De lo que ves y lo que no

220 21 5
                                    

9 de Febrero

Kise despertó demasiado revolucionado aquella mañana, no había dormido demasiado, pero con 5 horas de corrido ya era feliz, hace bastante tiempo que no dormía más de 3 horas seguidas sin despertar a saltos en la noche. Así que con ánimos se levantó y caminó al baño luego de desenredar todas aquellas maquinas que le median cada pulsación. Ya en el baño comenzó a desvestirse para tomar una ducha, la diálisis había sido ayer durante la mañana, así que hoy tendría libre, le cansaba aquello de "Cada día intermedio te debes dialisar Ryouta, o sino puedes morir incluso"

Salió de la ducha luego de unos 15 minutos bajo aquel refrescante grifo y se comenzó a vestir mientras sentía como alguien abría la puerta.

-Adivina quien preguntó por ti cuando le serví el desayuno ~-La dulce voz de la pelirrosa le sacó de sus pensamientos sobre aquellas maquinas que monitoreaban a todo ser vivo de aquel hospital según su parecer.

-Quien...- Kise lo pensó unos segundos mientras abrochaba su camisa, planeaba ir a comer al casino justo cuando Momoi llegó con el desayuno. -¿Kasamatsu? -Dijo recordando la noche anterior con alegría.

-Exacto, ahora come antes de que se haga tarde.- Kise se acercó a la pelirrosa y bebió el jugo de naranja de un gran sorbo y tomó la tostada, comiéndola mientras se iba por el pasillo.-Hey espera!-Le siguió apurada, intentando alcanzar al pequeño que daba grandes sancadas y que con sus zapatos de plataforma era difícil de superar. Así que cuando logró alcanzarlo, el otro ya estaba abriendo la puerta de la habitación de Kasamatsu, sin siquiera tocar.

-¿Y tu? ¿Que haces acá?-Preguntó asustado aquel chico al ver que quien había irrumpido su lectura era no más ni menos que su vecino.

-Que malo eres Kasamatsu!- Fue la respuesta del más pequeño, en un sutil puchero que formó para llamar la atención del de ojos azules.

-Exijo respeto, soy mayor que tu.-

-¿Kasamatsu-Sempai? -Dijo con la voz más tierna que encontró en su lista de recuerdos, de todas maneras él había sido modelo antes de caer intentado.

-I'idiota! Tampoco debes decirme así...-Estaba sonrojado hasta las orejas, de seguro la ternura de la que Kise presumía le había pillado desprevenido.

-Perdonalo! él es así... bastante intruso la verdad- Momoi fue la que interrumpió el momento tomando la mano de Kise para llevárselo de ahí. Y arrastrándolo fuera, bajo los reclamos del rubio y una extraña estupefacción en el rostro de Yukio.

-¿Qué hacías molestando al pobre chico? sabes que puedes ser hostigante a veces, no lleves esto a eso Kise -Le dijo como consejo la pelirrosa que aun tomaba la mano del de ojos dorados.-Recuerda que él no puede salir, ¿No se sentiría mal si puede ver que tu sí?-

-¿Ni siquiera al jardín?-

-Ni siquiera al jardín...-Suspiró la chica mirando a través de la ventana como la lluvia chocaba contra la ventana y el viento remecía los árboles como en una cruel película de terror-De todas formas, estamos en invierno...-

~o~o~o~

10 de Febrero

Mientras...Tatsuya caminaba por las calles intentando ignorar la pequeña molestia que se formaba en su cabeza por aquellos rayos de sol mal recepcionados por su cerebro en aquel abochornado día de Febrero, que entre nubes quemaba de todas formas cuando la oscilación térmica no era de más de unos pocos grados. Aunque eso no le impidió cumplir cierto capricho que tenía desde hace unos días , y este era devolverle los dulces que botó el gigante a este mismo.

Entró a la tienda con algo de dinero y compró aquellos dulces que recordaba haber visto aquel día, algo le emocionaba, algo que no había sabido reconocer y que le tenía al borde de la hiperactividad.

Cruzó la calle y ubicó con su vaga vista la casa del de los cabellos violeta, tocó el timbre con un poco de miedo, aquel chico inspiraba miedo pero aun así decidió ignorarlo.

El gigante salió y le miró con desinterés y una frialdad que le hizo sobreexaltarse.

-¿Qué quieres?- Preguntó con pereza, y el del lunar sólo pudo levantar la bolsa de comida chatarra y con un gran esfuerzo sacar las palabras que en su cabeza se arremolinaban.

-E'esto es por lo que te boté el otro día sin querer...- Y le sonrió con esfuerzo. Murasakibara le sonrió contento, "Como un niño" Pensó Tatsuya.

-¿Quieres ver una película? digo... Trajiste dulces justo cuando me preguntaba si la flojera era más grande que el hambre.- No quería sonreír, su orgullo no le permitía mostrarse tan débil ante alguien que apenas si conoce. Pero aquel chico sacaba un lado de él que intentaba ignorar y sobre todo ocultar, algo de lo cual se percató con solo verlo una segunda vez.

-Claro...- Se replanteó la palabra "ver" con un montón de dudas. Pero aun así accedió entrando. Eran un montón de dulces y él no comía mucho así que de seguro alcanzaría para ambos.

Se observaron y Tatsuya sonrió con nervios. Ninguno conocía al otro y aún así, algo del otro les inspiraba confianza.

-por cierto, mi nombre es Tatsuya, Himu'.... Kagami Tatsuya- Casi... otra vez casi comete el error de dar aquel apellido que en nada le orgullesía.

-¿Himu...?-El gigante le miró dudoso.

-Himuro... Era mi apellido pero... No me agrada para nada.-

-Pues haré que te agrade MuroChin. Yo soy Murasakibara Atsushi~- Mencionó el gigante con una sonrisa suave, sentándose en el sofá y colocando el itinerario de las películas que pasarían por la televisión de paga aquella tarde, mientras Himuro buscaba a su al rededor confundido ¿Acaso no había nadie? ¿Quién le mandó a ir ahí? - No hay nadie -Dijo al notar al otro buscar algo a su al rededor, y sacando un dulce con su mano, llamó al otro, él cual caminó y se sentó en un sofá individual, mirando las letras en la televisión.

-¡Esa me agrada!- Dijo Tatsuya luego de unos momentos buscando algo que a ambos les agradace. La película que apenas comenzaba era nada más ni nada menos que el rey León. Atsushi sonrió ante la idea de ver una película de su infancia, así que la dejó sintonizada y así comenzó la película.

Ambos se mantuvieron en silencio todo lo que esta duró, sacando de cuando en vez alguna golosina de la bolsa (Claramente Murasakibara más que Himuro), así que cuando acabó, ellos solo se sonrieron y se encaminaron hacia la puerta, donde al ver que había comenzado a llover, el más alto abrió un paraguas e invitó al del lunar a caminar junto a él bajo el mismo.

Las palabras sobraban y se dió por hecho que el gigante dejaría al más bajo fuera de su casa, así que se limitó a seguirlo en silencio mientras ambos escuchaban la respiración calmada del contrario.
En la puerta del edificio tampoco faltaron palabras, solo dijeron las necesarias.

-Creo que mañana darán Aladdin en la télévision, como a las cuatro- Mencionó Murasakibara sugerente.

Himuro se limitó a asentir, comprendiendo el simple mensaje que le había hecho tan feliz. Y se volteó, entrando en aquel grande edificio con una suave sonrisa.

Había sido un gran día.

Historial clínicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora