Capítulo XV.

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—Hola

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—Hola.

Me siento terriblemente cortado cuando abro la puerta. Shoto está en el porche, con sus vaqueros y su cazadora de cuero.

—Hola —dice, y su radiante sonrisa le ilumina el rostro.

Me detengo un instante para admirar su belleza. Madre mía, está buenísimo vestido de cuero.

—Pasa.

—Si me lo permites —contesta, divertido. Cuando entra, le veo una botella de champán en la mano—. He pensado que podríamos celebrar tu graduación. No hay nada como un buen Bollinger.

—Interesante elección de palabras —comento con sequedad. Él sonríe.

—Me encanta la chispa que tienes, Katsuki.

—No tenemos más que tazas. Ya hemos empaquetado todos los vasos y copas.

—¿Tazas? Por mí, bien.

Me dirijo a la cocina. Nervioso, sintiendo las mariposas en el estómago; es como tener una pantera o un puma en mi salón.

—¿Quieres platito también?

—Con la taza me vale, Bakugo —me responde Shoto distraídamente desde el salón.

Cuando vuelvo, está escudriñando el paquete marrón de libros. Dejo las tazas en la mesa.

—Eso es para ti —murmuro algo ansioso. Mierda... Seguro que esto termina en pelea.

—Mmm, me lo figuro. Una cita muy oportuna. —Pasea ausente el largo índice por el texto—. Pensé que era d'Urberville, no Angel. Has elegido la corrupción.

—Me dedica una breve sonrisa lobuna—. Solo tú podías encontrar algo de resonancias tan acertadas.

—También es una súplica —le susurro.

¿Por qué estoy tan nervioso? Tengo la boca seca.

—¿Una súplica? ¿Para que no me pase contigo? Asiento con la cabeza.

—Compré esto para ti —dice él en voz baja y con mirada impasible—. No me pasaré contigo si lo aceptas.

Trago saliva compulsivamente.

—Shoto, no puedo aceptarlo, es demasiado.

—Ves, a esto me refería, me desafías. Quiero que te lo quedes, y se acabó la discusión. Es muy sencillo. No tienes que pensar en nada de esto. Como sumiso mío, tendrías que agradecérmelo. Limítate a aceptar lo que te compre, porque me complace que lo hagas.

—Aún no era tu sumiso cuando lo compraste —susurro.

—No... pero has accedido, Bakugo. 

Su mirada se vuelve recelosa.

Suspiro. No me voy a salir con la mía, así que pasamos al plan B.

—Entonces, ¿es mío y puedo hacer lo que quiera con ello? Me mira con desconfianza, pero cede.

50 Sombras de Shoto [Adaptación] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora