Capitulo 5

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Parecía ser que el frío estaba llegando poco a poco a la ciudad de Edimburgo. De por sí, Escocia era bastante frío, lluvioso y de grandes ventiscas, pero cuando el invierno se acercaba era mucho más helado. Los nativos estábamos adaptados para este clima, tanto así que los turistas quedaban muy impresionados porque veían a varias personas con pantalones cortos y sandalias en los días levemente soleados. Y es que aquí, un día de sol, sea la estación que fuese, era un motivo de alegría y de mayor flujo de personas en las calles. Podía hacer tres grados y aun así las terrazas de los bares y restaurantes estaban llenos.

Pero hoy el cielo estaba de un tono gris oscuro, una clara señal de que llovería, y el frío era tal que sentía mi nariz enrojecida, sin embargo, yo no podía sentirlo a gran magnitud. Era más tolerante al frío que al calor, así que no tenía la necesidad de prender la calefacción de mi camioneta.

Seth iba en el asiento del copiloto, igual de despreocupado por el clima que yo. Tenía su computadora en las piernas y su ceño fruncido le hacía ver lo concentrado que estaba. Por más raro que parezca, lo estaba. Y te parecería raro de él si lo conocieras, ya que su personalidad no coincidía para nada con su "yo detective".

Nos dirigíamos al hospital para ver a Odette y porque el Doctor quería hablarnos de algo importante.

Este largo tiempo, Odette había mejorado muy bien. Sus heridas más superficiales ya estaban sanas y solo quedaba hacerse del cuidado por la cirugía en su vientre, junto al cuidado por sus costillas seguramente delicadas.

El viernes pasado nos habían dicho que la despertarían pronto y mi ansiedad pedía que fuera eso lo que el Doctor quería decirnos.

Me daba curiosidad saber como era su tono de voz, su forma de hablar y de ser. Solo me preocupaba el cómo reaccionará después de caer en cuenta que logró sobrevivir, pero que nadie le ha buscado. Alcanzaba a dimensionar el sufrimiento que tendrá que pasar cuando le toque ser interrogada y tener que revivir todos los detalles de su captura.

Estos días, debido al trabajo de Seth, yo había aceptado seguir al cuidado de Odette, ya que yo podía trabajar en cualquier sitio y generalmente estaba en terreno inspeccionando las obras. Así que si no estaba en eso, iba al hospital para acompañar a la joven inconsciente hasta en la noche que me regresaba a mi departamento para dormir.

Debía reconocer que finalmente me deje llevar por todo eso que no quería dejar salir. Estaba convencido de que nada pasaría y que tendría la fuerza suficiente para no descontrolarme, tenía que hacerlo. Me sentía totalmente responsable de Odette, aunque no lo fuera ni por las leyes, pero no la dejaría sola. De eso nos habíamos asegurado Seth y yo, incluso Olivia.

Sé que Seth me sigue la corriente solo porque lo ve como un caso más y porque soy su amigo. Bueno, para mí era algo más grande y muy extraño. Ni yo comprendía que era lo que me provocaba sentirme de este modo por ella. Quizás es porque tengo hermanas y la veo reflejada en ellas o por otro motivo que ni siquiera me atrevía a asumir, pero sea lo que sea desde mi interior salía un lado protector que me llevaba a tener mi atención e interés completamente en Odette.

El tráfico no era mucho, así que nos permitió llegar a la brevedad al centro de salud.

Me estaciono en los estacionamientos subterráneos y me giro hacia mi amigo después de detener el motor.

—Te ves muy concentrado.

Él levanta la mirada, percatándose que habíamos llegado. Cierra su laptop, pero alcanzo a ver algunas imágenes que parecen venir de cámaras de vigilancia. Dirige sus ojos electrizantes a mí y conozco tan bien esa cara cuando la veo. Algo debe haber descifrado.

—No hay registros en las cámaras.

—Eh... Yo no comprender.

—He visto miles de veces el trayecto que Odette tomó y no hay nada. Ni siquiera cuando roba el vehículo.— remoja sus labios antes de seguir hablando, empezando a moverse y hablar más eufórico. Su rostro estaba alegre y yo lo miraba como si estuviera loco. —¿No lo ves? —niego, incapaz de pensar a causa de estar más atento a sus movimientos. —Alguien ha modificado todo lo relacionado con ella.

Con eso caigo en la cuenta de que tiene sentido. Todos los agujeros que quedaron en su ficha y su historia, las imágenes borradas del sistema... solo una tercera persona tiene que haber hecho eso. La misma persona que quiere borrar sus pistas. Y quién más si no, quién la dañó.

—Si hoy despiertan a Odette, lo que es seguro, debemos interrogarla enseguida.

—Creo que no estás razonando, amigo. No puedes interrogarla el mismo día que la despiertan después de un mes. Espera las veinticuatro horas al menos.- arreglo el mechón rebelde de mi cabello hacia atrás.

—Tienes razón.—mira un punto inexistente, el que no dura mucho porque me mira sonriente y baja de la camioneta. —Vamos a ver que nos dicen.

Inhalo y exhalo para liberar toda mi tensión en ese momento antes de entrar, preparándome para lo que sea que venga. Si este fuese uno de esos días con mucho en que pensar, tenía que mantener la calma y ser reflexivo.

