Humo

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―Trae la comida...

La voz de Nobunaga sonó cansada, seguía acostada en la cama en la que estaban. A diferencia del resto del país, ella había decido dormir hace mucho tiempo en esas camas del estilo "europeo" que le resultaron bastante cómodas.

Habías dicho que no tenía que trabajar... ―Nobunaga bufó cuando la réplica de Yasuke llegó a sus oídos. La mujer abrió un ojo que apenas pudo despegar y vio al hombre a su lado. La estaba abrazando y ella durmiendo en el pecho de este.

Era algo usual entre ambos ya pasado un tiempo. La única razón por la cual jamás se puso formalizar una relación entre ambos era por su estatus. Una cosa era ser "el consentido" del maestro y otra era formalizar la relación.

Nobunaga esperaba que una vez que su hermano tomara el poder todo eso podría desaparecer. No es que le importara realmente lo que dijeran los demás, pero quería mantener el orden los territorios al menos hasta el momento en que tenga que abdicar y entregar el poder total a su hermano.

Después de eso no tendría razón si quiera para estar en aquel país. Ella deseaba ver el mundo, le interesó mucho más lo que había en el exterior a lo que podría encontrar en la isla.

¿Quizá de esa forma podría encontrar a quienes podrían escucharla? No había muchos a los cuales podía escuchar, más allá de Yasuke y el propio Hideyoshi.

Viajar por el mundo y conocer nuevos lugares fue siempre algo que deseó hacer, pero salir del territorio sería lo mismo que dejar todo lo que había conseguido hasta ahora.

―Yasuke esclavo inútil, muévete ―la mano de Nobunaga subió para empujar levemente el rostro de Emiya quien gruñó.

Había pensado por un momento que las vacaciones serían algo para disfrutar.

Levantó una mano y tomó la de Nobunaga para traerla hacia él. La mujer forcejeó sin esfuerzo alguno, solo para liberar el brazo pero al final sin siquiera intentarlo tres veces solo se rindió.

―Hoy era mi día libre.

Nobunaga quiso decir algo pero ella misma estaba cansada, todo lo que tenía que hacer los siguientes meses la dejaron sin fuerzas y a veces, como en aquel día, solo deseaba descansar.

―Bien, vamos a dormir otra vez...

...

―Se ha vuelto casi rojo en su totalidad ―Emiya no supo la razón real tras el coloramiento del pelo de Nobunaga. Con el paso de los años, simplemente había sido gradual el cambio de los colores del cabello de Nobunaga, junto con el afinamiento de la apariencia de la mujer.

―Eh, no le prestó atención ―Nobunaga no dio mayor comentario a ese detalle.

Actualmente tanto Nobunaga como Emiya estaban en aguas termales. No fue algo que pasara con regularidad, el dejar la capital del territorio en los últimos tiempos había sido complicado, pero en las últimas semanas fue una cambio debido a que Nobunaga tenía que ir personalmente a cuidar de los asuntos de cada territorio.

La iglesia fue un medio por el cual consolidó su poder, haciendo actos de caridad o apariciones para dar discursos, así reafirmando que ella era la que estaba en el poder del lugar.

El manejo del territorio había llevado a que tuviera que buscar una forma de calmarse de vez en cuando. Ahora Nobunaga estaba acostada con la espalda en el pecho de Emiya quien le estaba ordenando el cabello ahora que estaban dentro del agua.

Emiya estaba abrazando a la mujer por la espalda mientras que colocaba el cabello largo de color rojo en una cola de caballo para que no se pegara en el rostro de la mujer en el agua.

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