De lo que soy capaz y de lo que no

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7 de Febrero

Kuroko miró el reloj y notó que ya sería la hora de que lo llamaran a la consulta, eran las 3.20 y su hora con aquel nuevo broncopulmonar era a las 3.25

Odiaba aquel hospital, no por sus pacientes, si no por todos aquellos doctores que solo veían la parte profesional y no los sentimientos de los pacientes. Él sufría al ver a su madre sufrir cada vez que algún estúpido doctor le decía "Kuroko-Kun no vivirá mucho, lo entiende ¿cierto?" Y eso le dolía tanto a Kuroko, ver a su madre comprimir las lágrimas para que su pequeño hijo no la viera llorar. Como si no fuera lo suficientemente obvio que mientras él iba al colegio ella lloraba mientras hacía el aseo y otras cosas.

Daba asco, su enfermedad daba asco, sus defensas, su cuerpo, todo daba asco. Y peor aun fue el impacto de que su madre deseaba retirarle del instituto al que asistía ¿Cuanto más planeaban quitarle? Sus compañeros de equipo también pusieron aquel triste rostro al saber que Kuroko no podría seguir jugando baloncesto en su equipo.

La vida daba asco y lo único que le había orillado a aceptar a aquel especialista era que en ese mismo hospital, bajo aquel mismo techo dormía cada noche Akashi Seijuurou.

El broncopulmonar le llamó por aquel altavoz que había fuera de cada pabellón. Su madre le tomó la mano y caminaron a la consulta, ya dentro un médico practicante le indicó que se sentara en una camilla mientras tomaba en sus manos un saturómetro para ver sus pulsaciones y otra maquinita que medía la presión sanguinea.

Le colocó ambas, la primera en el dedo índice y la segunda en el antebrazo, y le indicó que guardara silencio mientras aquellas aparatosas maquinas hacían su trabajo con parsimonía. Mientras de fondo escuchaban el bolígrafo de aquel médico escribiendo alguna receta mientras le explicaba a la madre los efectos que surgirían con aquel nuevo medicamento.

Debía tomarlo cada ocho horas sin falta y que el valor redondeaba los 34 dolares o algo así.

Ya estaba aburrido de aquella conversación así que miró sus brazos, aquellas maquinas ya arrojaban los resultados en sus pequeñas pantallas led.

-53 latidos por minuto...Y una presión de 63 con 102-

El doctor tecleó toda aquella información y chistó la lengua- Demasiado bajo para un pequeño de su edad-

Kuroko miró a su madre con expresión aburrida por unos momentos. Cuanto odiaba todo aquello.

Luego de revisar todos los exámenes Kuroko salió corriendo, en una dirección que a su madre no le sonaba para nada. -Llamamé cuando termines los tramites ¿Ok?- y corrió, corrió todo lo que sus poco útiles pulmones le permitían.

Cuando llegó al cuarto del otro se sentía mareado, daba pasos lentos y tambaleantes, así que tocó la puerta con la poca energía que le quedaba y se apoyó en el marco de la puerta, jadeando, su cuerpo se sentía pesado, su vista se nublaba y sus oídos sólo percibían aquellos sonidos a los que con esfuerzo les ponía atención. Su Propiocepción estaba totalmente atrofiada y apenas si podía respirar cuando sintió un par de brazos tirarle y dejarlo en el sofá-cama ubicado al lado de la camilla de Seijuurou.

-Gracias Shintarou- Dijo la seca voz de Seijuurou, y lo primero que escuchó Kuroko al lograr reponerse de aquel pequeño y vergonzoso desvanecimiento.

-L'Lo siento!-Se levantó con apuro el pequeño Kuroko intentando disculparse con los presentes por el pequeño accidente. Pero Midorima lo detuvo y le proporcionó pequeñas caricias en la espalda al más bajo, mientras Akashi se levantaba con dificultad de aquella cama con tantos cobertores y maquinas.

Akashi pudo levantarse y abrazó a Kuroko.-mantén la calma ¿vale? eres un enfermo cardiaco y no deberías sufrir aquellos episodios de agotamiento-

Kuroko asintió débil ante aquella orden, debía asumirlo, Akashi le daba más miedo del que imaginaba, así que sólo tomó aire de golpe y lo botó lentamente, calmandose al fin.

-Shintarou ¿Puedes retirarte? Seguro hay alguien más divertido que yo esperando en el piso de la lista de espera a trasplantes.- Dijo dándole una orden demasiado implícita al más alto.

Midorima rodó los ojos y salió dando un portazo, sabía que el rencor por haber llegado tarde hace unas semanas no se lo quitaría nadie, así que dejó a los chicos contarse sus cosas, de todas maneras aún no se conocían lo suficiente.

-¿por qué corriste tanto? No debías...-Dijo Akashi al encontrarse con los ojos celestes de Tetsuya.

-Yo... Quería verte- Se sonrieron, Kuroko un tanto más sonrojado que Akashi.

-Bien... ¿Ya sabes que es lo que tienes?- El padre de Midorima les había comentado que la enfermedad de Kuroko Tetsuya no había sido detectada aun.

-Creen que es alguna enfermedad que causa insuficiencia pulmonar. Pero aun no se sabe que es...- Suspiró.

-Ya veo...mm ¿Quieres escuchar música? - Seijuurou quería cambiar el tema, así que tomó una tablet o algo así y se acostó con dificultad.

Kuroko lo miró y se sentó junto a él, arropándose mientras escuchan a Mozart.

En eso, Midorima llegó a la habitación de Takao en el pasillo de lista de espera y tocó con cuidado la puerta.

-¿Eh? p'pase- Dijo temeroso Takao, no se imaginaba que fuera Midorima quien esperaba afuera.

Shintarou abrió la puerta, no venía más o menos desde hace 10 días así que fue una sorpresa más que grata para el pelinegro, que al verlo sonrió y aquella máquina que mostraba sus pulsaciones comenzó a acelerarse.

"Joder" Pensó el menor sonrojandose "Máquinas, no me dejen en evidencia frente a Shin-Chan".

Midorima entró con precaución y se arropó junto a Kazunari y comenzaron a conversar, a pesar de que no podía evitar sonrojarse al notar que mientras más contacto hacía con Kazunari este más se sonrojaba, y eso le hizo bastante feliz, confundiéndole bastante a la vez...

-¡Hey... Shin-Chan!- Takao le miró con duda, sin saber como formular la pregunta que en su mente se arremolinaba

-Dime Takao.- Dijo suave Midorima. Él no era así y lo sabía, pero Takao era su pequeña excepción a toda regla, y eso le tranquilizaba, de todas maneras...Era él...

-¿Crees que pueda sanarme?-

Midorima le miró triste pero sonrió suave, intentando animarlo.-¿Por qué no? Debes ser tu quien crea eso ¿Crees que puedas sanarte?-

-Claro, ¡mientras estés tu a mi lado!- Takao asintió con ánimo y apoyó su cabeza en el hombro del más alto.-¿Juegas algún deporte?-

-Sí, juego basquet- Dijo a la vez que apoyaba su cabeza en la del pelinegro.

-¿AH SÍ?- Takao sonrió con ganas...-Yo jugaba antes de comenzar con las constantes decaídas-Dijo con nostalgia y algo de pena.

-Ya veo- Suspiró Midorima abrazando al menor.

-¿Podrías llevarme a algún partido tuyo? Me encantaría verte jugar...-

-Claro, hablaré con mi padre para ver si conseguimos una autorización ¿Vale?-

Y Takao le sonrió sincero y hasta feliz. Salir de ahí con Midorima era un verdadero sueño.

Historial clínicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora