Capítulo 23

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El entrenador me está castigando. Como si mi suspensión de un partido no fuera lo suficientemente mala, juro que se ha convertido en su misión de hacerme sufrir tanto que lo único que puedo hacer después del entrenamiento es ir a casa y desmayarme.

No he tenido tiempo de pensar, y mucho menos de volver a ver a Gun, pero me aseguro de verlo para que sepa que no he desaparecido de la faz de la tierra. Incluso las citas para desayunar con él han sido sustituidas por el tiempo de gimnasio obligatorio, y aunque no echo de menos la asquerosa comida de la cafetería, sí echo de menos ver a Gun. Más de lo que creía posible.

Después de que el equipo consiguiera una reñida victoria en el primer partido, que fue dolorosa de ver desde la banda, tenemos que patear algunos culos en el segundo partido.

Mi primer partido de la temporada está finalmente aquí, y estoy decidido a dejar atrás el partido de la UVM y demostrar que soy un jugador de equipo digno de ser capitán. Si lo hago, puede que el entrenador se eche un poco para atrás.

Anoto un gol en los primeros cuatro minutos del partido contra New Hampshire, y a partir de ahí la cosa no hace más que mejorar.

Ser el primer equipo en marcar siempre es una ventaja. Y normalmente, no me importaría quién fuera el que metiera la galleta en la canasta, pero como he sido yo, he empezado a demostrar mi valía.

En el hielo, lo único importante en mi vida es mi equipo y conseguir la victoria.

Eso no significa que, cuando estoy fuera del hielo, no pueda echar un vistazo a las gradas en busca de cierto nerd de pelo oscuro y ojos verdes cuyos ruidos sexuales están arraigados en mi mente.

Pero no tengo mucho tiempo para buscar en las gradas antes de que el entrenador pida un cambio de línea, y vuelvo al juego.

Nunca antes había tenido que compartimentar el hockey y alguien con quien estoy saliendo. Siempre ha sido fácil alternar entre mi vida personal y la del hockey.

Nadie ha llenado mis pensamientos como lo hace Gun.

Sus respuestas a los mensajes eran breves, cuando llegaban. Si fuera el tipo de persona que lee las cosas, sospecharía que me está evitando, pero asumo que ha estado ocupado y ha perdido la noción del tiempo como dice Mix que hace a menudo. Me he dado una patada a mí mismo cuando accidentalmente me quedé dormido en la clase de psicología deportiva de la semana pasada porque estaba así de agotado. Y cuando no he estado agotado o en los entrenamientos, he estado estudiando para ponerme al día en otras clases que me he saltado.

Gun dijo que estaría en el partido de esta noche con Mix, pero aún no los he visto.

Sí. La cabeza en el juego. No en Gun.

Anan y yo volamos por el hielo, pasando el disco de un lado a otro. Tengo la oportunidad de disparar, pero Anan tiene un mejor ángulo. Navego el disco en su dirección, y él dispara.

Se mueve como una bala por el aire, justo al lado de la cabeza del portero, y la lámpara se enciende.

Como los bulldozers [topadora utilizada para excavación] desmesurados y llenos de testosterona que somos, nos abrazamos para celebrarlo y casi nos caemos sobre los patines.

—¡Mierda, sí! —grito.

Y entonces mis ojos se fijan en él. Justo ahí, entre la multitud, sentado junto a mi hermano, está el chico más guapo del campus.

Me quito el casco y los guantes, me paso una mano por el pelo sudado y le guiño un ojo mientras vuelvo a patinar hacia el palco del equipo.

Mi juego sólo aumenta a partir de ahí. No nuestro juego, el mío.

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