De como coincide este pequeño mundo (1ra parte )

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20 de enero

Midorima caminaba por aquellos interminables pasillos como todos los días, si no estaba en clase estaba recorriendo aquel hospital, esperando a que su mejor amigo pudiera ser visitado. Le molestaba en demasía el invierno que hacia empeorar el estado de salud de Akashi, pero eran las desventajas de que su único amigo fuera aquel chico, hijo del socio de su padre. Los Akashi eran personas que en verdad daban miedo, pero según él Akashi era diferente, por ahora. A sus 14 años era alguien agradable, a pesar de aquellos molestos cambios de humor, eran soportables y hasta divertidos si sabías sobrellevarlo, aunque aún así daba miedo a montones.

El señorito de ojos verdes miró una vez más aquel reloj, eran las 2.15 y los tratamientos del pelirrojo acababan a las 3.40, ¡Faltaba mucho!

Pensaba en aquello cuando de repente escuchó un gran grito, seguido de un llanto, un llanto de dolor, desgarrador. Corrió a investigar de qué se trataba, mas al llegar al origen de aquel llanto solo escuchó un "No me dejen solo" demasiado triste y luego vió como salía un hombre, con sus ojos cristalizados, intentando no llorar, mientras la que parecía ser su esposa lloraba desconsolada y le decía a la persona que se encontraba dentro algo como "No podemos quedarnos, pero mañana vendremos hijo" y salían dando un portazo, mientras aquel hombre rompía en llanto... Vió como ambas personas fijaban su vista en él. Él se limitó a toser mientras acomodaba sonrojado sus anteojos de montura gruesa.

Luego de ver como aquellas personas se habían ido, revisó el pasillo, el cual, siempre tan sombrío daba escalofríos. Observó aquel identificador en la placa de la puerta

"Takao Kazunari- 13 años"

Sonrió con malicia bien disimulada, ser el hijo del director tenía sus beneficios.

Entró con calma, en profundo silencio, y vió como aquel pequeño cuerpo se estremecía mientras sollozaba. La escena le dió pena y hasta conmovió a su corazón no apto /o no adaptado/ para aquellas molestas emociones

Se sentó en el bordillo de la cama, dandose impulso con unas sillas que estaban al lado de la camilla, teniendo especial cuidado con el tubo que llevaba el oxígeno y el cable que marcaba el ritmo cardíaco del más pequeño.

El pelinegro le miró confundido ¿Qué hacia aquel chico peliverde en el bordillo de la cama? ¿acaso ya había muerto?

"Parece un ángel" -pensó- ¿Q'quién eres?- Dijo asustado el pelinegro.

-Hm, Shintarou Midorima, un gusto- Le tendió la mano sonrojado y Kazunari le correspondió alegremente.

-Un gusto shin-chan-

-¿Shin-Chan?-Midorima enarcó una ceja confuso.

-¡Shi! ¿y?-

-¿y qué? -

-¿En que momento morí?- Dijo en un tono extraño, entre confundido y feliz.

-¿Qué te hace pensar que moriste?-

-Es que como estoy viendo un ángel- Le sonrió inocentemente, a lo que el peliverde se bajaba de la cama con apuro, sonrojado.

¿De que hablaba aquel pelinegro? No tenía lógica, él no era un ángel, claro que no, y el otro era un idiota por siquiera mencionarlo.

-No hables idioteces!-Dijo sonrojado el de anteojos.

-Pero... Pareces un ángel...-

-Que no. -

-Que sí-

-Que no. -

Y Kazunari rió, rió tan suave, tan lindo que Shintarou quedó viendo estrellitas por un rato.

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