Después de unos pocos minutos en caminar y tomar el ascensor, nos dirigimos a recepción para anunciar nuestra llegada al Doctor, quien no tarda en salir a recibirnos y guiarnos a su oficina.

Tomamos asiento en las sillas de cuero, quedando al otro lado de su escritorio con él enfrente.

—¿Cómo sigue la chica?—pregunta Seth sin disimular su impaciencia.

—En estos momentos está bien. Claro, la perdida de sangre ha producido varias deficiencias vitamínicas, anemia y, como es de esperarse de una alimentación artificial por suero por tanto tiempo, una baja de peso drástica. Nada que no se pueda recuperar con un buen tratamiento farmacológico y alimenticio. Fuera de eso, ya es está en buen estado para que despierte.

—¿De verdad?

El Doctor asiente. —La operación que tuvimos que hacer para sacar el cristal incrustado, la más profunda, ya no tiene puntos y cicatriza con normalidad.

—Esa es una buena noticia.—Seth me mira con felicidad y yo le devuelvo el gesto con una leve sonrisa. —¿Ahora mismo?

—Por supuesto. Mandaré a que arreglen todo para que podamos proseguir. Por favor, esperen en la sala de espera.

Aceptamos su petición y salimos decididos a conseguirnos un café antes de sentarnos a esperar.

***

No pasó mucho tiempo para que un enfermero nos llamara para seguirlo hasta la habitación de Odette. Al llegar, el Doctor Murray y dos enfermeros más estaban esperando por nosotros. Solo había cuatro enfermeros, aparte del Doctor, que podían atenderla por temas de confidencia policial.

Hacemos un saludo de asentimiento entre todos con unos "Buenos días" silenciosos, como si pudiéramos despertar a la chica hablando con normalidad.

—Es importante que no digan nada en el momento que la vean despertar. Cualquier cosa que pase, ustedes no deben interferir.

—No hay problema.—digo y por inercia nos corremos a una esquina de la pieza, cruzando mis brazos y observando todo desde el margen.

Entonces el Doctor Murray y los enfermeros comienzan a hacer su trabajo.

En mi mundo, el segundero del reloj en mi muñeca se mueve con lentitud, todo a mi alrededor se desplaza en cámara lenta, desde que la aguja con el medicamento que le despertaría se incrusta en su brazo hasta que comienzo a ver los primeros movimientos de su anatomía.

Creo que no pasan ni diez minutos cuando la joven mueve la cabeza pesadamente de un lado a otro y, liberando una inspiración larga, sus parpados comienzan a abrirse endemoniadamente despacio. Aprieta los ojos de vez en cuando por el estorbo de la fuerte luz que entra por la ventana, dejando ver un par de orbes cafés muy oscuros, los cuales sus manos ahora intentan proteger haciéndose sombra. Por último, ya aclimatada, sin embargo, desorientada y adormecida, inspecciona con rareza el techo, los cables en sus brazos y termina con el Doctor y enfermeros cerca de ella.

Su frente muestra ese gesto de preocupación mezclado con el malestar en su garganta, entonces se desflema antes de hablar.

—¿Dónde estoy?—su voz sale en un susurro y ronca por la falta de hidratación en este mes y, seguramente, porque los primeros días respiraba por un tubo endotraqueal, el cual gracias al cielo no fue necesario luego de la semana y media. Intenta el cuerpo a un lado y arruga la nariz. —¡Agh!—lanza un quejido, llevando una mano a la herida de su vientre y la otra a su cabeza.

—Te recomiendo que tomes tu tiempo para moverte.—habla el médico acercándose a ella.—Estás en el hospital.

—¿Hospital?—cuestiona aún afectada por el dolor.

—Exactamente. ¿Duele?

—No demasiado.—dice con los dientes apretados.

Se veía que si sentía mucho dolor en todas partes, pero ella opta por no gimotear y aguantarse. De igual manera, el Doctor le asiente a uno de los enfermeros y este, entendiendo, inyecta algo en el suero conectado en su brazo. Seguramente algún antiinflamatorio.

—Con esto se aliviarán los malestares.—baja el respaldo de su camilla, dejándola más acostada que sentada y arregla la almohada detrás de ella con cuidado. —Soy el Doctor Murray ¿Puedes decirme como te llamas?

—O-Odette.

—Odette... —insta el Doctor al verla dubitativa. —¿Tu apellido?

—Mm... —arruga la frente en una batalla interna que a todos nos pone nerviosos.

—O ¿Sabes por qué estás aquí?—vuelve intentarlo el médico.

Ella niega despacio en respuesta.

—No... yo... no... ¿Qué... qué me ocurre?—su pecho empieza a moverse un poco más rápido, provocando que la frecuencia cardíaca del monitor se igualara en velocidad y sus ojos se abren temerosa.

Por reflejo avanzo unos pasos hacia ella, lo que hace que llame su atención y me detengo cuando por fin sus almendrados cafés se juntan con los míos. Su mirada brillosa y ojerosa pasa de la completa desolación a una mezcla de emoción y extrañeza, ladeando su cabeza hacia su hombro.

—A ti... a ti sí te recuerdo.

Fragmentos del Olvido (+18 Explicito )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora