De como aprender a caminar y de como olvidarlo

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15 de febrero

Los días pasaban y Akashi se sentía cada vez más ansioso, cada dos días más o menos veía a Kuroko desde un tiempo hasta parte. Y le encanta, tanto le encantaba que a la vez le preocupaba y no sabía que hacer. El tener a Kuroko tan cerca cuando veían vídeos o escuchaban música, que era lo que tenían en común, hacia que su corazón se acelerara en demasía, se descontrolaba y las maquinas monitoras no ayudaban a omitir o mínimo ocultar aquellos drásticos latidos que lanzaba su pecho cuando el más bajo se acercaba más de la cuenta.

Y Kuroko lo notaba, y le hacía sentir extraño. Pero Kuroko jamás querría sentir cualquier emoción. Él de por si, y aunque no lo deseara, le tenía miedo a las emociones, su estoica expresión se debía a eso. Al continuo e inexplicable miedo a que su corazón lata más fuerte o su respiración se agite hasta el punto de no oxigenarlo.

Un irracional miedo al amor. Aquel amor bilateral.

Kuroko una vez más se sentó en la camilla del chico. Esta vez les tocaría leer, quizás a Shakespeare o algún otro clásico europeo. A veces actuaban lo que los personajes de los libros decían, se seguían el juego y todo acababa en risa.

Y ya era sabido por su madre que él, que no era bueno para hacer amigos, iba a la habitación de uno de ellos cuando se fugaba luego de cualquier control o examen. Y sabia como toda madre llega a ser, le decía que se cuidara y que ella se tomaría un café en la cafetería del recinto.

Un día el director del hospital se le acercó, haciéndole temer de que algo malo le pudiera haber pasado a su pequeño.

-Su hijo a estado pasando mucho tiempo con mi ahijado- Dijo con voz parsimoniosa y grave, no muy lejana a la de su hijo. Y solo pudo conseguir que la señora lo mirara con gesto grave, preguntándose a si misma si eso era de alguna forma malo. -No vengo a darle malas noticias. Lo siento, no me presenté correctamente, soy el médico en jefe-Dijo al notar la desconfianza de la señora, quien estrechó su mano con fuerza y seguridad.

-Sí conozco su posición señor Midorima. Y por eso no entiendo que es lo que pudo haber sucedido para que usted me hable, tomando en cuenta todos los pacientes que tiene en este hospital.-

-Si, pero mi hijo y mi ahijado me pidieron que revisara el caso de su hijo, y yo en mi tiempo libre me encargue de hacerlo, junto al de otro chico que padece lo mismo y que al parecer está más grave.-

-¿Y? ¿Qué es lo que tiene mi hijo? - Preguntó con crecientes dudas y una pizca de alegría la madre del de los ojos celestes.

-"Hipertensión pulmonar"*- La sonrisa de ilusión de la señora se de desfiguró al notar que probablemente su hijo jamás podría sanarse totalmente de aquella enfermedad.

-Uhm... ¿aun se desconoce la causa?- preguntó la señora con miedos. Esperando que la respuesta no fuera aquello que ella imaginaba.

-Al parecer no la tiene- puntos en contra, por los conocimientos de la señora Kuroko sobre aquello, la enfermedad no tenía causa.

-Ya veo...-

-Señora, haremos lo humanamente posible para que su hijo se recupere. No se preocupe demasiado de cosas que aún no suceden- Dijo el doctor Midorima antes de marcharse, dejando a la señora lamentándose en silencio.

Mientras Kuroko escuchaba la música y pensaba en aquel cuerpo que a su lado comenzaba a caer rendido ante el cansancio de la quimioterapia o alguna adaptación de ella, que le dejaba mal cada vez que era sometido hacia ella.

Acarició los cabellos rojos, que intentaban crecer, y muy cortos y débiles adornaban la cabeza del mayor...

Y lo notó, notó que vivía gracias a aquel débil chico,
Notó que tenía miedo a un mundo sin él,
Notó que lo quería más de lo que imaginaba,
Notó que cayó en el error al que más le temía.

~o~o~

16 de febrero.

Era un día precioso y por ende Midorima no podía evitar sentirse absolutamente feliz de lo que en breve ocurriría.

Entró al cuarto de Takao luego de lograr estabilizar su creciente ánimo y acomodó la silla de ruedas junto a la cama del menor.

Y su felicidad no iba a ser para menos, es decir, había logrado que dejaran salir al de los ojos celestes a hacer un picnic.

Aunque no podrían ver la puesta de sol, y eso le ponía un poco triste.

Takao lo recibió con una gran sonrisa, y acomodó la mascarilla de oxígeno del galón portátil, sentándose en el bordillo de la cama para que el más alto le bajara. Y Midorima, como si Takao fuera lo más preciado del mundo, lo bajó de la cama, sentandolo con cuidado en la silla de ruedas, acomodando el tanque y colocándole una manta en las piernas. Nadie había dicho nada, no era necesario.

Midorima caminaba por los pasillos con cuidado y al llegar a la salida, rodeo el hospital y comenzó a caminar por la colina que ahí comenzaba, con cuidado de no tropezar o de que la silla no se estancara.

Ya en un claro, comenzó a colocar todo de forma sofisticada y cómoda. Cuando notó que el otro sin ayuda alguna se había puesto de pié. Alarmandole.

-¿Qué crees que haces? -corrió Midorima hacia el más bajo que ya agitado de esmeraba en seguir con su carrera hacia el de ojos verdes.

-Ca...mi...no...¿Qué crees tu? -Dijo normalizando su respiración cuando ya había reparado en que debía detener su forzado caminar en aquella pequeña cuesta, que para él era ta agotador como trotar. Sus pulmones poco ayudaban y lo sabía.

-Eso es obvio Bakao...uhm...-Tomó con su mano el carro que llevaba el tanque de oxígeno de Kazunari, y con su mano libre tomó la mano del dueño de aquello- ¿Puedes continuar?-

-c'claro!-Dijo con apuro, bajando la mirada para ocultar aquel creciente sonrojo que Shintarou gracias a su preocupación no notó.

Aquellos momentos de comida y abrazos fueron bastante agradables, Takao preguntaba sobre algún pájaro que ahí cantaba y Midorima le decía todo lo que sobre el sabía.

En algún momento de aquella amena conversación se miraron y sus ojos se toparon.
En algún momento Midorima se perdió en los ojos de Takao.
En algún momento ambos notaron que ya era tarde.
En algún momento notaron que no había retorno.
En algún momento entrelazaron sus manos.
En algún momento se besaron y ninguno supo más que de ese claro de Luna que protegía su secreto.

~O~O~O

*hipertensión pulmonar: Es una enfermedad cardiopumonar poco común en niños(y más difícil de tratar también) No tiene cura y básicamente produce una deformidad en el corazón y el pulmón, provocando así que no sea reversible. Dudas, pues pregunte no más.

Ahahahaha.... tuve problemas con esta enfermedad porque no sabía si dejarsela a Kazunari o a Tetsuya, ambos personajes merecen una historia bien contada y creo que eso es lo único que puedo contar como corresponde xd Espero que les haya agradado.

Nos leemos lo más pronto posible

Historial clínicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora