Parte 5

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— Listo, mami, Gustavo tendrá secuelas traumáticas... - Dijo con tono amenazante y burlón.

— Perfecto, Alex, ahora es cuestión de deshacernos de él, es una escoria humana...

Gus, ¿Que pasaba con él?

Iba con rumbo al estudio, llevaba la mejor de sus prendas, día formal ¿no?

Camisa blanca, saco negro con vivos en lila y violeta, corbata en negro y gris, pantalón negro y, como no, zapatos lustrados por él mismo, hoy tocaba la elegante.

En el fondo aún se sentía muy sucio, usado, como una zorra ciega, simplemente quería matarse.

Pero una vocecita en su cabeza le decía.

— " Calma, Gustavo, respira bien hondo y mantene la calma..."

Funcionaba ¿No?, en parte si; se sentía muy nervioso en el exterior.

Llegó, y tocó la puerta un par de veces.

— Buenas, ¿Quién sos?.

Soy Gustavo Antuña,  vengo a firmar contrato.

— ¡Ah, ya! ¡Gus, pasá, vení! ¿Querés algo de tomar?

— Si, Rober, un mate, si no es molestia... — Dijo tímidamente y con la cabeza baja.

— Dale, no es ninguna molestia, nada de ti, Gus...

Sus miradas se fusionaron en un ritmo de complicidad y posible amor, uno fuerte, un amor inmortal.

Ambos salieron del trance y Rober se fue nerviosa y torpemente.

Unos cuantos minutos más tarde, Roberto tenía el mate listo y en tazas.

— Y dime, ¿Cómo ha fluido todo?

— De la chota, boludo... - Dijo derrotado y triste...

— ¿Y eso , Por qué? - Cuestionó preocupado.

— Por muchas cosas, Rober... - Fingió una sonrisa, aunque ni el mismo se la creía.

Gustavo tomó un poco de su mate, amargura vivía en su ser...

Quería simplemente, morir y que nadie lo recordara.

Narra Gustavo

El mate estaba bien, pero más era estar con Robertito...

Si me lo preguntas, si, le tengo cariño.

Lo ví levantarse, “Va por mi contrato”, pensé.

¿Traes un bolígrafo, Gus?.

¿Que si traía uno? Seguramente si.

Rebusque en mis bolsillos, y, efectivamente lo encontré.

Era un lapicero negro.

— Si, tengo uno negro.

— Con ese bastará, ahora, quiero que leas atentamente cada parte del contrato, por favor, si estás de acuerdo con todas tus clausulas, firma.

Mis ojos avellana se encontraron con los grisáceos de Rober.

Eran hermosos, hasta cierto punto, enigmáticos, uno desviado pero bonito, hermoso.

Me extendió el contrato, lo tomé y lo leí.

Me tardé unos minutos, si, pero lo leí cautelosamente.

Fuí palomeando en lo que estaba de acuerdo, todo el contrato.

Lo firmé, oficialmente era de la banda, era de El Cuarteto de Nos, una banda legendaria en mi país.

Le entregué el contrato, sin querer, nuestras manos se rozaron.

Me ruboricé ante ese gesto, Roberto, eres mi perdición...

— Rober, ¿Me puedo quedar en tu casa?.

— ¡Claro!.

Continuará...

Savior (Titopo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora