burbujas, suerte comprando la comida de Kurama y Susanoo.

Y sin decir más Sasuke se dió la vuelta para caminar hacia el baño del hogar, dejando a un Naruto con una tonta sonrisa en su rostro, ese demonio iba a volverlo loco algún día y él se iba a dejar arrastrar a la locura.

–¡Ya volví cielo! –Anunció Naruto dejando el gran paquete que contenía alimento para perro en la entrada.– ¿Dónde Estás? –Preguntó quitándose los zapatos.–

Caminó hasta la habitación que, a partir de ahora compartirán siempre, y al abrir la puerta la puerta, la ternura se hizo presente haciendo que quisiera chillar por lo bonito que se veía su novio. Estaba allí dormido con todo su cabello desordenado, una camisa grande cubriendo su cuerpo junto a unos pantalones holgados, las mejillas sin maquillaje que cubrieran sus pecas y los labios levemente abiertos. Sin tardar ni un segundo más sacó su celular para poder sacar una foto de la bella escena, ya tenía un nuevo fondo de pantalla, Kurama ya había estado en ese lugar por mucho tiempo. Se acercó con lentitud a la cama donde se encontraba su pareja y se acostó a su lado, acariciando sus mejillas.

–Despierta colmillitos. –Ah sí, ese era un apodo que le había dado hace unos días luego de ver los bonitos colmillos que Sasuke tenía.– Despierta vamos, no has comido nada más que la leche de fresa, pediremos tu comida favorita si quieres.

–Déjame dormir mechudo. –Respondió Sasuke haciéndose bolito en la cama y abrazando una almohada, buscando comodidad. Naruto rió por el apodo que le había puesto.–

–Debes comer, no le hará bien a nuestro bebé que no comas. –Llevó una de sus manos a la pancita casi inexistente de Sasuke, sonriendo de manera boba otra vez.–

–Comeré solamente si pides de ese restaurante que me gusta mucho. –Respondió el menor, estirándose tal cual un gatito. "Pequeño y mimado Sasuke Uchiha" Pensó el Uzumaki mientras sonreía.–

–Entonces iré llamando, tú quedate aquí que ya vendré a llenarte de besos.

Dicho esto Naruto caminó fuera de la habitación para poder llamar al restaurante del que su novio hablaba y pedir su comida favorita, siendo su pedido aceptado. Volvió a la habitación tras unos minutos más, sonriendo al ver como Sasuke aún se estiraba en la cama cada ciertos segundos.

–Tu comida viene en camino, llegará aquí en unos veinte minutos. –Con cuidado se colocó al lado de Sasuke, sonriendo al ver como este se subía encima suyo.–

–Nos da tiempo para una sesión de mimos besitos. –Respondió Sasuke mientras hacia una pequeña boquita de pato, haciendo sonreír bobamente a el Uzumaki.–

–Yo creo que nos da tiempo a algo más que a una sesión de mimos y besitos.

Respondió Naruto antes de cambiar de posiciones dejando al demonio debajo suyo. En ese momento por primera vez en diez años se sintió completo, lleno, una extraña felicidad le invadía, una que no sentía desde los dieciséis años.