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Su corazón revoloteó cuando vio a Becky sentarse a su lado. Se veía espectacular ese día, una sonrisa deslumbraba en su cara y sus ojos brillaban. La imagen de aquello fuera tal para que Freen se enamorara un poco más de Becky

¿Pero quién no lo haría?

Sabía dibujar, además de bailar y cantar, hacía reír a cualquiera, es alta, so voz es hermosa, es guapa; por dios, quien no caería ante los encantos de Rebecca Armstrong.

—Estoy tan feliz, Freenky—se recostó en su asiento viendo hacia el techo

—Puedo verlo—tenía una pequeña idea de los que sería, pero aun así preguntó, —¿Qué pasó?

—Ayer, dios, Saro, fue la mejor tarde toda mi vida—sus ojos cayeron en la tailandesa quien al escuchar aquello se confundió

—Ajá, pero ¿Qué pasó?

Becky la miró mal: —Tuve una cita con

Freen la calló, antes de que pronunciara aquel nombre: —Sí, sí, ya recordé.

Su vista pasó de Becky a su cuaderno, tratando de apartar a su vista para que su amiga no notara la mezcla de tristeza y envidia que había en ese momento en su rostro.

Aun así, no pudo decir mucho pues su profesor había llegado.

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—Sí, te veo en casa. Adiós.

Freen hablaba con su primo diciéndole que llegaría tarde ya que Becky la había invitado a su casa a pasar la tarde pero que no se preocupara, de todos modos, llegaría a dormir y no llegaría tarde.

A la menor no le gustaba cuando la chica estaba fuera de su casa en la noche.

—¿Qué dijo? —preguntó comenzando a caminar rumbo a su casa.

—Que no me preocupara, que está bien—sonrió a lo último—¿Por qué es que voy para tu casa?

—Porque quiero pasar tiempo contigo.

De no haber sido porque sus pies estaban tocando el suelo, podría haber jurado sentirse flotar en las nubes. Ella y Becky pasaban los siete días de la semana, básicamente juntas e ir a sus casas no era nada fuera de lo común.

Lo que lo hacía diferente es que cuando iban a la casa de Freen ...que prácticamente era el punto de reunión... siempre estaba su primo. Pero, en las pocas ocasiones que Freen iba a la casa de Becky se quedaban a solas.

Y a la mayor se le venían tantas cosas que no podía hacer, que incluso llegaba a sentirse culpable. Aunque el concepto de Becky de pasar tiempo contigo era comer, jugar videojuegos y más que todo, hablar.

Sus zapatos quedaron en la entrada de la casa y el perrito de Becky llegó a recibirlos, ese animalito amaba a Freen

—¿Tienes hambre? —preguntó la menor cuando Freen se tiró en el sillón

—No—aunque—sabes, si tengo hambre ¿pedimos de comer?

Subiendo las escaleras Becky le respondió: —El teléfono está en la cocina, pide lo que quieras.

Caminar hasta la cocina ¿y si mejor esperaba que Becky bajara?

Por favor, su nivel de pereza no podía convencerla cada que podía, entonces se levantó hasta la cocina. Vio los diferentes números de restaurantes de comida que había en la biblioteca del teléfono de su casa.

Y entonces el teléfono de Rebecca sonó, dejando ver un mensaje en su pantalla de bloqueo.

Kai:

Becky, olvidé devolverte tu gorra ¿Me la puedo quedar?

Freen rodó los ojos y suspiró.

De pronto se le quitó el hambre.

De verdad no soportaba a ese chicos y no es porque fuera básico y posiblemente el futuro novio de su mejor amiga. Bueno, un poco sí. Peo principalmente porque tenía un leve y mal presentimiento del rubio, algo no le cuadraba de él.

Se devolvió hasta la sala, caminando con el celular en su mano para desviar su atención, pero en el transcurso, las pisadas en la escalera la hicieron voltear a Becky.

La menor le extendió una de sus camisetas a Freen y la otra casi se va de espaldas.

—Toma, cámbiate ese aburrido uniforme.

Y ni siquiera pudo decir nada.

Becky se dirigió a tomar su teléfono.

Freen la siguió con su la mirada viendo que cuando lo encendió una sonrisa rápida apareció en los labios de su amiga.

Había visto el mensaje del chico y fue ahí que Freen despertó y caminó para cambiarse la parte de arriba del uniforme.

La playera de Becky se le veía tan bien, por obvias razones de altura le quedaban una o dos tallas más grande y la hacía sentir cómoda y, además, tenía el perfume de su nong.

Quizá se la llevaría puesta y le escribiría luego diciendo Becbec me llevé tu camiseta ¿me la puedo quedar?, pero no, era ridículo.

Salió y vio a Rebecca aún en el teléfono, pero lo dejó cuando se dio cuenta de la presencia de la mayor.

—¿Pediste comida? —le preguntó dirigiéndose hasta ella. Sarocha negó.

—Se me quitó el hambre.

Becky frunció el ceño extrañada pero igualmente ella tampoco tenía tanta hambre.

—¿Control blanco o negro? —preguntó la menor encendiendo la pantalla de la sala, —No, ni respondas, amas el blanco.

Freen sonrió, su mejor amiga la conocía tan bien.

I wish「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora