Capítulo I.

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Me miro en el espejo y frunzo el ceño, frustrado

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Me miro en el espejo y frunzo el ceño, frustrado. Qué asco de pelo, no hay manera con él. Y maldito Eijiro Kirishima, que se ha puesto enfermo y me ha metido en este lío. Tendría que estar estudiando para los exámenes finales, que son la semana que viene, pero aquí estoy, intentando hacer algo con mi pelo. No debo meterme a la cama con el pelo mojado. No debo meterme a la cama con el pelo mojado. Recita varias veces este mantra mientras intento una vez más controlarlo con el cepillo. Me desespero pongo los ojos en blanco, después observo al chico pálido de pelo rojo y ojos rojos exageradamente grandes que me mira, y me rindo. Dejó mi pelo rebelde como esta, y confío en que este medio presentable.

Kirishima es mi compañero de piso, y ha tenido que agarro un resfriado precisamente hoy. Por eso no puede ir a la entrevista que había concertado para la revista de la Facultad con un mega empresario que yo nunca había oído hablar. Tengo que estudiar para los exámenes finales, tengo que terminar un trabajo y se suponía que a eso iba a dedicarme esa tarde, pero no. Lo que voy hacer esta tarde es conducir más de 200 kilómetros hasta el centro Seattle para reunirme con el enigmático presidente de Todoroki Shoto. Como empresario excepcional y principal mecenas de nuestra Universidad, su tiempo es extraordinariamente valioso -mucho más que el mío-, pero ha concedido una entrevista a Kirishima. Un bombazo, según él. Maldita sean sus actividades extra académicas.

Kirishima está acurrucado en el sofá del salón

– Bakubro, lo siento. Tarde nueve meses en conseguir esta entrevista. Si pido que me cambien el día, tendré que esperar otros seis meses, y para entonces los dos estaremos graduados. Soy el responsable de la revista, así que no puedo echarlo a perder. Por favor... – me suplica Kirishima, con voz ronca por el resfriado.

¿Cómo le hace? Incluso enfermo se ve guapísimo, realmente atractivo, con su pelo rojizo perfectamente peinado y sus brillantes ojos rojos aunque ahora los tiene aún más rojos y llorosos. Paso por alto la inoportuna punzada de lástima que me inspira.

– Claro que iré, Kirishima. Vuelve a la cama ¿Quieres una aspirina o un paracetamol?

– Un paracetamol, por favor. Aquí tienes las preguntas y la grabadora. Solo tienes que apretar aquí. Y toma notas. Luego ya lo transcribiré todo.

– No sé nada de él – murmuro intentando en vano reprimir el pánico, que es cada vez mayor.

– Te harás una idea con las preguntas. Sal ya. El viaje es largo y no quiero que llegues tarde.

– Vale, me voy. Vuelve a la cama, te he preparado una sopa para que la calientes después – lo miro con cariño. Solo haría algo así por ti, Kiri.

– Sí, lo haré. Suerte y gracias, Bakugo. Me has salvado la vida, para variar.

Me pongo la maleta, le lanzo una sonrisa y me dirijo al coche. No puedo creer que me haya dejado convencer, pero Kirishima es capaz de convencer a cualquiera de lo que sea. Será un excelente periodista. Sabe expresarse y discutir, es fuerte, convincente y guapo. Y es mi mejor amigo.

50 Sombras de Shoto [Adaptación] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora