Neil
Me encontraba en casa de la madre de Seth, sentado en la sala arreglando algunos planos para el trabajo, mientras esperaba la llegada de mi amigo, quien me había dicho que me encontraría aquí luego de su trabajo. De todas formas venir al lugar donde pase toda mi etapa universitaria siempre era muy grato para mí. Siempre me rodeaba esa aura familiar que me hacía sentir en mi hogar, ya que Olivia era como mi madre en Edimburgo y de su parte era el mismo sentir.
Ella dice que tiene dos hijos.
—¡Neil! — escucho a Olivia gritar desde la cocina.
—¡Voy enseguida! — grito de vuelta, cerrando el documento en la laptop apresuradamente.
Seguramente ha comprado demasiadas cosas y tiene la mala costumbre de dejar la puerta de la cocina abierta para poder entrar más fácilmente. Pero si me ha gritado es por la manía de cargarse todas las bolsas para no tener que hacer dos viajes.
Compruebo lo que digo cuando, antes de adentrarme en la cocina, escucho el sonido de muchas pelotas de tenis cayendo en el suelo (claramente no son pelotas), junto a las maldiciones que la mujer susurra entre dientes ahí dentro. Una cebolla sale rodando por entre mis piernas en el momento que llego a la entrada.
—Nunca aprenderá ¿verdad, Olivia? — niego resignado entre que me agacho a recoger la cebolla y todo lo que alcance acunar en mis brazos.
—Estas benditas bolsas de papel son el problema. — refunfuña dejando algunas verduras en el lavadero. —Nos venden el aceite en botellas de plástico y casi todo viene en envases de plástico, pero insisten en darte bolsas de papel porque así cuidamos el planeta.
Me carcajeo por las ocurrencias de esta mujer mientras tanto lavo y desinfecto las verduras que trajo a modo de cooperación, pensando que después de todo, ella tenía un muy buen punto con eso.
—Si llevara los miles de bolsas ecológicas que tiene en sus cajones no tendría que pasar por eso. — le regaño en tono amistoso. —Y, deje de cargar tantas cosas a la vez. Es mejor hacer dos viajes que una espalda lesionada.
Me sonríe inocentemente y me palmea la espalda cariñosamente, señal de que, no importa cuantas veces se lo digan, ella seguirá escuchando por un oído y se les escapará por el otro.
—¡Estoy en casa! —oímos a Seth y la puerta de entrada cerrándose. A los minutos su voz se manifiesta a nuestras espaldas. —¿Qué es todo este desastre? —pregunta seguramente por la suciedad en el piso que dejó todo el desparrame de verduras. —¡Oliv! ¡¿No me digas que de nuevo estás sobrecargándote?! —suena un golpe seco de una mano sobre una nuca rapada. —¡Auch!
—A mí no me gritas.—me rio con burla por el regaño de su madre, secándome las manos con un paño de cocina y me apoyo en la mesa de isla. —Será mejor que ayudes a tu madre y barras esto.— finaliza entregándole la escoba a lo que Seth obedece.
—Que quede limpio, Esperancita.—digo eso último con una pronunciación al español muy malo, haciendo referencia a las tantas frases que nos enseñó nuestra excompañera y ahora amiga, en mis tiempos de alojado aquí.
—Ja, Ja ¿Eso te lo enseño Vicky, tu ex?—me devuelve el ataque. Solían molestarnos porque éramos lo únicos que estudiábamos en la misma universidad y, por ende, nos íbamos juntos. Todos pensaron que nuestra forma de ser el uno con el otro se trataba de algo más, pero solo fuimos buenos amigos. —¡Oh! Verdad. Tú no has tenido novia.
Entre cierro los ojos fijándome en los suyos, desafiante.
—Deja de molestar a Neil.—le regaña su madre.
ESTÁS LEYENDO
Fragmentos del Olvido (+18 Explicito )
RomanceNo existe el hombre perfecto, ni existe la mujer perfecta. Solo existen personas imperfectas y llenas de problemas intentando darlo todo por un amor. ¿Qué darías tú? ¿Serias capaz de hacer un acto de amor tan grande como el dejar marchar a la perso...